Dioses nórdicos y ritos paganos: Rökflöte
Por Mariano Muniesa.
Trece canciones sobre dioses nórdicos y ritos paganos. Arreglos musicales complicados que incorporan dinámicas cambiantes y cambios de tempo desafiantes
Ian Anderson invita a Odín a tocar la flauta
Desde 1999, año en el que se editó “J-Tull Dot Com”, a pesar de que se pusieron en circulación diversos recopilatorios, ediciones aniversario de diversos discos relevantes en la carrera del grupo, álbumes navideños y discos en directo, los tullianos estuvieron más de 20 años sin un solo trabajo con canciones nuevas de Jethro Tull. Ahora, en apenas 15 meses dos discos: “The Zealot Gen”, editado en enero de 2022; y en estos días “Rökflöte”, una señal de inspiración inducida quizá por la pandemia o tal vez un impulso a la productividad a medida que el tiempo y la mortalidad avanzan. Un nuevo trabajo de estudio tan sorprendente como atractivo en todo los sentidos.
De entrada, valga decir que este es un disco que al igual que su más inmediato predecesor, es un álbum que gustará en especial a los seguidores de Jethro Tull, digámoslo así, más clásicos, de álbumes como “Aqualung” o “Thick As A Brick”, en tanto en cuanto es un disco en el que la flauta, el instrumento característico del grupo, está especialmente presente pues en gran medida es un disco conceptual acerca de la flauta en el rock y el folk. Si “The Zealot Gen” tenía como principal fuente de inspiración alguno de los acontecimientos más relevantes de la historia contemporánea y su proyección en la sociedad actual junto a las sagradas escrituras de la biblia, “Rökflöte” reúne con todas las piedras angulares de los Tull clásicos, desde la presunción intelectual de su concepto hasta demostraciones de virtuosismo instrumental que incluyen evidentemente mucha flauta rockera de su líder y fundador Ian Anderson. Excepto por algunos sonidos actualizados, está estructurado con el mismo tejido creativo de la era “clásica” de Tull de los años 70, todo el camino de regreso a “Benefit”.
Aunque “RökFlöte” fue pensado originalmente como un álbum instrumental para la flauta de rock, la idea evolucionó en otra dirección a medida que el álbum fue tomando forma y los temas empezaban a tener ya una base que les proporcionaba la posibilidad de trabajarlos más, según ha comentado el propio Ian Anderson en varias entrevistas que ha concedido con motivo de la edición de este disco.
Trece canciones sobre dioses nórdicos y ritos paganos. Arreglos musicales complicados que incorporan dinámicas cambiantes y cambios de tempo desafiantes. Pasajes cantados y hablados, algunos en islandés. A grandes rasgos, estos serían los elementos que caracterizarían este nuevo trabajo, que en cualquier caso y como ha venido sucediendo desde que editaron “Stand Up” en 1969, sigue gravitando en torno a esa hábil combinación de hard rock, folk pastoral, jazz y motivos clásicos.
Esos son los aspectos más destacados de un álbum que se mantiene fuerte de principio a fin y ocupa un lugar sólido en el nivel medio superior del voluminoso catálogo de Jethro Tull. Funciona para los más intransigentes seguidores de los Tull más puramente folkies y es al mismo tiempo una puerta de entrada acogedora para los recién llegados. Y aquí está la esperanza de que la racha creativa en la que se encuentran Anderson y compañía rinda aún más pronto.
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