Egos en el barro
Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Enero 2016
Aquí todo quisque elabora con sus filias y fobias un apaño para gobernar España. Líderes, barones. Pero siempre queda desplazada al fondo de los cajones del partido la limpieza a fondo en el interior de los partidos. Una partitocracia discapacitada o desnutrida siempre dará como resultado un simulacro de poder sujeto a tipo de presiones, desvíos y corruptelas.
Acaso se ha derogado el régimen del 78 y el consiguiente bipartidismo, pero han quedado incólumes usos y costumbres de las siglas y las sedes.
Hoy por hoy los partidos se arbolan en base a la intriga propia y la yugular del adversario. Aquel que tiene algo original que decir o aporta alguna idea estimulante es desechado como sujeto sospechoso y disolvente. Eso cuando no se le tilda de elemento extravagante y disolvente, del que es preciso deshacerse cuanto antes.
La consigna es “al enemigo ni agua”, aunque sea del propio partido. Poco o nada se abren las ventanas al aire fresco y al impulso renovador de la democracia a todo tren. La decadencia y la mediocridad letal están servidas en bandejas de plata por los aduladores del jefe de turno
Nos movemos en las aguas estancadas de una ciénaga donde los egos sobresalientes se pelean por el lodo de la popularidad y las salpicaduras del marketing.