El odio a la ciencia se paga caro (3ª parte: Chiva)
Por Nònimo Lustre
En las dos entregas anteriores de esta microserie, hemos insistido en que la dana causó innumerables desastres y que, buena parte de estas calamidades, se debieron a que las autoridades autonómicas son una panda de neofranquistas que aborrecen genética e históricamente, de la Ciencia -cronológicamente, las alertas rojas de los científicos de la AEMET, o Meteorología, fueron las primeras en ser ninguneadas. Hoy, seguimos ampliando el caso de Chiva (cf. anterior ensayito) mediante unas acotaciones provenientes de la Ciencia Histórica. Gracias a la consulta de un clásico de los geógrafos valencianos (Cavanilles 1797, *) encontramos la última raíz de los orígenes de la dana: la expulsión de los moriscos (año 1609) Considerados como herederos de los mudéjares medievales -siglos después fueron llamados mudéjares antiguos-, su genocida deportación fue inhumana, pírrica y dañina para toda España. Merced a la complicidad entre una feroz jerarquía católica ‘reconquistadora’ y una aristocracia vorazmente devoradora de tierras, los campos alrededor de las nacientes hasta la desembocadura del hoy tristemente famoso barranco del Pollo, pasaron a ser tierras de señorío cuando antes fueron tierras de realengo. Y los antiguos labradores perdieron sus campos, su autonomía -reyes y virreyes estaban lejos para oprimirles- e incluso su vida, para degenerar en jornaleros sin-tierra al servicio de una nobleza local absentista. En consecuencia, las tierras que originan el sempiterno barranco fueron abandonadas a la calamidad.
Aunque parezca que aquella decisión político-religiosa ocurrió en la lejanía de hace cuatro siglos, si estudiáramos Historia incluyendo la gran importancia de los atentados contra la Naturaleza, encontraríamos que esos atentados subsisten en el tiempo mucho más allá de las regias dinastías -en este caso, Austrias y duques. Es una perogrullada pero la dana nos autoriza a subrayar que la Tierra dura más que los humanos. Por haber menospreciado esta banalidad y por priorizar la Historia ad hominem -innecesaria, reaccionaria, rutinaria e imposible de verificar-, pero, sobre todo, por ignorar una Historia ‘ecológica’ que, en el fondo, sólo sería la continuación de la antigua “Historia Natural” de la Ilustración, hoy sufrimos sus gravísimas consecuencias.
(*) Antonio Josef Cavanilles. 1797. Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia (Libro III, Poniente ó tierras Occidentales) Imprenta Real, Madrid
Palabras de Cavanilles sobre Chiva
A medida que se camina al oeste ó norueste el suelo es mas quebrado, sucediéndose montes cada vez mas altos. Hállanse los mayores y los mas fragosos en el término de Sieteaguas, los quales unidos á los de Chiva forman las Cabrillas, sitio peligroso por los malhechores que abriga. Todos los montes de la comarca son calizos: que hay colinas de yeso, cañadas y barrancos fértiles, principalmente en las cercanías de las fuentes, que son en gran número; y sus aguas excelentes y copiosas, que se aprovechan para el riego (página 38)
Lo quebrado y desierto de aquel recinto, y el estar muy cerca del camino real, favorece la mala inclinacion de algunos foragidos que asaltan y roban á los pasageros. Son sumamente peligrosas las seis leguas que hay desde la venta de Chiva hasta salir del reyno. Escogen los salteadores algun punto elevado, desde donde sin ser vistos descubren los que viajan, y seguros del momento en que estos deben pasar por desfiladeros, barrancos ó gargantas, salen y cometen impunemente sus maldades
Se perpetúan estos insultos á la humanidad y á la justicia, porque los Ayuntamientos de los pueblos vecinos ó los miran con indiferencia, ó no tienen bastantes facultades para reprimirlos. No quiero yo decir que los ladrones sean del Condado ni de Chiva, poblaciones contiguas al teatro de horror: sé que allí se refugian malhechores del reyno y de otras partes; pero el mal exemplo renovado tantas veces en sus tierras puede contagiarlos, y suministrar á los inocentes que padecen, ideas poco favorables á los vecinos del Condado (p. 40)
Mejoró con el tiempo la condicion de los lugares casi despoblados; las pérdidas que causó la guerra de sucesion luego se reparáron de suerte, que á mediados del actual siglo habia ya en Chiva 400 vecinos… [se] avivó los deseos de ser felices; empezáron á trabajar con teson, y redoblando cada dia sus esfuerzos hicieron progresos admirables. Son ya actualmente muy cerca de 800 los vecinos de Chiva…
Deportación de los moriscos. Los cerros del fondo no son los del barranco del Pollo (o Poyo) pero el verdor de las tierras moriscas representa el desastre hídrico que resulta cuando es sustituido por el amarillo erial.
