Diligencias de quita y pon
Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Junio 2016
La anciana tiene una alto grado de discapacidad y está en cama. La televisión entra en su casa de Madrid y la filma, porque el suyo es un caso llamativo y da juego para el espectáculo de las noticias de apartado “humano”. Luego, en la pantalla se puede ver un saco de huesos con piel. La enfermedad degenerativa está devorando su físico. Su hijo enseña a los reporteros unos documentos que avalan su incomprensión y su pánico. Viven, sobreviven más mal que bien, de la pensión de invalidez total.
Pero pagan desde hace meses un error de la burocracia de asistencia a los ciudadanos discapacitados. La disposición legal de los recortes del gobierno de Rajoy (PP) establecen que, cuando se tiene una gran invalidez y total dependencia, el paciente tiene que optar entre ser atendido por persona ajena o bien que se haga cargo un familiar. En el segundo caso existe una ayuda económica (de escasa cuantía, como mandan los cánones del neoliberalismo).
Ocurre que el funcionario de turno se equivocó y les adjudicó la ayuda profesional y la familiar al mismo tiempo. Así que esta pobre gente comenzó a recibir un ligero aumento en su pensión mensual. No se preguntaron nada. En la casa del pobre nadie se hace cábalas cuando llega un maná, aunque sea de tamaño miserable. El Estado es el que manda y si decide aumentar las pensiones será por algo y no es cuestión de arriesgar preguntas tontas que amarguen todavía más la precariedad.
En este caso, además, la felicidad podría derivarse de la exitosa política económica del gobierno del Sr. Mariano Rajoy. Probablemente. Quizás. Seguramente. Lo estaban repitiendo por la tele cada día y varias veces al día. La plenipotenciaria de la cosa se llama Fátima y es muy devota de la virgen del Rocío. No sería, pues, extraño un milagro.
Pero resultó que no; que los milagros no existen en materia económica y menos aún en el ámbito de las pensiones. Lo que había sucedido era un despiste burocrático. En alguna oficina siniestra del Estado, alguien había cometido un error que podría ocasionar un perjuicio fatal a los Presupuestos Generales del Estado. Así se lo notificaron después de varios meses.
Y a partir de esa notificación, se les conminó a devolver todo lo que percibieron, más los cuantiosos intereses aplicables al caso.
O sea, de una pensión de 450 euros mensuales y se ha procedido a embargarles la mitad. El gobierno, en estos casos, es inexorable y muy predecible. Con el mismo rigor con que otorga 11.000 millones de euros a la iglesia católica y la exime de pagar el IBI por los numerosos inmuebles de su propiedad.
Contrasta, ese vigor recaudatorio con la anciana discapacitada de marras, con la blandura y la tradicional dejación de funciones cuando los interfectos son otros. “Verbi gratia”, aparte de los curas, los ricos especuladores y demás fauna del fangal de corrupción intocable de nuestros días. Hace unos pocos días, la Sexta editó un extenso reportaje acerca de la trayectoria del ex banquero y hoy presidiario Mario Conde. Pues bien y a lo que vamos. Condenado como está por graves delitos económicos, resulta difícil de explicar que siga manejando recursos económicos como si nada. La sorpresa reside en que mantenga e incluso incremente su fortuna desde las rejas. Es decir, no ha devuelto a la Hacienda pública lo que robó. Tiene -un pazo en Galicia, cortijos para caza de montería, yates- Cosas así. Y está interno en la cárcel de Soto del Real como bibliotecario recluso.
Y como ejemplo de celo de terciopelo, toda la legión de imputados del partido político del gobierno, que sobresaltan con sus estafas, timos, especulaciones y falsedades dolosas las primeras páginas y los telediarios cada día.
En la España de 2016 el rigor de las leyes es para quien carece de un bufete de abogados de lujo. Por ejemplo, puedes entrar en prisión por unos títeres callejeros pasando la gorra o por sustraer una lata de atún en un supermercado de barrio. Eso es imperdonable y debe tener su castigo. Para que no haya contagio.
Tener cuentas bancarias abiertas en paraísos fiscales es ya una moda de la que no se privan los que están en el ajo. Los jueces no dan abasto con tanto “off shore”. Se investiga oficialmente de la familia real para abajo a titulares y testaferros , con manejos de cuantioso dinero negro desbocado, se sitúan en Panamá, Suiza, islas Caimán, Vírgenes, Jersey, Luxemburgo…
No es menester repetir nombres que están en las principales páginas de los escándalos financieros: Gürtel, Púnica, Valencia, Santander y sus considerables ramificaciones de bandolerismo. Todos imputados y nadie se desprende del capital acumulado con los trapicheos. que podría servir para mejorar hospitales, obras públicas y devolver el estado de bienestar perdido.
Pero no. Las garrapatas se aferran a los billetes y no sueltan prenda ni con agua hirviendo. Siguen el ejemplo de aquel ínclito director general de la guardia civil, al que pescaron con las manos en la masa de una trama rocambolesca. Estuvo mucho tiempo, Luis Roldán, en el trullo; pero no soltó prenda. Para él, el producto de su profunda delincuencia se lo había ganado a pulso por sus propios méritos. Y no era cuestión de devolver la panoja sustraída a golpe de fechoría.
Así que cárcel sí, pero soltar el parné ni hablar. No se está tan mal entre barrotes, se puede uno inclinar por la austeridad del budismo zen, mantenido por el estado. Y así es como los patrióticos delincuentes descapitalizan el país. Los Bárcenas y los Granados, la pléyade de los cargos públicos corruptos, no auguran otra cosa que una subcultura del beneficio propio. A cualquier precio.
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– Ilustración de “El Roto”
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