El laberinto
Hoy no quería escribir poesía, navegar por los laberintos interiores produce monstruos que se quedan en la alcoba como amantes poco dichosos.
He preferido mirar pa fuera. Ver esta democracia y a sus ganadores gloriosos.
Escucharles decir una vez más que nos salvarán, que pronto quitarán la cruz de las escuelas y de los ovarios, que los piojos y las caries serán cosas de tiempos pasados, que los viejos recuperarán la dignidad que les arrancaron de cuajo.
Eufóricos, risueños, deambulan con la oratoria gastada de los demócratas y también con discursos más frescos, más joviales, más victoriosos.
Se tambalean los arcaicos, los recién estrenados llenan de esperanza la pantalla y las plazas.
Pero de espaldas a este festival, la miseria.
De espaldas a este espejismo transitorio de participación, la deuda.
La deuda.
La deuda.
Y toda la esclavitud que genera.
Y toda la precariedad que sale de sus piernas.
Y toda la mierda que asoma cuando los empobrecidos pagan a escote, a costa de su hambre, de su salud y de sus letras.
En fin, que hoy no quise navegar por mis arterias, para salvarme, un rato, de la tristeza pero mirar pa fuera, produce casi la misma desolación, casi la misma impotencia, si no fuera por la rabia, por la furiosa rebeldía que revienta, pensaría que este festival de democracia nos dejó lobotomizados hasta la siguiente fiesta.
– Viñeta de Kalvellido