… Yace Chiva en la raiz de un cerro, en cuya cumbre se conservan las ruinas del castillo, fuerte en otro tiempo por su posicion natural, y por las torres y triple órden de murallas que tenia. Parte de la villa se halla junto al cauce de la rambla, temible en sus avenidas, como se vió en la furiosa de 1775, que asoló edificios y mató mucha gente (p. 42)
Los frutos de Chiva son 2400 libras de seda, 1250 cántaros dé vino, 150 arrobas de pasa, 500 de aceyte, 700 de algarrobas, 2500 cahices de trigo, 1800 de maiz, bastante cantidad de cebada, legumbres y hortalizas…. Ademas de la agricultura hay en estos pueblos la industria de manufacturar el esparto, y en Chiva la de la arriería, que produce sumas considerables (p.49)
Pero, si retrocedemos en la numeración, nos topamos con la cita clave: En 1600 habitaban aquella extension de tierra pastores y labradores, que componian poco mas de 200 familias, casi todas de Moriscos, distribuidos entre Godelleta y Chiva: se verificó á pocos años la expulsión de aquellos, y quedáron poco menos que desiertos los lugares, abandonados los pocos campos de cultivo, y convertido todo el término en un bosque silvestre, y en guarida de fieras (p. 42, nuestras negrillas)
La Chiva coetánea con la deportación
Chiva era morisca desde mucho antes de que comenzara el acoso y derribo de la morería. Ejemplo: “En Valencia, a 13 de febrero de 1567, ante el inquisidor Manrique compareció Mosen Miguel Jerónimo Sampere, presbítero rector de Chiva, el cual dijo que: Ha visto en la villa de Chiva que a don Cosme y a don Joan Abenamires, hermanos, nuevos convertidos de moros, vecinos de Benaguacil, les tienen muy gran respeto, y tienen grande comercio con moriscos, y les hacen grandes 5alemas los moriscos; y al dicho don Joan, cuando viene a Chiva le llaman Ali y le besan la mano y la ropa; y ansi mesmo a don Cosme le llaman nombre de moro, no se acuerda si le llaman Amet o Abrahim; y que es fama publica en Chiva que los susodichos don Joan y don Cosme viven en la secta de Mahoma, y se escandalizan muchas personas de verles traer armas” (cf. Mercedes García-Arenal, 1975, Los moriscos, Editora Nacional, Madrid, ISBN: 84-276-1274-5) Y, asimismo, “En Chiva hay un alfaqui llamado Xixonet que enseña el Alcorán y las practicas mahometanas a los muchachos moriscos” (ibid., 183)
La Chiva morisca era “una sociedad alfabeta y diglósica, que intenta escribir en árabe literal, y en la que muchos de sus miembros llevan en árabe libros de cuentas y escriben mensajes y cartas. Como narra un testigo “quando tienen la pasqua o quaresma de moros le embian al dicho Çoayat Muça de otros lugares cartas en algarabía avisándole de como es ya la pasqua o quaresma para que dé aviso a los otros lugares que ayunen y hagan las ceremonias de moros y así él da aviso a los de Chiva y a otros lugares” (Miguel Muza vecino de Chiva) Circulaban además libros de polémica religiosa contra los cristianos. El mismo Muza, “leya un día un libro en algarabía delante de muchas personas, el qual libro contenía una disputa de Mahoma con un cristiano que dezía cómo Mahoma abia vençido al cristiano, y dixo a los que le oían ‘veis como vale más la ley de Mahoma que no la de los christianos’ e […] mostró mucho plazer y alegría dello”. Otro dice que Muza enseña a “ciertos mochachos que declaró la secta de Mahoma y cosas del Corán como son las oraciones del andurulehi y collua y a bisto salir muchas vezes los dichos mochachos de casa del dicho Muça con sus tablillas de deprender”.
