España, Suiza y el “negocio” de la caza del inmigrante
Leíamos y escuchábamos hace unos días que Suiza se blindaba ante los inmigrantes. Y pusimos, de inmediato, el grito en el cielo. Parlanchines, tertulianos, plumas-serviles y agitanadas se lanzaban a mostrar su indignación y su perplejidad ante el atrevimiento “del país helvético”. Se fueron llenando las mesas con micrófono de repentinos expertos y expertas que acudían al terreno cenagoso de la falsimedia para “dar luz” al público sobre el tema.
Nos escandalizamos. Suiza, un país que no forma parte de la Unión Europea, pero que firmó en su día los acuerdos sobre libertad de movimientos y tránsito por su territorio como parte del grupo de Shenguen, se ha atrevido a plantar cara, dejarse de eufemismos y mostrar, sin tapujos, su xenofobia.
La Unión Europea, un constructo que nada tiene de real ni de ideológico, sino que se basa exclusivamente en acuerdos entre las manos de mercados que juegan su partida mejor sobre un tablero que los une, se escandalizaba también, une filas, inspirada por ese súbito síndrome de ser tribu cuando es conveniente y se ven amenazas, que exhalan el aroma adictivo del dinero, y se lanza a la reprobación y a la indignación por la decisión de los suizos. Por supuesto, es una indignación moderada, otra perfomance más del círculo con estrellas que quiere ser la Unión Europa.
Pesa, y mucho, el miedo a que, si muestran su indignación y toman medidas contra Suiza (recordemos que no forma parte de su círculo) el país que es la banca de los corruptos y los intereses económicos turbios, monte en cólera y sus decisiones se extiendan a las entidades poderosas que se esconden tras las estrellitas del símbolo de la UE.
Nos escandalizamos no porque Suiza muestre su voluntad de cerrar puertas o lo que en términos eufemísticopolíticos se ha dado en llamar “limitar la entrada de inmigrantes sino porque las medidas que va a tomar nos van a afectar a NOSOTROS, a los europeos, esa pseudoraza, artificial y surgida por decreto, que nos hace superiores, indiscutiblemente, de los inmigrantes de verdad, de los pobres inmigrantes no europeos. Hemos pasado años sin darnos cuenta, curiosamente, de que el país del chocolate y los bancos lavadero va a cambiar, refrendado por un referéndum, unas cuotas, un límite a los ciudadanos de la UE que van a poder entrar, que YA estaba aplicando desde hace tiempo a países de Europa del Este. Claro que, no ha de olvidarse que ellos, los ciudadanos de la Europa del Este, son un caso distinto al europeo inmigrante. En eso, en la inmigración también hemos fabricado categorías.
La hipocresía es descomunal, vergonzante y difícilmente soportable a estas alturas en las que una crisis general (que afecta a todos los que no la han provocado) nos ha hecho, en cierto modo, abrir nuestra mirada y adquirir, aunque sea por nuestros estómagos y bolsillos vacíos, cierta consciencia.
Solo nos duele lo que nos toca, lo que supuestamente va con nosotros, lo que podría suponer una amenaza a la eternización de un estado de pseudo-bienestar que, ya deberíamos haberlo interiorizado, no existe y es únicamente un espejismo elevado frente a nuestros ojos bizcos por el sistema.
Nos echamos las manos a la cabeza porque un país se va a atrever a colgar en sus lujosos restaurantes, junto al cartel de NO ANIMALS el explícito NO INMMIGRANTS pero no miramos lo que sucede, lo que hacemos, lo que consentimos, por acción u omisión, en nuestro propio país.
Los últimos cadáveres se van contando con el ábaco de la vergüenza. Son catorce ya los cuerpos de los subsaharianos que murieron en su intento de borrar la frontera de roca y agua que les separaba, creían ellos, del inicio de una realidad distinta. Ellos no importan, la UE no reacciona ni advierte al gobierno provinciano y corrupto que nos “representa” que sus cotas de muerte de inmigrante tampoco son aceptadas. Ellos no son inmigrantes europeos, sino números de piel distinta que mueren, también de forma distinta, con una muerte más aceptable porque no tienen, muchas veces, identidad, nombre y apellidos.
Ellos son sin papeles que, por si no lo sabíamos, están entrenados para asaltar con extremada violencia las entradas a nuestro país (como se ha apresurado a explicar el delegado del gobierno en Ceuta) que justifica, cómo no, el uso de material antidisturbios (pelotas de goma y munición de fogueo) pero “nunca sobre las personas” y solo “al aire y para asustar”. Solo para asustar. Solo para asustar con un susto que no tiene marcha atrás y se llama muerte.
Tampoco se nos dice, lo que no puede ser pretexto de nuestra mirada hacia otro lado y nuestra inacción, qué negocio se ha gestado tras la caza del inmigrante en este país nuestro, tan grande, tan uno y tan libre (¡).
Ayer se contaban cadáveres y un representante de la policía afirmaba que “más valdría que las ONG se preocupasen no tanto por los inmigrantes sino por el estado de los policías heridos. Hoy el gobierno presidido por quien se emociona en países como Turquía más que ante el paro en su país, tiene previsto realizar 2 nuevos vuelos, que llaman vuelos de limpieza, en los que viajarán con billete de ida un grupo de inmigrantes que serán así deportados. Un vuelo saldrá de Barajas con destino Dakar, fletado por la compañía Air Europa. Trasladará, forzosamente, a decenas de inmigrantes senegaleses que han sido cazados en las redadas antiinmigrantes que se efectúan con cierta frecuencia y que se intensifican la semana previa del vuelo, como han denunciado inmigrantes y ONG, para aumentar la rentabilidad del viaje. Fletar un avión es caro así que hay que llenarlo de inmigrantes para que la acción sea rentable. Ya saben, la cantinela de “eficacia y eficiencia” que tanto usan los políticos. Cada dos meses aproximadamente, se realizan estos vuelos de limpieza. Estos vuelos de vergüenza. El segundo vuelo de hoy trasladará a inmigrantes marroquíes desde Barcelona y Madrid y aterrizará en Jerez de la Frontera. Allí serán conducidos en autobús, escoltados con un elevado número de policías, para ser conducidos en un ferry hasta Ceuta. En la misma frontera en la que se ha producido la represión salvaje del grupo de subsaharianos “violentamente agresivos”, según la policía, los policías españoles apartarán el recuerdo de los 14 cadáveres y entregarán a la policía marroquí a los inmigrantes deportados.
Lo que no nos dicen es que detrás de estos vuelos está la compañía Air Europa y un gran grupo de empresas que forman el Grupo Globalia. Y, como era de esperar, los cientos de millones de euros destinados a la limpieza de inmigrantes están adjudicados, sí o sí, a Air Europa y adláteres. Tras la compañía, un presidente, Juan José Hidalgo que, muy ufano, declaraba el diciembre pasado que “estamos preparados para salir en bolas con garantías de éxito” y que está imputado en la República Dominicana, ante lo que recuerda que es cónsul de este país en Baleares; que ha sido condecorado con la medalla de oro al mérito del trabajo y que, esto lo dejaba para el final, es CASUALMENTE amigo íntimo de un tal RAJOY.
¿A qué les suena? ¿A negociar con los inmigrantes?