Del 28 M al adelanto electoral. La izquierda lesionada y la izquierda soberanista
Por Acacio Puig.
A las 9 horas del 29 M pensaba ingenuamente que, tras los resultados del 28 M, el reto del espacio institucional que llamamos progresista (por contraste con el tan reaccionario de las derechas españolas) necesitaba acelerar la puesta en práctica de las leyes vigentes y las promesas gubernamentales para que las palabras se materializasen como evidencias.
Evidencias medibles en los bolsillos y proyectos de la mayoría trabajadora, de sus mujeres, sus jóvenes y sus adultos. Y que esa aceleración debía ponerse en marcha de inmediato, prescindiendo de vacaciones veraniegas y de entretenimientos.
Poco después de las 11 horas, con el anuncio de elecciones inmediatas por Pedro Sánchez, toda esa idea se modificó. El tiempo mordía los talones a las izquierdas “un poquito transformadoras” y se evidenciaba que el PSOE optaba por soltar lastre y fagocitar sin escrúpulos los menguantes apoyos electorales de esa izquierda tan egocéntrica como ingenua (pero la política es así, algo ajeno a los escrúpulos, los compromisos y la ética). El gobierno de Unidad Progresista se dinamitaba y empezaba una carrera incierta hacia las elecciones generales de julio.
¿Qué decir?
1.- La izquierda ingenua no valoró las astucias de su compañero de viaje y se demoró demasiado en ese torticero uso de su electorado de izquierdas como termómetro, para afinar alianzas, relación de fuerzas internas y el orden de las listas futuras.
No era una opción limpia, ni tampoco inteligente en una situación tan volátil como imprevisible. Ninguno de los actores supo zafarse de la trampa de la competitividad: Ni Yolanda y su equipo pro Sumar, ni Belarra y Podemos, ni IU y sus estructuras territoriales… estuvieron a la altura de la situación y los magros resultados y abstencionismos son la prueba de un error de cálculo que pagamos todo@s.
Evidentemente se arrastraba también la histórica dependencia de esa izquierda hacia la ilusión institucional-mediática, muy agravada desde el inicio de la legislatura en 2019, la ilusión de identificar líderes sin partido con partido estructurado e imbricado cotidianamente en la acción tanto institucional como social. Pero es que se nublan las entendederas cuando aparecen los micrófonos, las cámaras y demás parafernalia halagadora y eso es mortal para las organizaciones de izquierda, aunque sea el modus operandi habitual de las de centro y derecha.
Ahora queda muy poco tiempo para solventar acuerdos unitarios y rectificar la forma de hacer política (“vieja política” dirían las asambleas del 15 M). Quizá haya que tomárselo con calma e ir preparando estructuras y programas pensando responsablemente en el medio y largo plazo.
2.- La izquierda soberanista.
A tenor de resultados electorales y su acción social continuada, la hoja de servicios de la izquierda soberanista es bastante mejor y de más solidez en la apuesta por el desarrollo permanente e imbricado de la acción social e institucional.
Bildu y el BNG crecen en apoyos sociales y en estructuras militantes que respaldan su implantación en las instituciones: el equilibrio entre las políticas sociales y la defensa del derecho a decidir es la buena clave. El sereno balance de resultados de Otegi es lo más interesante de la noche electoral de ayer.
Por el contrario, el desequilibrio de esos factores, lo social y lo soberanista (ERC) se paga en las naciones sin estado, como Catalunya y por eso Junqueras se apresuró a enfatizar el proyecto independentista en su balance del 28 M.
* Artista plástico. Militante de la izquierda revolucionaria, represaliado por el franquismo, activista memorialista de la Asociación “En Medio de Abril”. Miembro del Colectivo LoQueSomos
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