¿De qué se defiende Europa?

¿De qué se defiende Europa?
Cartel NGS de su campaña Defendiendo Europa. Un atontao con yelmo de Conquistador aún más ridículo por vestir babero en lugar de gorguera. En segundo plano, veteranos chinos de la Larga Marcha

Por Nònimo Lustre

Dime por qué, mala hora, / con miedo inútil te mezclas (W. Szymborska)

El próximo día 14 de octubre, una famosa multinacional de la desinformación se dispone a perpetrar una serie de televisión y de artículos de texto bajo el título Defendiendo Europa. A menudo hemos comentando la perversidad de la susodicha empresa gringa -en siglas, NGS– pero esta vez nos sorprende su título Defendiendo: ¿de quién o de qué? Aún no lo sabemos pero algo sospechamos: ¿se quiere defender de los guarismos arábigos, presentes hasta en la ‘hermética’ China?, ¿o se quejará por haberse topado con el álgebra inserto en lo lógica binaria? Bah, especulaciones; lo único que sabemos es que no se arrepentirá por (creer) ser el ombligo del mundo -ningún narcisista tiraría piedras contra su propio tejado.

Hay otras pistas más preocupantes: La actual llamada europea a las armas, materializada no sólo en el llamado ‘blindaje de sus fronteras’ y en el control minucioso de la guerra de Ucrania (“hoy te vendo unos misiles pero sólo de tal o cual clase, mañana te regalo unos estupendos tanques que tengo en el taller”) sino, lo que más nos jode, en la reimplantación de ese nauseabundo secuestro que llamamos el servicio militar. Nos da igual que la mili adopte el modo castizo de sargentos chusqueros y suicidios de reclutas o el modelo escandinavo de mili a plazos y suicidios en diferido. Durante nuestros paseos por Suiza, nos acostumbramos a contemplar a helvéticos modositos que subían al tren con su fusil al hombro así que llevarse la mili a casa no nos indujo a creer que “el pueblo en armas” representaba la cumbre de la Revolución. Sin embargo, seguimos preguntándonos de qué (carajo) se quiere defender Europa…

Suponemos que las series de NGS no comenzarán con el Diluvio Universal, probablemente porque, según la Biblia-palabra-de-dios, sólo afectó a la Europa periférica. Pero es posible que otra inundación -no fluvial sino humana- merezca alguna alusión: nos referimos a que, hace cinco milenios, los pueblos kurgan-yamnya voltearon el antiguo modelo matriarcal europeo e implantaron definitivamente el actual modelo patriarcal. De haber ocurrido como dicen los mayores arqueólogos, esos invasores de la ex arcádica Europa Central provenían “de las estepas orientales” -huelga añadir, rusas. Desde aquel remoto Holoceno, podríamos saltar a la invasión de Iberia por los Amazigh (bereberes) pero tendríamos que limitarnos aquende los Pirineos. Seguiríamos entonces con los asedios a Viena porque es inimaginable que NGS mencione las vociferantes Cruzadas como caso de defensa propia europea ante la amenaza de Saladino y la Sublime Puerta. Y, desde la Viena cercada por los otomanos, ¿adónde iríamos? Si las Cruzadas son tabú, el nazismo-fascismo lo es todavía más. Aunque, hayan sido la mayor intimidación contra los ‘valores europeos’ -pregonaos pero todavía no sabemos cuáles son-, como la víbora serpiente era europea, ni por asomo podemos incluirlos en los peligros de los que es urgente que Europa ‘se defienda’.

¿Qué nos queda?: Una candidata podría ser la hecatombe medio-ambiental, no sólo manifiesta por la pudrición de las aguas o la desertificación del Sur sino, especialmente, por la intoxicación radical (de raíz) del mundo agrario -no digamos del urbano. En el plano político, la ‘irresistible ascensión’ (Brecht) de los neonazis también podría ser considerada como algo de lo cual Europa debe defenderse pero, si nos hemos saltado la calamidad nazi-fascista, no parece probable que NGS la mencione siquiera. Por ende, sólo nos queda la Inmigración. Pero no la de los oligarcas venezolanos, epígonos de los jeques árabes, ni tampoco la de las empresas chinas sino la diáspora musulmana porque hemos de saber que los pobres, antes que pobres son moros.

