El sueño de esta Europa produce monstruos
Juan Gabalaui*. LQS. Noviembre 2018
Convertir el fenómeno de la inmigración en una guerra, la llegada de inmigrantes en un ataque y a estos en enemigos…
Apenas atraen la atención. Son noticias que suelen pasar desapercibidas entre tanto ruido mediático sobre Catalunya y la confrontación política liderada por el nacionalismo español de Ciudadanos. Hace trece días el ministro de interior italiano, Matteo Salvini, ordenó el desmantelamiento de un campamento de acogida de refugiados. Salvini declaró que expulsar a la gran cantidad de inmigrantes ilegales que nos traen la guerra a Italia es mi deber. El deber de un gobierno es defender a los ciudadanos de su país del ataque de los enemigos. Y esto es lo que hace Salvini. Convertir el fenómeno de la inmigración en una guerra, la llegada de inmigrantes en un ataque y a estos en enemigos. Esta simplificación falseada de la realidad es comprada por muchos italianos y otros europeos que, frente a la precarización de sus vidas, convierten a los inmigrantes en un chivo expiatorio propicio para desahogar su frustración. Nadie les ha dado una mejor explicación que la del fascismo italiano.
Ese mismo día se desalojó un edificio municipal, en la ciudad de Foggia, donde vivían 150 gitanos. Salvini se refirió al desalojo como una liberación. Los gitanos han sido objetivo de los gobiernos de diferentes países de la Unión Europea a lo largo de la última década. Austria, Eslovaquia, Rumanía, Francia, Italia o República Checa han aprobado medidas dirigidas a su expulsión, discriminación y segregación. En países como Eslovaquia se han construido muros que les separan del resto de la población o les segregan en las escuelas. Se han quemado sus campamentos en Marsella o Napoles, se les ha amenazado, insultado y agredido en países como República Checa, Grecia o Eslovaquia. Nicolas Sarkozy, expresidente francés, ante las críticas de Viviane Reading, vicepresidenta de la Comisión Europea, por la deportación de población gitana, replicó que si tanto le importan los gitanos, que los acoja en Luxemburgo, país de origen de Reading. Un mes después la vicepresidenta renunció a expedientar a Francia. La liberación de Salvini tiene que ver con expulsar, quemar campamentos, construir muros, agredir o discriminar sin que nada pase.
Esto no lo ha inventado Salvini. Es una realidad que nos acompaña desde hace años sin que a las sociedades europeas les importe demasiado. Nadie ha iniciado campañas al estilo je suis charlie porque nadie quiere ser gitano. No es que los medios no informen de estas violaciones de los derechos humanos y de los principios fundamentales de la Unión Europea sino que pasan desapercibidos y dejan de tener un recorrido mediático inmediato, oculto tras el ruido de otras noticias insustanciales. Aunque estas realidades nos hablan de la naturaleza del espíritu europeo. Mirar hacia otro lado dice mucho de nosotros mismos. Los demandantes de asilo en el Estado español pasan la noche a la intemperie para solicitar asilo. Les dan cita para el año 2020. Este desprecio, esta falta de respeto, la permitimos mientras disfrutamos del black friday. En la Unión Europea han declarado la guerra a la inmigración y se continúa el ataque contra la población gitana. Si no decimos nada nos estaremos posicionando en uno de los bandos. Y sí, es el de Salvini y colaboradores.
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* El Kaleidoskopio
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