Duque: negacionismo y con el sol a las espaldas
Por Pedro Santana Rodríguez*. LQSomos
Todo el discurso esta permeado por esa mirada de la realidad nacional. Según él su gobierno ha sido respetuoso de la protesta social pacífica, la Fuerza Pública tiene altos estándares de protección de los derechos humanos, las instituciones democráticas funcionan bien…
El discurso de Iván Duque en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso este 20 de julio fue toda una pieza de negacionismo o lo que es lo mismo de afirmación de una realidad alterna en la cual vive o piensa que la sociedad colombiana vive. Los contenidos de su discurso con el que abrió las sesiones ordinarias del último periodo legislativo del Congreso dejan ver una negación de la realidad en que viven las mayorías nacionales. Según Duque las políticas públicas puestas en marcha por su gobierno para hacer frente a la pandemia y a la crisis social agudizada por la misma, han sido eficaces y Colombia esta lista para regresar a la “normalidad” abruptamente modificada por la pandemia.
No hubo en su discurso un reconocimiento de la problemática social que venía de atrás y que se profundizó con la pandemia. Hoy en Colombia el 42.5% de la población vive en situación de pobreza, con ingresos por debajo de 331.800 pesos mensuales por persona, unos 92 dólares mensuales, en esta situación se encuentran 22 millones de personas. Los sectores más golpeados fueron las mujeres y los jóvenes. Las políticas públicas sociales para afrontar la pérdida de ingresos, la quiebra de más de 500 mil pequeñas y medianas empresas, el desempleo que se mantiene próximo al 16% del total de la Población económicamente Activa, PEA, el hambre que acecha a diario a 17 millones de personas que no tienen recursos para proveerse sino de dos alimentos diarios y más de cinco millones de personas con solo recursos para una comida. Todo ello que es la verdadera realidad, no fue tenida en cuenta en su discurso.
Las propias mediciones del oficial Departamento Nacional de Estadísticas, DANE, registra que las políticas públicas puestas en marcha por su gobierno para hacer frente a la pérdida de ingresos y empleos apenas posibilito que 4.2% de la población lograra sobrevivir, es decir, sin esas políticas la pobreza por ingresos habría llegado al 46.7% de la población. Mediocre resultado producto de unas políticas miserabilistas, minimalistas, que se caracterizan por dos limitaciones estructurales: su baja cobertura y la insuficiencia de los recursos que esos programas ponen a disposición de las familias beneficiarias. Duque por el contrario considera que esas políticas son un verdadero logro, una verdadera “revolución social” dijo literalmente.
La aprobación de la matricula cero para los estudiantes de los estratos 1,2 y 3 reclamada por el Paro Nacional de los estudiantes en el segundo semestre del año 2018 y vuelta a reivindicar en el paro del 21 de noviembre de 2019 y en el paro del 28 de abril del 2021 ha sido hasta ahora temporal pues solo esta garantizada para el segundo semestre de este año y para que se convierta en permanente, dependerá de la aprobación del minimalista proyecto de reforma tributaria que Duque radicó este mismo 20 de julio en el Congreso para su aprobación. No obstante Duque señaló en su discurso que era un logro y un cumplimiento de las promesas que había hecho en su campaña electoral. Todo en su discurso destila cinismo y negación de los hechos, de la realidad.
Todo el discurso esta permeado por esa mirada de la realidad nacional. Según él su gobierno ha sido respetuoso de la protesta social pacífica, la Fuerza Pública tiene altos estándares de protección de los derechos humanos, las instituciones democráticas funcionan bien. Hay que hacer pequeñas reformas y ajustes a la policía y hay que criminalizar los bloqueos que no son cortes de rutas, de vías, sino cortes de vida. La narrativa a la cual se aferra la derecha es esa. El gobierno y las instituciones estatales protegen el derecho a la protesta, solo se ha enfocado su labor represiva contra los vándalos y los infiltrados de las movilizaciones. Ahora bien, cómo se explica que hayan muerto violentamente en esas movilizaciones 86 personas, que sigan desaparecidas más de 80 personas, que se hayan registrado más de 1.500 heridos, que haya habido más de 3.700 detenidos, vejámenes sexuales contra más de 20 mujeres, todas esas cifras no cuentan en sus análisis.
