Costumbres
Todo este jaleo de los bárcenas me suena a burdo y pegajoso macarrismo de incultas legañas atrasadas y lencería de papel couché pagada muy caro; me huele a sainete de ventrilocuos a sueldo con la crencha peinada al agua y patiilas de Luis Candelas. Por exagerado ejemplo del despropósito, un rey que pone en juego su saber estar soberano por una braga “princesa”; unos escopeteros en la barraca del tiro al lobo o al ciervo, una verbena del mantón con litrona diurética y patatas bravas, un toro nacido para morir torturado por una figura feminoide, aunque ejerza de macho paradójico; un esperpento vil de quincallería pija con voz constipada de estupidez, una crónica debilidad mental del Estado que propicia la succión del piojo de lujo, una arrastrada historia de rinconetes y cortadillos, de sancho panzas de asnal pelaje…
Puedo soportar que me roben, hasta cierto punto; pero lo que no le perdono a estos alcornoques de alcurnia relativa y sus marianos de lacón con grelos es su absoluta carencia de estilo y su pasmosa facilidad para el insulto a la inteligencia. Son sujetos jetas, cuyo mayor mérito es estar bien situados cuando pasa la Procesión del Parné. Para lo cual sólo se precisa ser un as del puñal windows y el regate en corto del archivo definitivo como elemento de coacción y beneficio.