Diplomacia de Mercaderes y Gatilleros
Fernando Buen Abad Domínguez*. LQSomos. Septiembre 2014
La guerra por los mercados y los salones de los cancilleres.
Toda esta violencia desaforada no es más que avaricia de oligarcas peleando entre sí y contra los pueblos. Es el capitalismo el obstáculo principal para una diplomacia entre iguales. Nada, que no sean los empresarios y los terratenientes, impide que el mundo afirme un plan de relaciones equitativas, justas y racionales para salvar a la humanidad de la explotación de los trabadores y del saqueo de recursos naturales; del flagelo belicista y la depredación del planeta. Buena parte de las operaciones diplomáticas comienzan siendo enclaves de guerra mercadológica y guaridas de mercachifles caros. El mundo necesita con urgencia un plan internacionalista revolucionario para frenar la violencia y para la defensa de la vida buena. Todo lo demás es demagogia.
¿Qué diplomacia es respetable si se acepta que, “bajo la mesa”, se tallen los naipes de los terratenientes y de los capitales financieros que son el interés crudo y verdadero detrás del palabrería legaloide? Ese juego “bajo la mesa” lo determina todo, en un enredo milimétricamente planeado para hacer invisibles las fuerzas verdaderas que dominan al mundo de manera imperial. Han hecho de la diplomacia un campo de batalla armado con espejismos: “convenciones”, acuerdos y declaraciones, a cual más, piezas rabiosas de ficción literaria para ahogar en saliva a la realidad. Y luego brindan con cócteles lujosos.
La diplomacia burguesa hace invisible, con sus “acuerdos intencionales”, la enorme violación del derecho internacional que ocurre ante nuestras narices. Hemos visto, durante décadas, cómo se imponen las reglas burguesas de la diplomacia disfrazando el conflicto capital-trabajo con soldados de todo tipo, camuflados incluso como yuppies, para imponer con arrogancia las condiciones de la explotación y el saqueo, comenzando por negar su existencia con toda impudicia, e impunidad, y de inmediato recompensarlos con cuentas bancarias suculentas, medallas, cargos públicos, doctorados y premios Nobel. Todo esto es una forma de la guerra encubierta con trajes finos y “buenos modales” para que en las fotos salgan las sonrisas que esconden la sangre, la miseria y la degradación a que es sometida las clase trabajadora. La obscenidad desatada.
Por eso a la diplomacia burguesa le han dolido tanto, por ejemplo, los wikileaks y la divulgación del entramado de espionajes perpetrado por Obama. En el saqueo de información se cifra una de las estrategias de guerra del capitalismo que, en sus luchas inter-burguesas, desarrolla armas de espionaje cibernético no contentas con robar datos sino que, además, infectan los “sistemas” para inutilizarlos o para someterlos a manipulaciones en las que toda la información que se procesa es transferida, soterradamente, a bases de datos espías. Han infectado a miles de “sistemas” en todo el orbe y, en el corazón del modelo de saqueo informático, están los más preciados recursos naturales comenzando por el petróleo, el oro, el gas… las tierras fértiles y, principalmente, la mano de obra barata o regalada. Crean becas de cooperación y organismos internacionales de investigación. Roban cerebros y los domestican para el saqueo.
Entre las formas encubiertas del poder de ataque que la diplomacia burguesa despliega está, además de “lo militar”, el dinero. Compran funcionarios, mass media -y siervos en general- para usarlos como operadores que, a su vez, compran empresas, compran ciudades, compran ejecutivos comprometidos, artistas de la corrupción. Esté donde esté, la diplomacia burguesa, aunque se de baños de pureza y patriotismo, opera como ejército para sobornar y chantajear con todos los métodos posibles y utilizan, si fuese necesario, al “crimen organizado” -la DEA lo sabe- como una herramienta más para mantener el control y disciplinar a los países. Ver el caso de México.
El imperialismo, especialmente desde USA (la industria bélica más grande del planeta) avisa que incrementará su presupuesto y sus negocios militares[1] y con eso acelerará el “desarrollo” de sus fuerzas diplomáticas (las propias y las de sus aliados cómplices también). Uno lee entre líneas cómo “desarrollará” su “seguridad” atacando de manera mucho más sofisticada y de una manera mucho más amplia, poniendo énfasis en “objetivos” como el ataque a la conciencia de los pueblos, por ejemplo, con miedos, zozobras y terrores vía mass media.
Todo ese “desarrollo” le “exige” al capitalismo formas de la guerra renovadas como la llamada “Guerra Híbrida”[2] o “Guerra no Lineal”, enriquecida en su “poder de disuasión” comenzando por la táctica de la “diplomacia” como la burguesía la manipula. Porque, en algunos casos -ya a la vista- no se necesitarán ejércitos regulares y bastará con imponer presidentes peleles con muchos amigos en las embajadas de imperio y sus aliados.
El viejo glamour del mundo diplomático burgués agoniza. Para bien de los pueblos quedó al desnudo la trama de operaciones y deslealtades planetarias que se operan desde las cancillerías y sus embajadas. Quedó al descubierto cómo reptan los señores diplomáticos, bajo el fuego oropelado de sus protocolos y sus convenciones, llevando en el hocico la presa de los intereses mercantiles, energéticos e ideológicos. Quedaron al desnudo los intereses de una parafernalia de los negocios oligarcas, vestida con trajes elegantes y degustadora de vinos caros y champagne, que viaja por el mundo inyectando saliva cultivada en los más caros alambiques de la traición contra los pueblos. No nos vengan con acuerdos o teorías diplomáticas novedosas. La única diplomacia respetable y nueva está naciendo de la lucha internacionalista de los pueblos revolucionarios dispuestos a terminar con el capitalismo. Eso es otra cosa.
Notas:
*Universidad de la Filosofía
1.-Release of the National Defense Panel report, “Ensuring a Strong U.S. Defense for the Future”