Entre el hambre y la mentira: seguridad alimentaria en la OMC
Por Eduardo Camín*.
El programa de trabajo sobre la seguridad alimentaria del Comité de Agricultura de la Organización Mundial del Comercio (OMC), centrado en las necesidades de los países menos adelantados (PMA) y los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios (PDINPA), entró en una etapa decisiva con la meta de alcanzar un acuerdo sobre las recomendaciones para noviembre próximo
El coordinador saliente, Marcel Vernooij (Países Bajos) señaló que «El propósito de mis sugerencias es agudizar sus debates posteriores a agosto para permitirles obtener resultados tangibles de los muy ricos debates y conversaciones que hemos mantenido en el marco del programa de trabajo».
Los participante hicieron hincapié en la necesidad de un equilibrio entre las medidas inmediatas a corto plazo para responder a las emergencias y los esfuerzos de fomento de la resiliencia a largo plazo, y subrayaron la importancia de abordar los problemas de financiación a que se enfrentaban los PMA y los PDINPA en el fortalecimiento de la producción y la resiliencia.
Examinaron la necesidad de aumentar la transparencia en el comercio y los mercados internacionales y regionales de alimentos, racionalizar los requisitos de transparencia de la OMC sobre la ayuda alimentaria internacional y mantener un equilibrio entre las dimensiones de importación y exportación de las recomendaciones propuestas.
Egipto consideró que eximir a los PMA y los PDINPA de las restricciones a la exportación debería ser una «regla general». Propuso establecer un marco en la OMC sobre coordinación y evaluación de la ayuda alimentaria y sugirió establecer mecanismos de financiación específicos para los países importadores de alimentos. También abogó por un enfoque global para abordar la seguridad alimentaria, que abarcaría «asistencia para el desarrollo a largo plazo, soluciones a corto plazo y flexibilidades relacionadas con el comercio».
El Grupo de Estados de África, el Caribe y el Pacífico (ACP) hizo hincapié en la necesidad de varias medidas específicas, incluida la simplificación y armonización de las reglamentaciones transfronterizas y la transparencia del comercio regional y mundial de alimentos, además de subrayar la necesidad de acceso a servicios e instrumentos de financiación de importaciones de alimentos bien diseñados, mantenimiento de las existencias mundiales de seguridad alimentaria y acciones responsables de importación y exportación durante la escasez de alimentos.
Además, hizo hincapié en la importancia de invertir las tendencias decrecientes en los desembolsos de asistencia oficial para el desarrollo (AOD) y la dependencia de los compromisos cuantitativos de ayuda alimentaria en virtud de la Convención sobre Asistencia Alimentaria para garantizar la suficiencia de la ayuda alimentaria durante los aumentos de los precios mundiales.
Las contradicciones del avispero occidental
Paradojalmente, en el marco de un organismo que está directamente ligado a través del comercio internacional a coordinar aspectos esenciales de las actividades agrícolas de los PMA, llamó la atención el tono con que se trataba este tema sobre la seguridad alimentaria, digamos que se actuaba casi como un contraejemplo al zumbido del avispero que montaba los países occidentales de la OTAN, junto a la prensa internacional sobre como Rusia llevaría a la humanidad a morir de hambre.
Una vez más todo se limita a la conjunción de las dificultades ocasionadas por la financiación. Algunos miembros destacaron que era esencial mantener las actividades agrícolas en los PMA y los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios en tiempos de crisis, y que urgía ayudarles a superar las dificultades financieras para garantizar el acceso de los agricultores a las semillas y los abonos.
Pero otros señalaron la limitada adopción del Mecanismo para las Perturbaciones Alimentarias del Fondo Monetario Internacional, un nuevo canal de financiación de emergencia para los países que luchaban por hacer frente a la subida de los precios de los alimentos, y también se plantearon la forma en que los sectores público y privado podían colaborar para hacer frente a la escasez de financiación.
El Grupo también examinó la financiación de las importaciones, incluidas las garantías y los créditos a la importación que podían proporcionar medios financieros complementarios a los gobiernos de los PMA y los PDINPA para apoyar a los comerciantes importadores y facilitar las importaciones de alimentos.
