El crujido
Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Diciembre 2015
Es curiosa y trágica la coincidencia, aunque me sorprendería que no tenga nada que ver una cosa con la otra. Cuando los niños de San Ildefonso cantaron el Gordo de la Lotería de Navidad, supimos que la lluvia de dinero había caído íntegramente sobre la tierra reseca de Roquetas de Mar, Almería.
Esa es una de las dos caras de la moneda.
Descubrimos, al mismo tiempo que uno de los beneficiarios del Gordo había sido un negro emigrante subsahariano. Por las cámaras de la televisión pudimos comprobar las lágrimas de quien no se podía creer todavía que la suerte se hubiera fijado en su humilde persona para convertirle en millonario de la noche a la mañana.
Toda esa alteración de la normalidad ocurría en los alrededores del mar de plástico de El Ejido, zona racial y potencialmente conflictiva. Basta un crujido del viento a destiempo para que estalle el polvorín de la piel diferente.
Ahora la cruz de la mala fortuna se ha cebado también en Roquetas. Un emigrante subsahariano ha sido asesinado a navajazos. La reyerta esta servida. Violencia, quema de contenedores de basura, manifestaciones, enfrentamientos con la Guardia Civil.
La máxima fortuna del azar y la desgracia se han cernido al mismo tiempo sobre un pequeño pueblo de Almería. El día 22 allí todo eran exclamaciones de alegría general y taponazos de champán. A continuación y como un fatalismo de pobres, ahora mismo predominan los fogonazos del material antidisturbio de las fuerzas policiales.
Esperemos que el detonante de la desgracia no haya sido la envidia. Esa siempre vuelve o se instala como una mala sombra. Esa sería la cruz de la miseria humana.