Escuchar a Pablo González es un ejercicio de libertad
Por Angelo Nero*
El periodismo, aún en tiempo de guerra, también resiste en las trincheras, en esas trincheras de la información donde hay periodistas que se juegan, literalmente, el tipo, por traernos esa verdad, a veces incómoda, que no siempre encuentra un medio que se quiera arriesgar a publicarla
“La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”, algunos atribuyen esta frase al gobernador de California, Hiram Johnson, que la habría pronunciado en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, aunque otros apuntan a que fue Esquilo, el dramaturgo de la antigua Grecia, que había combatido a los persas en Maratón y Salamina, a favor de la democracia ateniense, el que la pronunció primero.
Sea como fuera, lo cierto es que la guerra también se gana con mentiras, y si no que se lo digan a los troyanos, que fueron vencidos por un caballo de madera, y más aún hoy en día donde las redes son un auténtico ventilador de fake news, generadas ante el descrédito de los medios tradicionales.
Pero el periodismo, aún en tiempo de guerra, también resiste en las trincheras, en esas trincheras de la información donde hay periodistas que se juegan, literalmente, el tipo, por traernos esa verdad, a veces incómoda, que no siempre encuentra un medio que se quiera arriesgar a publicarla.
Pablo González es uno de esos periodistas, y en 2020, en Martuni, en una pequeña localidad de la República de Artsakh, a punto estuvo de dejarse el pellejo en un bombardeo azerí, del que se salvó, milagrosamente, gracias a un balón de futbol con los colores del Barça.
Esa infatigable búsqueda de la verdad lo llevó a buscar las causas de los conflictos de Kosovo, de Nagorno Karabakh, del Dombás, y, tras la invasión de Ucrania, volvió a buscar la verdad sobre lo que estaba pasando en un país que conocía bien, pero, desgraciadamente, las autoridades polacas se lo impidieron y, desde entonces, más de dos años ya, lo tienen secuestrado, ante la impasibilidad del gobierno español, al que parece importarle poco la verdad, y nada la suerte de un periodista español.
Tampoco parece que le importe mucho a nuestro gobierno los cien periodistas palestinos asesinados por el régimen sionista que está martirizando Gaza, mientras exige a Rusia la liberación del periodista norteamericano Evan Gershkovich.
Lo importante no es la verdad, si no el relato, y quién logre imponerlo, ese relato que se está imponiendo en Europa de que quizás sea necesario, ante una derrota más que inminente de Ucrania, entrar abiertamente en un conflicto con Rusia, para proteger la democracia, esa misma democracia que ignoró durante años al pueblo del Dombás, que ignoró, antes de ayer, la limpieza étnica en Nagorno Karabakh, o que es cómplice del Genocidio de Gaza.
A veces, para buscar la verdad, hay que tomar algo de distancia, caminar hacia atrás, al tiempo en el que Pablo González todavía podía hablar en libertad, y contarnos las claves de un conflicto que tenía muchas causas, muchos actores, y cuyo fuego se había avivado, con el Maidan, desde fuera.
En 2015, ahora nos puede parecer que hace mucho tiempo, Pablo, junto a su compañero Juan Teixeira, nos ofreció en Vigo la charla “Ucrania, la guerra civil desconocida”, que fue recogida por una productora local, y cuyo contenido está disponible en Youtube. Escuchar a Pablo González, mientras está silenciado en una cárcel polaca, sigue siendo un desafiante ejercicio de libertad.
– Libertad para Pablo – Free Pablo<
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