El Nuevo Frente Popular francés ante el atolladero de la democracia delegada

El Nuevo Frente Popular francés ante el atolladero de la democracia delegada

Por Acacio Puig*

La semana transcurrida desde la segunda vuelta de las legislativas confirma el relativo éxito del golpe de estado blanco de Macron, su apego parasitario al poder y su repugnante estrategia de fragmentación del bloque mayoritario elegido el 7 de julio (el NFP, el Nuevo Frente Popular) mediante la demonización de Francia Insumisa, el partido de más peso político y diputados en ese frente

El resultado, está siendo el impasse y desencuentro de las formaciones que vencieron y tienen derecho a formar gobierno, de acuerdo con las tradiciones políticas del país galo. La disyuntiva no era “Macron o el caos” porque Macron es el caos. Pero su éxito –miserable éxito de su gamberrismo político, sus vetos y su campaña de intoxicación amplificada por los medios afines- está haciendo perder pie al NFP alentando diferencias y la estúpida e irresponsable batalla por hegemonizar “el liderazgo” que se expresa ya en desacuerdos sobre la designación de un primer ministro que proponer. Mientras tanto, Macron insiste en la letanía del “nadie ha ganado”, sin asumir que su grupo ha perdido frente al NFP, que además ha sido la fundamental barrera frente al neofascismo (RN).

El desesperado intento de Macron de lograr recomponer el deteriorado bloque presidencial mediante la alianza intentada desde el mismo 8 de julio con los post gaullistas de LR y otros, no acaba de llegar a término, mientras el propio bloque macronista se centrifuga en medio de deserciones de cuadros políticos muy decepcionados. Macron recoge los frutos de su aventurera disolución de la Asamblea Nacional y la apresurada convocatoria de elecciones con propósito de desestabilizar todo y plebiscitarse sobre la vieja disyuntiva del: ¡yo o el desastre!

Pero lo que le sirvió en las pasadas elecciones presidenciales frente al RN (Agrupamiento Nacional) no funcionó esta vez, porque el peso de su fracasada política de austeridad (pensiones, congelación salarial, encarecimiento energético, destrucción de lo público…) y también su ardor militarista (¡tropas francesas a Ucrania!) ha sido ampliamente rechazado por el electorado. De modo que el hombre cínico, repeinado y joven, que la Casa Rothschild incrustó en la política francesa, está cayendo en barrena aunque ciertamente, sus políticas han desbrozado el camino al crecimiento del fascismo con el que comparte xenofobia y proyecto neoliberal, como demuestra que un 80% de las agresivas propuestas macronistas contaron con el apoyo parlamentario de Marie Le Pen y su RN.

El Nuevo Frente Popular fue la respuesta de urgencia a la convocatoria electoral. Se dotó de un Programa (1) compartido por la Francia insumisa, el Partido Socialista, Europa Ecología los Verdes y el Partido Comunista Francés. Agrupamiento que rápidamente contó con apoyos de movimientos sociales, sindicales como CGT y otros, también de organizaciones campesinas e incluso de partidos extraparlamentarios como el Nuevo Partido Anticapitalista.

El Programa, un programa democrático radical, cohesionó el proyecto que logró la victoria el pasado 7 de julio logrando una mayoría amplia, aunque no la mayoría absoluta. A partir de ese momento las dificultades aparecieron: días de negociaciones estériles hasta encontrar la que parecía ser buena candidatura común (Huguette Bello, Presidenta de la Reunión de amplia trayectoria vindicativa, mujer racializada, próxima a LFI y al PCF) pero que fue vetada por el Partido Socialista.

El día 15 Francia Insumisa expresó su hartazgo ante las dilaciones y después su rechazo del lamentable nuevo “hallazgo” propuesto por el PS, la economista Laurence Tubiana que precisamente acababa de avanzar la propuesta -en una tribuna de prensa- de construir un puente entre macronistas y NFP para avanzar un “programa de consenso”… Todo muy del agrado de la plana mayor socialista (Hollande, Faure) y una bofetada al amplio electorado de la unión popular y al programa de ruptura de izquierda por el que habían optado en las elecciones, el programa del NFP.

Desde el mismo 8 de julio sectores del NFP anunciaban que para imponer el programa aprobado era imprescindible el apoyo de la movilización popular, ahora también se evidencia que para desbloquear las negociaciones en marcha hubiera sido útil y muy necesario, ampliar el ámbito de negociadores, ampliar a las bases de partidos firmantes y ampliar a organizaciones de todo tipo que hicieron posible la victoria del pasado 7 de julio, ampliar también a los electores (aunque sea difícil) porque todo ello es propio de la imprescindible movilización social permanente, coherente con que el Frente Popular es muchísimo más que los partidos que coordinaron sus listas, el NFP son millones de electores, cientos de miles de activistas que son los propietarios de los escaños logrados por la coalición.

Si se avanzaba que para imponer el programa la tarea era construir Comités de base del Nuevo Frente Popular, ahora es evidente que para decidir primer ministro, configurar gobierno y actuar, resulta de máxima urgencia estructurar ya el formidable movimiento que hizo posible la victoria electoral, proseguir la movilización hasta el final o… resignarse a ser oposición, pero después dar el combate pendiente con honestidad y fuerza.

La desazón crece –lo expresaba bien el 17 la ecologista Marine Tondelier- y el cabreo encontraba eco estos días en canales de izquierda como Le Média. Hoy 18 se reúne la Asamblea Nacional y puede decidir una opción diferente a la impuesta por Macron (una suerte de gobierno provisional, sin funciones, continuista y ocupado fundamentalmente en fortalecer el orden público ante el inicio de las Olimpiadas). Ante el impase Benjamín Lucas en nombre de LFI mantenía el suspense anunciando que propondrán allí directamente un candidato a la consideración y voto de la Asamblea. Veremos que ocurre.

En cualquier caso: la democracia delegada es, en cierto sentido, una usurpación del protagonismo social y lleva a escasos resultados y demoras. Incumplir las propuestas que apoyó el electorado llevaría a la desmoralización de los nueve millones de personas que apoyaron el Nuevo Frente Popular y abriría el camino a futuras victorias del enemigo, de la extrema derecha y la derecha extrema. El pueblo de izquierdas francés merece otra cosa, mucho más de lo que se masca entre bastidores, porque es el artífice y protagonista de un presente y un futuro de Igualdad en Libertad y de Fraternidad Internacionalista.

Programa Nuevo Frente Popular, clic aquí

* Artista plástico. Militante de la izquierda revolucionaria, represaliado por el franquismo, activista memorialista de la Asociación “En Medio de Abril”. Miembro del Colectivo LoQueSomos
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