Cuando la represión es nuestro pan
Redacción*. LQS. Febrero 2018
“Amordazadas no olvidamos” ¡Acabemos de una vez con las Leyes Mordaza!
En marzo se cumplen 3 años de la aprobación de las Ley Mordaza. 3 años de represión sin tregua a golpe de ley, de persecución a movimientos sociales, a voces disidentes, queriendo silenciar la voz y la participación de la gente en la lucha por una sociedad con mayor justicia social. Ha llegado el momento de darle la vuelta a esta situación. Por eso en Madrid ya se están diseñando diversas acciones de movilización, visibilización e incidencia para que el día 17 de marzo haya un gran clamor popular en el que se exija la derogación de las Leyes Mordaza.
No olvidamos que estas leyes fueron diseñadas para acallar a quienes ponen en tela de juicio un sistema corrupto que vulnera constantemente y sin tapujos los derechos de todas, con el objetivo único de proteger el status de una minoría que sigue enriqueciéndose a toda costa y librándose de toda responsabilidad por el daño generado al resto de la sociedad. Pero es que –además-en este último año, la ofensiva autoritaria del Estado, de la minoría del privilegio y de los medios, ha logrado crear un nuevo escenario, si cabe, aún más preocupante.
Inmovilismo político y escalada represiva
En primer lugar, por el clamoroso inmovilismo político. Estamos asistiendo a una legislatura que pasará a la historia por no hacer nada, ningún cambio legislativo, ninguna mejora social, ninguna derogación de leyes injustas… NADA. Una ocasión increíblemente perdida por el pasotismo político de todas las formaciones, de aquellas que se comprometieron a cambiar las cosas, y de las otras que ya dijeron que lo impedirían.
En segundo lugar por la escalada represiva con las Leyes Mordaza como instrumento privilegiado. La cantidad de multas y penas de prisión por el simple ejercicio del derecho de expresión o de huelga, supuestas faltas o delitos enunciados en formas jurídicas condenadas por la ONU, las violentas actuaciones de los cuerpos de seguridad, las impunes agresiones en la calle de grupos de extrema derechas, la vigilancia y persecución en Internet, etc. Y con las Leyes Mordaza como la percha de la que cuelgan los procedimientos con las que somos reprimidas, juzgadas y perseguidas las personas
En tercer lugar hay un conjunto de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, como la criminalización de la pobreza, la ilegalidad del gobierno de España de las devoluciones en caliente dictaminadas por el tribunal de Estrasburgo en el 2017, la política de refugiados y el incumplimiento sistemático de las cuotas que se había comprometido como país con las graves consecuencias que conlleva para miles de personas, entre otras.
Y como resultado, una peligrosa mezcla de miedo y normalización de la represión. El activismo y la ciudadanía más consciente de la situación, está siendo obligada a adecuar su presencia en Internet o medir sus actuaciones para no caer bajo este tipo de represión. Pero al mismo tiempo -y en esto los medios están jugando un papel esencial- hemos llegado a una situación en la que, la sociedad no se escandaliza frente a las numerosas multas o detenciones que hay actualmente utilizando términos ambiguos como “odio”, “honor”, “falta de respeto”, etc., (siempre usados de forma arbitraria y con claros tintes políticos e ideológicos). Se está aprendiendo a vivir con el miedo, autocensura y la justificación de que nuestros derechos pueden ser recortados en aras de una pretendida y reaccionaria seguridad.
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