En cuanto a los horribles delitos que se les imputan a los moriscos de Chiva, son los mismos que difaman a la morería en general. Los más habituales eran (y, en el fondo, los siguen siendo), que un morisco “arrancó una cruz de madera y la hizo pedaços y la echó en un estanque de agua” (Gaspar Alfarra, de Tales); otro “en la yglesia de Alçira había echo pedazos un cruçifixo y dicho muchas blasfemias y heregías” (Miguel Guillén); y otro, el hijo de Joan Bamer, “dio de palos a una cruz del camino saliendo de Castellón” (libro 937 [1590] 225); Gaspar Melon “tiró una piedra a una cruz del camino”; Joan Burrido estaba preso “por haber acuchillado a una cruz”; Miguel Boronbon de Yátova, “tiró una piedra a una cruz y después quiso derribarla”; Miguel Fandaix “quebró una cruz y le dio de puntapiés”. La enumeración continúa larguísima; sólo añadiremos al ya citado Miguel Muza que “quando era justicia traya la cruz del palo por tierra” (cf. Ana Labarta, 2011-2013, “La cultura de los moriscos valencianos”, en Sharq al-Andalus, 20)
Comentarios
Desconfiemos de las noticias que aparecen en los medios -no lo decimos sólo nosotros sino también el intrépido (es un decir) Felipe VI durante su visita a Paiporta. Un ejemplo, a Cavanilles le citan en titulares gordos como que escribió: “El libro de 1795 que predijo la destrucción de la actual DANA con «cadáveres esparcidos a dos leguas»” La cita puede parecer oportunista pero también añade datos que se aproximan a la Historia: “El riesgo de inundación en el barranco del Poyo, efectivamente, se conocía. Ha sido un fenómeno recurrente, como atestiguan las 67 crecidas reconocidas en el Catálogo Nacional de Inundaciones Históricas. Más de una decena se han producido en este siglo“ (I. Viana, ABC, 09 nov 2024) Muy diferente fue la opinión del entonces arzobispo de Valencia quien, “con severidad y amonestando a su grey, denunció la “gran riada de laicismo radical y beligerante que pretende inundarlo todo”, una riada mayor y “mucho peor que aquella que destruyó Valencia, hace hoy 50 años” (07 nov) Bueno, no nos estremezcamos porque el oficio obispal sólo puede ser tremendista.
En este sentido, el Vaticano se cree obligado a limpiar su hemeroteca, especialmente la que registra la vesania de uno de sus capitostes: el arzobispo de Valencia entre 1568 y 1611, (san) Juan de Ribera, patriarca de Antioquía, miembro prominente del Consejo de Estado -hoy elevado a los altares-, quien fue el más fervoroso adalid de la expulsión de los moriscos (tanto que el Consejo de Estado, reunido en Madrid, ordenó recoger sus soflamas), consiguió recortar ¡a tres días! los plazos de la expulsión y endurecer, todavía más, las condiciones del genocidio. Hoy, al imposible rescate del santo ha acudido el cura M.A. Bondia, quien ha parido Un santo, político y pastor en el siglo XVI. Juan de Ribera, un (digamos) libro en el que dice demostrar la santidad del violentísimo arzobispo -y, de paso, combatir la leyenda negra sobre su egregia figura. A la postre, estas tergiversaciones dizque cultas, se inscriben en el ámbito populachero auspiciado por periodistas locales que escriben con agua bendita: En medio de tanto dolor incomprensible, no estamos solos: tenim Mare, no estém desamparats, reza una vieja estrofa del himne de la coronaciò de la Mare de Dèu dels Desamparats -señalamos el pecado pero no al pecador.
Sin embargo, la Iglesia no se conforma con una Virgen. Especializada en el mercado de futuros -la buena vida postmortem-, necesita más prodigios: El milagro del cáliz de Paiporta: dos metros de barro en la sacristía y el paño que cubre la copa “sin una sola mancha” (10 nov) Lo asegura el párroco de San Ramón, un cura que, pese a ser gallego, no responde a una pregunta con otra pregunta. Él no duda: ha comprobado ¡el milagro del Fairy!, un prodigio al alcance de todas las señoras.
Para no hacer demasiado largo este cuento, finalicemos este acápite con un personajillo de perversidad aún más insidiosa que la de los curas: el Inmortal (por académico) Pérez-Reverte quien, en su intensa tarea de cortesano filofascista -sinónima de estar-al-sol-que-más-calienta-, aportó su granito de equidistante arena hiper-monárquica jurando que, durante la visita del rey a Paiporta: “Me ha gustado hoy el Rey: templado y valiente, aguantando y dando la cara mientras Sánchez se largaba y a Mazón, como es bajito, no se le veía [estrafalaria manera de defender al PP] Lo que no comprendo es cómo se ha presentado allí acompañado de esa gentuza [la frase demagógica que más le gusta, los políticos, todos los que no son fascistoides, son gentuza] ¿Estuvo don Arturo en Chiva? La duda ofende: por supuesto que no.
