El derrumbe ético y su paradójica normalidad
Se habla y se repite que la crisis parte de una crisis de valores, se dice para bascular la opinión hacia una doctrina que defina esos “valores”. Puede ser cierto, pero sólo en parte, si pensamos lo que escribió Friedrich Nietzsche: "no hay fenómenos morales, sino una interpretación moral de los fenómenos".
El problema es que se ha derrumbado la ética personal, es decir la decisión libre de las personas, no porque los individuos seamos buenos o malos, sino porque somos en sociedad. Desde la moral es posible dirigir a las personas, porque toda moralidad establece cómo hay que comportarse, qué hay qué hacer, cómo pensar, incluso cómo ha de ser la sexualidad. Hasta lo más íntimo y profundo llega el control.
Toda dominación social tiene sus trucos, se puede pecar para luego perdonar, pero siempre existe el que perdona. La moral tiene siempre un planteamiento externo, así como los valores son definidos por quienes quieren un modelo determinado de personas para sus intereses.
La ética es una reflexión, el desarrollo de la racionalidad como un espacio común donde el otro está presente, porque siempre lo está, aunque nos hayan enseñado a ignorarlo.
Las ideologías, las doctrinas han anulado la ética, para implantar sus modelos de conducta, sus modelos de producción y de reproducción. El mercado como referente social ha convertido los valores económicos en la nueva moral, el éxito, la fama, el enriquecimiento, todo esto al precio que sea. Inmersos en en una patología social, contagiosa, que arrastra tanto a los modelos morales como a los sistemas productivos puede acabar con la sociedad.
La moral del mercado es actuar, sin sentido, pero con la mentira como punta de lanza. Para que ésta funcione tiene que adaptar la mente de cada uno y su ética personal a sus intereses.
La mentira convierte en moral las actuaciones del poder, desde las guerras “humanitarias” que han diseñado con falsedades cuyo único objetivo es imponer sus intereses de mercado convertidos en la moral financiera, hasta las medidas contra la crisis, a la que se doblegan los estados, convertidos sus gobernantes en mercenarios de esta estrategia que convierten a la economía en un fenómeno.¡Cuántas veces repiten los gobernantes! “no nos gusta pero hay que hacerlo”.
Antes de bombardear un país los que lo hacen tienen que bombardear primero la conciencia y el corazón de sus habitantes. Antes de aplicar medidas de ajuste tienen que ajustar la mentalidad de la sociedad a la cual se lo va a aplicar. Y en ese ajuste muchas veces están las propias protestas incapaces de salir de ese “ajuste”, sólo protestar por ser incapaces de salir de la moral del poder, la ética que exige el trabajo como elemento dominador-dominado.Sin que veamos salidas a través de la cooperación.
Nos enfrentamos al fanatismo económico, se trata de organizar una nueva lucha que exige conocer a qué nos enfrentamos. Pero sobre todo recomponer nuestro pensamiento, en el cual se sitúa la ética personal que ha sido dinamitada. Quedan sus residuos, porque como dice la mayoría tenemos que ganarnos la vida.
El derrumbe ético nos arrastra, como un alud que aplasta nuestra sociedad de manera brutal. Se ha vestido de normalidad. Me di cuenta de esta situación en dos ocasiones. Asaltaron a un amigo con una navaja, se escapó y es perseguido por estas personas que en realidad carecen de medios de vida, que están enfermas de droga y de odio por falta de amor, probablemente en su infancia, pero también el resto de su vida. Y no hay nada que los ayude. Su reacción es agredir, no les importa nada ni nadie. Pues bien, me contó mi amigo que cuando se lo contó a amigos cercanos, a algún familiar coincidieron en preguntar ¿son inmigrantes?, ¿gitanos?. Y no lo son. Son de los “nuestros”. Entonces se quedaban pasmados. Esta reacción es sintomática del derrumbe ético.
No es posible crear empleos echando a la gente de sus puestos de trabajo y facilitando los despidos. Los gobernantes del mundo llaman ajustes a su manu militari para actuar, caiga quien caiga, con tal de cumplir sus objetivos.
La crisis es la estrategia de ataque contra el pueblo. De esta manera ajustan el lenguaje y la ética a sus intereses. Es curioso que con los ajustes se reduce el presupuesto de sanidad, de educación, se acaba con las políticas sociales, sin embargo se mantiene la mayor partida de subvenciones para los grandes terratenientes, para la aristocracia y los empresarios cuyos grandes beneficios invierten en tierras, a través de la Política Agraria Común (PAC) (el 40 por ciento de los 6.500 millones de euros que recibe España en concepto de ayudas directas de la Política Agrícola Común de la UE va a parar a las manos de un 3,2 por ciento de grandes productores). O dicen que no hay dinero en Europa, pero se gasta anualmente 200.000.000.000 ¡de euros! en la industria de guerra.
Pero lo que me sorprendió es que desde el pensamiento crítico, desde aquellos que se enfrentan a esta situación se haya caído en el derrumbamiento de la ética. No se aceptó otra forma de vivir que no sea el trabajo, se llegó a hablar de la patria del trabajo y lo único que piden es más empleo. ¿Si no lo hay? A partir de ese momento dentro de la lógica del trabajo se cae en la metafísica política y económica. ¿Por qué no repartir la riqueza mediante la Renta Básica, por ejemplo, y luego que funcione el empleo fuera de un marco de explotación y de autoenajenación con planes de emprendedores que se fundamenta en la obsesión por el trabajo? Porque la moral del mercado se ha extendido a la conciencia social y ha provocado el derrumbe ético, es decir la implantación de la ética del poder en la conciencia de las personas.
Para recomponer la ética es necesario un nuevo modelo, en este ya no es posible. Y viceversa. Nos hallamos pues en una encrucijada dialéctica, la tesis y la antítesis se fusionan y exige la aplicación de la síntesis, lejos de ambos puntos de partida. Así se construye la realidad, por las buenas o por las malas. O como dijo Gautama “el dolor es vehículo de conciencia” o mediante la aplicación de la crítica de la razón práctica que analizó Kant. Tal es el devenir al que vamos, o elegimos el enfrentamiento o la cooperación.
Y como dije al comienzo del artículo citando a Nietzsche, “no hay fenómenos morales, sino una interpretación de los fenómenos”, porque interviene la conciencia que interpreta. Salud.