Dalí en Bolivia: ¿un artista fascista y misógino en el MNA?
Por Emily B. Chambi*. LQSomos.
Si para España es correcto tratar de genio del arte a un personaje deplorable y admirarlo como si no tuviera un igual, pues que lo hagan ellos. Nosotros deberíamos tener una postura más crítica y no endiosar a los ídolos que, una vez más, nos han impuesto…
Hace unas semanas, el Museo Nacional de Arte, dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, anunció que se inauguraría una exposición dedicada a la obra de Salvador Dalí. Este evento tiene el apoyo de la embajada de España, la embajada de Italia y la Cooperación Española para el Desarrollo.
La divina comedia de Dante Alighieri, ese es el nombre de la exposición. Cuenta con 100 grabados originales que Dalí realizó inspirándose en el famoso libro del poeta italiano. Estas obras serán expuestas hasta el 31 de diciembre de 2022, como parte de los festejos por los 10 años del Centro Cultural de España en Bolivia.
Hasta aquí todo parece normal. Las lindas embajadas europeas hacen un acuerdo con un lindo museo estatal y traen lindas obras de arte para que las “admiremos”. Siempre en favor de nuestro “crecimiento cultural”.
Pero, ¿dónde queda la coherencia discursiva entre dichos y hechos?
Hablemos del Museo Nacional de Arte
El Museo Nacional de Arte promociona que su praxis aplica una política de descolonización, depatriarcalización y deselitización del arte y las culturas. Sin embargo, presta sus instalaciones y recursos para albergar la obra de Salvador Dalí en Bolivia.
Hablamos de un hombre abiertamente fascista, misógino, admirador de Hitler, artista del franquismo, maltratador de animales, violento. Y la lista podría continuar.
Pienso en los motivos por los cuales esta exposición tiene cabida en el Museo Nacional de Arte.
¿Será porque existe un servilismo colonial por parte del museo hacia estas embajadas, al punto de que no pudieron dar una negativa y tuvieron que traicionar su visión política? ¿O se trata de un profundo desconocimiento por parte de las autoridades del museo y sus funcionarios sobre historia del arte y lo nefasto que es este personaje? Más aún para todo lo que ellos intentan construir como paradigma social y cultural.
¿O será que una vez más nos hemos dejado nublar el juicio por ideas simplistas como “bonito”, “famoso”, “culto”, “europeo”?
Un museo con prácticas «surrealistas»
“Yo soy el surrealismo”, decía Dalí en un despliegue habitual de su ego. Para mí, surrealismo es que el Museo Nacional de Arte, que tiene una exposición estable llamada Miradas indígena, originaria, campesina, también albergue una exposición de Salvador Dalí.
Dalí, el admirador de Adolfo Hitler. Un obsesionado con Dios, al punto que quería formar una religión “esencialmente anticristiana y materialista”. Un orden en el que se esclavizara a todas las razas de color y se practicara el sadomasoquismo.
¿Cómo es posible que la obra de alguien que proclama esas ideas esté en el Museo Nacional de Arte? ¿Y la coherencia? ¿Es esto una nueva forma de surrealismo?
Es surreal que el museo tenga un proyecto llamado Programa de Estudios Descoloniales en Arte, y que no se cuestione estas profundas contradicciones entre los discursos y los hechos.
¿Cuánta miopía pueden tener sus autoridades?
No ven que en el año de la despatriarcalización no es adecuado difundir la obra de un misógino. No se le puede dar palestra y recursos. Menos en octubre, el mes de la mujer boliviana.
Ojo, no se trata de cancelar a Dalí en Bolivia
Y si, Dalí tuvo un gran impacto en la historia del arte.
Pero eso no le quita haber sido un personaje público reprochable. Que los medios de comunicación locales, que la prensa cultural y que la “sociedad” lo trate como un “genio, dios creador” es un bofetón más en la cara de todas las personas que han sido víctimas de violencia.
Este silencio irreflexivo y acrítico nos convierte en cómplices de la impunidad que Dalí conseguía gracias a sus vínculos con el poder y la excesiva atención que recibía por sus extravagancias.
Mis reflexiones no desembocan en practicar la “cultura de la cancelación”. No pido se cancele la obra de Dalí ni que se suspenda la exposición. Reivindico una “cultura de la reflexión”.
Esta crítica apunta a cuestionar el tratamiento que se le ha dado a esta exposición. La estrategia de comunicación usada por el museo, los medios de prensa y las embajadas.
No se debería celebrar la presencia de Dalí en Bolivia sin cuestionamientos ni matices. No merecemos vivir en una sociedad donde los violentos son tratados como genios. O donde queden impunes y sus delitos sean minimizados nada más porque dominan algún tipo de arte.
