El pobre de Asís…
Por Pepe Gutiérrez-Álvarez. LQSomos.
Existe al menos una excepción: Francisco, juglar de Dios (Francesco, giullare di Dio, Italia, 1950), una auténtica obra maestra realizada por Roberto Rossellini, entre sus dos mayores trabajos con Ingrid Bergman: Stromboli (1949) y Europa 51, y en las que resulta patente los sentimientos franciscanos tanto en el panteísmo de la primera como en la convicción de la segunda de que el cristianismo comporta la ruptura con todas posiciones instaladas y de privilegios.
Rossellini efectuó una recreación modélica de once episodios de Las florecillas comenzando con el regreso de Francesco desde Roma a su cabaña y acabando con la dispersión de los frailes para predicar por el mundo.
Basada en un guion propio en el que colaboran Fellini y Sergio Amidei -responsables de Roma, ciudad abierta-, además de Feliz Morlion y Antonio Lisandro.
En las enciclopedias, esta película se registra ante todo porque supone una adaptación del neorrealismo a un cine religioso muy lejano del que hemos analizado. Se habla de una realización humana colectiva y no de un sometimiento. La tónica naturalista comienza por el grupo actoral en el que el único profesional es el inmenso Aldo Fabrizi, y Francesco fue interpretado por Fray Nazario, un franciscano. Toda la película respira sencillez y autenticidad por los cuatro costados. Como suele ocurrir con el cine religioso digno de tal nombre Francesco giullare di Dio fue un fracaso comercial, careció de apoyos de cualquier tipo y no se estrenó comercialmente entre nosotros. Rodada en blanco y negro limpio y claro fotografiado por Otello Martelli en escenarios naturales, Francesco giullare di Dio rehúsa a cualquier espectacularidad, aunque sea decorativa, se transpira austeridad, sencillez, de una autenticidad extraño en el cine religioso convencional, a veces carente incluso de sentido del ridículo como es patente en la escena de la llegada de Fray Ginepro desnudo porque ha regalado su hábito a un pobre.
Existe una belleza, pero se trata de algo interior, inherente al contenido eminentemente «franciscano» en la forma y en el fondo. Su neorrealismo provocador, responde a la misma manera de ver las cosas de alguien como Francesco que optó por los de abajo, que no podía perdonarse darle la espalda a los leprosos como una gracia, y que soñaba una armonía con una naturaleza que veía como la manifestación más evidente del Dios del amor, de un Dios al que creía acercarse a través de las obras. Más que una biografía de Francesco, Rossellini estructura libremente doce episodios que encadena con plena libertad, sin subrayados ni grandilocuencia, sin músicas sacras ni grandes palabras. Comienza con el “Laudato” que es todo un manifiesto, una oración que suena extraña a los que estamos acostumbrados a oír oraciones manidas, sin relación alguna con lo que se vive. Luego se inicia la acción cuando Francesco y sus discípulos vuelven de Roma en una noche especialmente lluviosa, y consienten dulcemente que un campesino mal encarado los expulse de su propio hábitat, y por única respuesta el grupo alaba al Señor bajo el agua y el frío hasta que amanece.
La ‘ficha’
Francesco giullare di Dio. Año: 1950. Duración. 83 min. País: Italia.
Reparto: Nazario Gerardi, Aldo Fabrizi, Aribella Lomaitre, Roberto Sorrentino, Severino Pisacane.
Dirección: Roberto Rossellini. Guion: Roberto Rossellini, Federico Fellini, Brunello Rondi.
Música: Renzo Rossellini. Fotografía: Otello Martelli. Productora: Rizzoli Film
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