Culto colofón
Las cantidades que se manejan sobre la repercusión que tuvo la deportación de los moriscos que cultivaban y conservaban esa tierra que, cuatro siglos después, sería arrasada por una dana, se pueden consultar en muchos textos accesibles. Sólo vamos a destacar un detalle: el duque de Lerma y el arzobispo Juan de Ribera (luego santo), planearon que la expulsión no afectaría a un 6% de cada localidad. ¿Para qué tanta magnanimidad?: para facilitar el asentamiento de los repobladores, colonos prestos a robar el trabajo y las tierras de los moriscos expulsados -pero no su sabiduría agrícola porque esa experiencia les parecía superflua e incluso pecaminosa por su tintura mahomética.
Miguel Muza y los demás mudéjares antiguos o moriscos, habían protegido durante siglos las tierras en las que nace el barranco del Poyo. Cuando, la morería fue sustituida (tras un número que nunca conoceremos de rebeldes asesinados), por un aluvión de colonos, al poco tiempo se observó que las tierras no funcionaban como freno a las riadas. ¿Por qué?: porque los usurpadores no eran campesinos/labradores sino jornaleros –si lo prefieren, campesinos-sin-tierra. Es plausible suponer que el duque de Lerma, valido de Felipe III, repartió esa comarca entre sus amiguetes -por ejemplo, en Chiva, el marqués de Aytona. Estos sátrapas provinciales llevaron a sus mesnadas pero nunca les concedieron la propiedad de las tierras robadas. Independientemente de que provinieran de territorios parecidos a los del barranco del Pollo y sin conocer si eran o no hábiles agricultores, los labradores ahora mutados en jornaleros -puede decirse, proletarios rurales-, fueron forzados por las semi-esclavistas condiciones de trabajo, a la triste característica del proletariado aunque sea rural: la emigración. Cuatro siglos después, el aumento de la población despertó lo que el sabio geógrafo describió en la Chiva del siglo XVIII: “los deseos de ser felices; empezáron á trabajar con teson, y redoblando cada dia sus esfuerzos hicieron progresos admirables” (cf. supra, Cavanilles: 42), una minúscula industria semi-familiar que está detrás de los lodos que ahora combaten los voluntarios -ojo, esos lodos no son inocuas mezcolanzas de agua y tierra sino que son lisamente ponzoñosos.
En resumen, si observamos la actual Tragedia desde la Historia Natural, los desastres causados por la deportación de los moriscos no han terminado. Más aún, son la raíz histórica del desastre de esta dana del 2024. Quizá convenga recordarlo cuando topamos con los proto-para-expulsados, los inmigrantes moros contemporáneos.
Caro Baroja, quien, como es bien sabido, desde 1957 publicó sobre los moriscos del reino de Granada, sobre los moriscos en general, escribió: Desde el momento de la expulsión se planteó dentro de España el problema de sus efectos en la agricultura y aun en las manufacturas. La gente común creía que el mal había sido grande, pero que por encima del mal estaba la defensa de la fe y de la unidad política. Los historiadores de los países hostiles a la monarquía hablaron luego de la medida como de un acto que privó a España de seiscientas o setecientas mil personas. Estas cifras da Voltaire en el Essai sur les moeurs et l’esprit des nations…. Los historiadores modernos no están aún de acuerdo al calcular el número, pero los más autorizados aceptan la antigua, ya de más de 270.000 de los expulsados.
Pese a los valiosísimos aportes de este Gran Sabio, continúan -y continuarán-, los debates académicos sobre los moriscos. Veamos uno de los más imbricados en la actualidad española: “Tulio Helperin hace medio siglo contempló la cuestión morisca valenciana en clave política como un “conflicto nacional”, donde los moriscos se constituían en una parte identitaria, al haber generado fuertes lazos de solidaridad interna… Escribe Perceval: “No se puede por tanto afirmar algo o nada sobre la voluntad de los moriscos, los intereses de los moriscos… Hacerlo es realmente perverso aunque se envuelva inocentemente de los datos positivistas de costumbre, y tiene una intencionalidad clara: demostrar la imposibilidad de su inserción en la otra unidad, la importante, la de la nación española. Al igual que, como en el momento actual, señalar que es imposible integrar personas de origen islámico en otra unidad mayor, Occidente. En ambos casos, dos historiografías se han sucedido desde 1609 hasta la actualidad y continúan produciendo un interesante “saber” segregador. Sólo si creemos en el Volkgeist o espíritu de los pueblos, se puede demostrar la inevitabilidad de la expulsión o si creemos en el destino natural de una nación”. Y añade Perceval que “los moriscos existieron”, si bien otro asunto sería saber si se sintieron identificados con el apelativo por el que eran conocidos en lugar del de “cristianos nuevos de moros” que era su denominación oficial.” (cf. José Antonio González Alcantud (2012) “Los moriscos y su antropología. Reflexiones al hilo del cuarto centenario de la expulsión de los moriscos de España”; en Gazeta de Antropología, Granada.)