¿Vamos a seguir siendo esa sociedad que encubre y celebra a los violentos porque nos entretienen?
Es hora de hacer hamburguesas con las vacas sagradas para consumir y digerir su creación de otra manera. No desde la admiración ciega, sino desde la mirada afilada y crítica.
Una oportunidad desaprovechada
Es muy probable que una gran parte de la población está contenta y agradecida con esta noticia, pues son fanáticos de los relojes chorreantes de Dalí y sus elefantes con patas finísimas. También es muy posible que quizá esta será la única oportunidad que tendrán para ver en vivo las obras de este artista. Todo eso está bien.
Pero lo que sería fantástico, es que esta exposición se proyecte como un hito para romper los paradigmas con los que habitualmente se recibe en Latinoamérica todo lo venido de Europa.
Si para España es correcto tratar de genio del arte a un personaje deplorable y admirarlo como si no tuviera un igual, pues que lo hagan ellos. Nosotros deberíamos tener una postura más crítica y no endiosar a los ídolos que, una vez más, nos han impuesto.
¿Cómo pretende el Estado eliminar los discursos fascistas cuando en los museos estatales se da visibilidad a artistas que fueron promotores de estas ideas?
Nos encontramos en uno de los mejores momentos para realizar críticas y rupturas ideológicas a todo lo impuesto. Que el Museo Nacional de Arte desaproveche esta oportunidad para mostrar una postura decolonial, despatriarcalizadora y deselitizadora del arte y la cultura es un desatino.
Este era el mejor escenario para explicar, desde la praxis, lo que implica asumir una postura anticolonial ante una imposición. Bien pudo crearse un espacio de diálogo para cuestionar la idealización de artistas europeos elitistas y con tendencias fascistas. Más aún dentro espacios de un Gobierno que se proclama de izquierda. Pero eso no va a suceder.
¡Vamos a ver a Dalí en Bolivia!
Sin embargo, si estás leyendo esto te invito a ir a esta exposición. Ve a enfrentarte a Dalí con ojos críticos. Cuestiona aquello que siempre te dijeron que era hermoso. Asiste a reflexionar qué tanto te puede gustar la obra hecha por un hombre como Dalí.
Esta exposición será un gran escenario para que podamos construir nuestro propio criterio sobre lo que es hermoso, valioso e importante.
Al estar frente a las obras de Dalí en Bolivia, hagámonos las siguientes preguntas ¿Por qué me maravillo y me asombro al escuchar el nombre Salvador Dalí? ¿Realmente me gusta y me parece superior? ¿O simplemente el valor de su obra se halla en un discurso creado, repetido y validado por una élite blanca y poderosa que afirma su superioridad porque tenía afinidad con las ideas de Dalí?
El universo onírico de Salvador Dalí tiene criaturas inexistentes y paisajes imposibles. En mi universo onírico la sociedad deja de encubrir a los violentos y no les da un lugar privilegiado en la historia ni dentro de los libros, los museos o lecciones de escuela. En este universo se los trata como los que realmente son.
¿Qué hay dentro de tu universo onírico?
* Publicado en Muy Waso, revista digital feminista de cultura y entretenimiento en Bolivia.
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Pero no hay pruebas tan contundentes como lo tremendo de las acusaciones que se vierten sobre el, que den validez suficiente a estas.
Dentro de lo complejo del personaje,
no reconocer su genialidad pictórica y surrealista es mear fuera del texto, el tiempo no va a dejar de ser subjetivo, ni el poder va a dejar de tener delgadas patas.
No vamos a conocer actos violentos del personaje me parece, solo acusaciones subjetivas al respecto.
Su obra no cuadra con la concepción cuadriculada ni del fascismo ni del nazismo, es toda una obsesión intentar mostrar más de dos dimensiones en un lienzo. Su obra no hace más que hacer funcionar el cerebro de quien la ve. Esa no es la pretensión ni del fascismo ni del nazismo.
En el muse Dali en Figuerasse encuentra en el patio del museo un coche en el que sus ocupantes, uno de ellos Hitler, llevan dentro del vehículo paraguas y de éstos cae agua.
El cristo de Dali es una calavera de toro.
En su sala de obras de arte donde tiene obras de otros pintores, suele tener su obra realista de las más preciadas para el, un cesto con un pan.
Uno de sus motivos recurrentes, precisamente son los campesinos, esos a los que fascistas y nazis solían fusilar.
Dali comenzó su andadura política en el partido comunista de Figueras, y fue una de los personajes más controvertidos, amigo de Lorca y Buñuel, es difícil que fuese tan fascista como se le pone en el artículo.
Si estaba la prensa se convertía en un gran provocador, como dice la gente del pueblecito costero donde vivía.