El fracaso de las empresas privadas en la creación de empleo suficiente
El espectacular fracaso de los empresarios para crear suficientes puestos de trabajo es un hecho obvio que parece que no se quiere ver. La solución también es obvia.
Los datos de las economías más exitosas que en determinados momentos han llegado a la plena ocupación, nos indican que la actitud gubernamental es imprescindible para crear puestos de trabajo, ya sean de maestros, policías, bomberos, astronautas, médicos, inspectores, forestales o diplomáticos, y que cuando esta actividad no funciona a buen ritmo, el paro se dispara. Por supuesto, la actividad pública generadora de empleo se puede llevar a cabo a nivel local, autonómico o estatal.
La creación de empleo en el sector privado, en cambio, es sobre todo un proceso espontáneo y circular. Por una parte, la gente compra cosas que necesita pero solo lo hace cuando está en condiciones de financiarlas. Por otro lado, las empresas y los inversores privados asumen el riesgo de invertir dinero con el fin de fabricar mercancías que vierten en el mercado. El problema está en que todo esto se mueve únicamente impulsado por el interés propio y por el afán de lucro, y nunca tiene como meta la creación de empleo.
Cuando la economía funciona con pocos problemas, el proceso circular se alimenta de forma continua y se va expandiendo, con lo que el PIB crece. Pero cuando llegan los momentos de crisis, el mecanismo se atasca y el PIB retrocede.
Por el contrario, el empleo público crece sólo cuando el gobierno arranca una parte de dinero del sector privado para poder pagar a unos trabajadores que ofrecen un servicio, generalmente gratuito. Lo que ocurre es que ahora este mecanismo también se ha obstruido: se tiende a sustituir a los trabajadores del sector público para trabajadores del sector privado y los servicios que producen estos trabajadores contratados o subrogados por empresas privadas en muchos casos dejan de ser gratuitos ya que se mercantilizan. De seguir por este camino, el volumen de servicios producidos necesariamente disminuirá ya que solo los podrán pagar unos cuantos y así también disminuirá el volumen de empleo.
Cuando la economía está en una recesión profunda, el gobierno puede – en teoría – seguir contratando y ofrecer préstamos accesibles a los consumidores ya las empresas. Pero ahora, esta posibilidad se ha frustrado al no disponer de una banca pública, al depender del Banco Central Europeo y al aplicar las políticas de austeridad salvaje.
Todo este conjunto de factores nos conducen a una situación totalmente irracional que un sistema económico con enormes recursos humanos y capacidades productivas deja inactivos a millones de trabajadores parados.
Esta es precisamente la locura de la situación actual: maquinaria ociosa, trabajadores desempleados e incapacidad de los mercados privados para resolver el problema.
Metros tanto, el mito sobre los empresarios privados como "creadores de empleo" continúa haciendo su vía, como si no pasas nada. Cuanto más se generaliza el paro, más se difunde el mito.
El pensamiento dominante no quiere admitir que los capitalistas y el capitalismo en general han fracasado y se prefiere insistir de nuevo en las fantasías sobre las supuestas bondades de este sistema económico. Pero, guste o no, los hechos son tozudos y hay más de cinco millones de parados que nos lo recuerdan a diario.