¿Culpa de Rusia? o la mala fe beligerante
Los marcos referenciales crean determinada realidad social dirigiendo la atención hacia lo que interesa y desviándola de los aspectos centrales de esa actividad o realidad. Esta atención selectiva resulta de gran utilidad en algunos casos, pero la capacidad de mantener cierta información al margen del marco de referencia cae presa de una confabulación que compra la comodidad social al precio de omitir importantes verdades.
Desde mucho antes de la guerra, jefes de organismos internacionales pidieron a gobiernos y países donantes la adopción de medidas urgentes para hacer frente a la crisis de seguridad alimentaria y nutricional sin precedentes, tras destacar que 349 millones de personas en 79 países sufren de inseguridad alimentaria aguda y que la prevalencia de la subalimentación va en aumento.
A nivel mundial, tanto la pobreza como la inseguridad alimentaria están aumentando después de décadas de progreso en el desarrollo. Las interrupciones de la cadena de suministro, el cambio climático, la pandemia de Covid-19, el endurecimiento financiero debido al aumento de las tasas de interés y la guerra en Ucrania han causado un shock sin precedentes en el sistema alimentario mundial, con los más vulnerables más afectados.
El Programa Mundial de Alimentos y la FAO necesitan urgentemente fondos para atender de inmediato a los más vulnerables. En 2022 proporcionaron asistencia alimentaria y nutricional a más de 140 millones de personas, sobre la base de un récord de 14 mil millones de dólares en contribuciones.
El Programa envió más de 3.000 millones de dólares en transferencias de efectivo a personas en 72 países y apoyó programas de alimentación escolar en 80 países, incluidos 15 millones de niños a través de apoyo directo y más de 90 millones de niños a través del fortalecimiento de los programas nacionales de alimentación escolar del gobierno.
Por su parte, la FAO ha invertido mil millones de dólares para apoyar a más de 40 millones de personas en las zonas rurales a través de intervenciones agrícolas urgentes. Estas actividades se centraron en los 53 países enumerados en el Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias.
Asimismo, el Banco Mundial está proporcionando un programa de seguridad alimentaria y nutricional de 30 000 millones de dólares para el período de 15 meses hasta junio de 2023, incluidos 12 000 millones en nuevos proyectos, todos los cuales se iniciaron antes de lo previsto y 3.500 millones en nuevo financiamiento para la seguridad alimentaria y nutricional en puntos críticos.
Hasta ahora, la nueva ventanilla para las crisis alimentarias del FMI ha respaldado a Ucrania, Malawi, Guinea y Haití, mientras que nueve países que enfrentan inseguridad alimentaria aguda se han beneficiado de su asistencia financiera a través de programas nuevos o ampliados, con un enfoque en el fortalecimiento de las redes de protección social y las políticas para ayudar a hacer frente al impacto de la crisis alimentaria.
Hay que destacar que la batalla sobre el grano ucraniano nada tiene que ver con los derechos humanos. El único interés que tiene son los de las multinacionales de la alimentación y los fondos de inversión occidentales, esencialmente estadounidenses, que han ingresado con capitales en las empresas de cereales ucranianos.
Aprovechando una serie de reformas legislativas durante el 2020 permitieron abrir las puertas de par en par, con una intervención apenas velada del Banco Mundial condicionando sus créditos a medidas que facilitarían la venta del suelo agrícola y el uso de la tierra como garantía para acelerar lo que ellos denominan la inversión extranjera en la agricultura ucraniana. A esto denominan facilitar el comercio y reforzar el papel del sector privado.
En realidad, los cereales (80 por ciento destinados a los países occidentales) como maíz, trigo, cebada y soja, son base de la alimentación, por ejemplo, de los cerdos ibéricos destinados a la categoría de cebo y cebo de campo. Éste es el punto ciego que sería una buena metáfora de la incapacidad para ver las cosas tal como son, una brecha en el campo de visión, un déficit de conciencia.
* Periodista acreditado en la ONU – Ginebra. Analista asociado al CLAE
Otras notas del autor
Síguenos en redes sociales… Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es Telegram: LoQueSomosWeb Twitter: @LQSomos Facebook: LoQueSomos Instagram: LoQueSomos