Entrampamiento o verdad y reparación
Efraín Viveros Filigrana*. LQS. Noviembre 2020
El régimen siempre ha contado con gentes necias, con personajes siniestros, quienes pretenden que al repetir muchas veces una mentira pueden, no sólo ocultarla, sino desaparecer la verdad. Son verdaderos expertos en el entrampamiento.
Por estos días ha visto fariano Santrichcomo periódicos y emisoras de radio y TV han difundido numerosos audios y videos sobre el supuesto caso de tráfico de estupefaciente del fariano Santrich, a la sazón Representante a la Cámara del partido de la rosa, surgido de los acuerdos Santos-Farc. Esas pruebas las ocultó y manipuló sistemáticamente el exfiscal Néstor Humberto Martínez, con el auxilio de la DEA y la justicia yanqui.
El exfiscal Martínez, cuyas hazañas contra la verdad y la justicia conforman un largo listado en su actividad pública y privada, es premiado por el gobierno del títere de Washington, Iván Duque, ocupándose embajador de Colombia en España. Allá se podrá entender bien con mentirosos como el PSOE, que firma declaraciones por la democracia en la posesión del presidente de Bolivia y atiende a manteles al Álvaro Uribe Vélez de la hermana república de Venezuela, al criminal Leopoldo López.
Los audios difundidos, que ocultó el exfiscal Martínez, muestran la trampa contra los hoy vueltos guerrilleros, Santrich y Márquez, quienes renunciaron a su desmovilización al ver que era inútil esperar cumplimiento de tratos con la oligarquía, así ella sea la beneficiaria de lo pactado.
Similar entrampamiento a la verdad se vivió al abordar la autoría de la muerte de Álvaro Gómez Hurtado. La familia del fallecido político conservador, en su afán de volverlo mártir de la democracia, luego de tramitar su caso como un magnicidio, ha pretendido obtener miles de millones de pesos de los colombianos.
Esta pretensión de la familia Gómez y la godarria oligárquica, liberal y conservadora, es una verdadera revictimización del pueblo colombiano, castigado con los asesinatos de la llamada “violencia” instigada por Laureano Gómez y su hijo Álvaro, completada con el saqueo del fisco para pagar indemnización por la muerte de un criminal de guerra.
Esa revictimización ha sido justificada por algunas corrientes de opinión que, obnubilados por las imágenes de Álvaro Gómez en la mesa directiva de la Asamblea Constituyente del 91, creen que Gómez Hurtado cumplió una “pena restaurativa” al aceptar las conclusiones de esa Asamblea, de manera que debemos olvidar su participación como parte del liderazgo intelectual de la guerra civil de los años 50 y en los crímenes derivados de su clamor por la Operación Marquetalia que atizó el surgimiento de tres organizaciones insurgentes en Colombia: las Farc, el ELN y el EPL. Esas guerrillas ahora son tratadas desde el gobierno de Santos como GAO (Grupo Armado Organizado), como un asunto delincuencial, visión que impide dar tratamiento y solución política al conflicto armado, y de esa manera impedir el logro de la paz con justicia social, paz negada con los acuerdos de La Habana, a su vez negados con el pacto del Teatro Colón posterior al fracasado plebiscito de Santos.
Ni Gómez Hurtado, ni Uribe, ni Martínez Neira, Ni Santos o Vargas Lleras son los adalides de la verdad, ni Biden, ni Rusia, ni China u otra potencia dan lugar a expectativas sanas para los pueblos del mundo. Los líderes y lideresas de la oligarquía y el imperialismo están por negar la verdad, la justicia y la reparación colectiva, para los pueblos.
La lucha popular, en medio de esta depresión económica que va para años, debe llegar a nuevos niveles en sus formas de trabajo frentista, de organización, en la unidad de acción más profunda y amplia, así como en la aplicación de una gran combatividad en las formas de lucha para lograr la verdad, la justicia, la reparación y derrotar los entrampamientos políticos de los distintos agentes del capital nacional y transnacional.
* Profesor de la Corporación Aury Sará Marrugo y del CIEP. Compromisario del CSNCGM en la USO. Sección afro del MCP. eviveros1951@yahoo.com
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