¿Por qué Europa tiene miedo a la morisma entendida torticeramente como la fuerza de la Inmigración?, ¿por razones culturales? No me haga usté reír que tengo el labio partío. La cultura europea actual es una mezcolanza de efímeros inventos à-la-mode y de sumisión perruna a los Poderes superiores -abajo diremos dónde se cocinan. Pero con un aditamento subliminal que también será efímero: quiere olvidar los colosales beneficios que le trajo la esclavitud pura y dura. Aunque a veces lo intenta, no acaba de asumir que la morisma -dicho sea por caricaturizar-, está enferma de modernidad por no decir de aquella esclavitud voluntaria que tanto se estudió en el Siglo de las Luces. En el fondo, lamenta que no sean necesarios los barcos negreros que tanta florida literatura generaban pero, desde el punto de vista de la producción, no acaba de creerse su triunfo y su fortuna. Pese a que es considerado por los gringo-sionistas como el fundamento de su prosperidad, olvida el éxito del melting pot y se obstina en seguir siendo el Viejo Continente Matamoros.

Además de recurrir a la fuerza bruta para controlar la Inmigración, una Europa subalterna dirigida por Washington y por Tel Aviv tiene a la meliflua von der Leyen -fascistoide de origen y fascista de ejercicio cotidiano- como gobernanta de manera que, para disimular su estricta disciplina, Bruselas opta por regalar bagatelas. Los espejuelos de antaño ahorita se llaman “cooperación al desarrollo”, un ungüento amarillo (alcanfor o bálsamo de tigre) que es recibido por el Tercer y el Cuarto Mundo con exactamente la misma opinión que en Guanahaní 1492 o en el ‘hallazgo’ de las minas del rey Salomón: “Muchas zankius, como propina es asaz original pero, ¿qué hay de lo mío, de mis hombres, mis minas y mis tierras?”

Es probable que Europa se sienta con fuerzas para mordisquear al mundo islámico -objetivo del reciente viaje del Papa a Indonesia. Porque, pese a sus protestas de ecumenismo y bla-bla-bla, Europa sigue aferrada a las dieciochescas guerras de religión puesto que, al fin y al cabo, fueron las que configuraron su modernidad -perdonen el sarcasmo. Lo que Europa jamás aprende es que equivoca en el binomio: Ella no necesita defensa, el Otro mundo, el pobre mundo, sí. Más claro: Europa se maravilla de su presente riqueza pero se niega enérgicamente a saber que esa opulencia tiene las manos manchadas de sangre. Y llegados a este punto, un detalle imperialista: la sangre propia (europea, cuasi azul) causada por imprudencias sobre los nazi-musolinianos-franquistas (y caucionada por las testas coronadas; léanse las dos guerras mundiales), no es suficiente para tapar la sangre extracontinental, la roja sangre ajena.

Pero ha ocurrido que, mientras católicos y herejes se jalaban de los cabellos, la morisma (¡y China!) se aprovechó, ocupó medio mundo y ahora asciende a casi tantos millones como la Cristiandad. Lo cual me preocupa porque, según sabía Aníbal, las guerras civiles son las más crueles y, si encima los dos o tres bandos profesan la Religión del Libro, entonces la crueldad se incrementa espoleada por los “valores religiosos”. Es comprensible su infantilismo: no es fácil distinguir la charitas cristiana de la caridad mahomética -excluimos la caridad judía porque los sionistas la están manoseando hasta mutarla en una farsa antagónica de las caridades-de-toda-la vida.

Sea como fuere, Europa no se defiende de sus peores enemigos: externos como los USA y los sionistas y/o internos como los lepenistas-voxistas violadores de señoras medio muertas.

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