El termómetro
Euskal herria ha sido un laboratorio de represión donde se puso a andar la maquinaria que hoy, campa a sus anchas en todo el estado.
A estas alturas, digan lo que digan, las evidencias cantan.
Los presos siguen lejos de sus casas, políticos, sindicalistas, activistas guardados con siete candados en la cárcel, las ilegalizaciones continúan y los muertos caen en celdas de impunidad y de venganza.
Nuestras calles son un clamor que no se escucha en el centro.
Hacen oídos sordos no sólo los ejecutores, también aquellos que dicen arrimarse a la izquierda.
Ah, eso sí, si se habla de Palestina o del Sáhara, todos de acuerdo.
Si se habla de Cuba o de Venezuela, también, todos a una, pero Euskal herria no se toca, es el grano molesto que les sale en el culo de su coherencia.
Y así las cosas, arrimándose a lo correcto, los bienintencionados, seguro, recogerán votos pero perderán conciencia.
Por eso, es bueno usar este termómetro para saber hasta donde serán capaces de llegar estos zurdos de nuevo cuño, es decir, si en sus discursos, incluyen denuncias de torturas, encarcelamientos preventivos, represión a manos llenas, yo les creo.
Si pasan de largo con esto, pienso que son tuertos y yo que no soy nadie, apenas esta poeta pueblerina, escucho sus cantos de sirena aferrada al mástil de los dolores de mi pueblo, no vaya a ser que me convenzan.
– Viñeta de Kalvellido