Tampoco cuentan las cifras que muestran que la mayor parte de las ayudas y subsidios al empleo cubrieron a las más grandes empresas sin llegar a la mayor parte de las micro, medianas y famiempresas que son las que proveen el 80% del total del empleo en el país. Nada de eso fue mencionado en el discurso de Duque. Menos reconoce que su gobierno ha hecho todo lo posible por acabar con el proceso de paz, por el contrario, y cínicamente un par de días después en entrevista con el diario El Espectador dijo “Nuestro gobierno ha hecho mucho más que lo que hizo el gobierno anterior para la implementación del Acuerdo”.
Claro los periodistas no lo increparon por los pobres resultados en materia agraria, en el hundimiento de la jurisdicción rural en el Congreso, y tampoco le preguntaron por el asesinato de más de 270 excombatientes de las FARC desde la firma de los acuerdos de paz ni por los más de mil líderes sociales asesinados, ni por las masacres registradas durante su gobierno, solo en el año 2021 han ocurrido 59 masacres con 218 víctimas. Para Duque los acuerdos se están cumpliendo. Ninguno de los mecanismos que hace seguimiento a estos acuerdos llega a esa conclusión, por el contrario, todos concluyen que durante este gobierno se ha avanzado muy poco y en algunos temas nada o se ha retrocedido. Esa es la realidad alterna en la que vive Duque. Y así podríamos ahondar en los otros temas de su discurso como en el medio ambiente en que se hundió la aprobación del acuerdo de Escazú que busca la protección de los líderes sociales que luchan por la preservación del medio ambiente teniendo Colombia uno de los más altos índices de asesinatos de lideres ambientalistas, en fin, Duque vive otra realidad idílica y pretende que le creamos que esa es la realidad en que vivimos los colombianos y las colombianas.
Acentuar el clientelismo para tratar de mantenerse en el poder
Al tiempo que niega la realidad y las duras condiciones en que viven las mayorías en el país Duque propone una reforma tributaria minimalista que en realidad busca subsanar sus propios errores. La reforma busca recursos por 15 billones de pesos de los cuales aproximadamente 10 billones son cubiertos con impuestos y los otros cinco se buscan por la vía de aumentar los recaudos disminuyendo la elusión y la evasión y recortes en el gasto público. Los 10 billones de impuestos buscan corregir los propios errores en que incurrió el gobierno de Uribe-Duque con la rebaja de los impuestos de renta a las empresas aprobados en el año 2020 allí se había rebajado este impuesto a una tasa del 32% y ahora se pretende volver al 35% en que estaba, reducir a la mitad la contribución de las finanzas públicas nacionales para cubrir el impuesto municipal de industria y comercio y mantener el impuesto pírrico a las entidades financieras y a los dividendos de las empresas. Todo ello es echar para atrás, ahora con el visto bueno de los empresarios, las reformas aprobadas en los años 2019 y 2020. Ahora esto se muestra como un logro. Ver para creer.
Finalmente, ya con el sol a las espaldas Duque profundiza la clientelización de los organismos públicos. Todas las instituciones controladas por el gobierno están siendo entregadas a la politiquería. Los partidos de la coalición están recibiendo lo que queda de los cargos del Estado. La clientelización avanza para mantener el apoyo de los partidos al gobierno. Y estos partidos aplauden al presidente en el Congreso. Razón tiene y le sobra al meme que circula por las redes sociales: un presidente con el 76% de impopularidad es aplaudido por un organismo con el 84% de desaprobación. Eso lo resume todo.
* Pedro Santana Rodríguez es Director de la Revista Sur
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