BANDO DE EXPULSION DE LOS MORISCOS DE VALENCIA. PREGONADO PÚBLICAMENTE EN VALENCIA EL DÍA 22 DE SEPTIEMBRE DE 1609. EL REY, y por su Magestad Don Luis Carrillo de Toledo Marques de Carazena, señor de las villas de Pinto y Ynes, Comendador de Chiclana y Montizon, Virrey Lugartiniente y Capitán general en esta Ciudad y Reyno de Valencia por el Rey nuestro señor. A los grandes, Prelados, Titulados, Barones, Caualleros, Justicias, Iurados de las ciudades, villas y lugares, Bayles generales, Gouernadores, y otros cualesquier ministros de su Magestad, Ciudadanos, vezinos, y particulares desde dicho Reyno…
Finalmente, pedimos perdón porque la siguiente cita es casi un chiste privado: En cuanto a las escasas y/o numerosas exenciones al decreto de expulsión, algunos autores opinan que fueron concedidas ‘a gran escala’. Salvo en algunas ocasiones como las de “Alcántara y Valencia de Alcántara que tenían menos de mil moriscos entre ellas” (cf. Mercedes Garcia-Arenal y Gerard Wiegers (2013; eds) Los Moriscos: Expulsion y Diaspora. Una perspectiva internacional; Valencia, ISBN 978-84-370-9072-6)
Última hora
Cerca de Chiva, existe el Coto del Reatillo, un coto privado de caza englobado en la finca Casa Vieja (empresa Borcier SA), propiedad (entre otras muchas de la zona) de la marquesa Mª de Borbón y Rojas, prima del rey Emérito -¿heredera directa o indirecta del antes mencionado marqués de Aytona?. En la posguerra, la aldea del Reatillo fue campamento del maquis; ahora la habitan 4 ancianos. La dana derribó el puente que la unía con la carretera CV-395 y los damnificados del área se han visto obligados a atravesar una esquina de la finca de la marquesa para salir de su aislamiento -léase, para sobrevivir. Pues bien, Ramón José de la Cierva García-Bermúdez (descendiente de de la Cierva, aviador santificado por Franco), socio, administrador o lo-que-sea de las innumerables propiedades de la sra. marquesa, ha protestado para que los damnificados no vuelvan a interrumpir el descanso de sus bestezuelas. Y ha cometido un error: expresar en el punto 5 de su denuncia “Que la vía destruida no nos corresponde a nosotros su reparación.” Es decir: que la marquesa evita el pago de bienhechurías en su coto porque esa es tarea del Estado (cf. noticia Primos del rey emérito se quejan por carta de que vecinos de una aldea dañada por la DANA pasan por su finca, L. Marco y S. Pitarch, eldiario, 12 nov 2024)
La pretensión parecerá ridícula pero es habitual en esta España lastrada por el neofranquismo: la susodicha marquesa sigue el mismo procedimiento al que se han acostumbrado los propietarios (el Vaticano) de semiderruidas ermitas e iglesias para lograr que los fondos comunes de un país oficialmente aconfesional, les restauren sus lóbregos aquelarres. En este caso cercano a Chiva, no son los ecónomos de las diócesis sino sus fieles devotos, los caciques neofranquistas, los que se aprovechan ¡hasta de la dana! para mejorar sus cotos a costa del ahorro popular que representan los Bienes Comunes, consuetudinariamente saqueados por el Estado -a veces llamados Tesoro de la Nación.
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UN gran artículo que ilustra perfectamente la irracionalidad, la negigencia y el desprecio por el pueblo y el progreso durante siglos,de los llamados dirigentes en esta España de pandereta. Políticos, banqueros, magistrados, cortesanos..una lacra que debe ser eliminada