Fe de ratas
Ana de Ita*. LQS. Octubre 2012
Se calcula que en México cada persona consume un promedio de 115 kilogramos de maíz al año. El maíz proporciona cerca de la mitad de las calorías y la tercera parte de las proteínas necesarias, por lo que es el sustento fundamental de toda la población
Mientras los científicos del Comité para la Investigación e Información Independiente sobre Ingeniería Genética (Criigen, por sus siglas en francés) alertan al mundo sobre los tumores, daños hepatorrenales, envejecimiento prematuro, trastornos en el sistema reproductivo y más anomalías, registrados en ratas alimentadas con maíz transgénico (Silvia Ribeiro, La Jornada, 6/10/12), Monsanto se apresura a cobrar el compromiso pactado con el presidente Felipe Calderón, de liberar la siembra de maíz transgénico en México, antes de que termine su sexenio.
En septiembre pasado, Monsanto solicitó los dos primeros permisos para la siembra comercial de 700 mil hectáreas de maíz en Sinaloa; unas semanas más tarde Pioneer Hi-Bred International solicitó tres permisos para la siembra comercial de 320 mil hectáreas en Tamaulipas. Los tipos de maíz transgénico que pretenden sembrar incluyen el maíz MON 603 de Monsanto, protagonista de los experimentos del doctor Seralini, del Criigen.
Usualmente en Sinaloa se siembran con maíz 300 mil hectáreas de riego, pero Monsanto solicitó que le aprueben 700 mil para este ciclo otoño-invierno. En diciembre próximo Monsanto pretende sembrar con maíz transgénico todas las hectáreas de riego existentes en Sinaloa, en los municipios de: Ahome, Angostura, Culiacán, El Fuerte, Elota, Guasave, Mocorito, Navolato, Salvador Alvarado y Sinaloa de Leyva.
En Tamaulipas, Pioneer pretende duplicar las hectáreas sembradas con maíz, utilizando transgénicos en los municipios de: Camargo, Gustavo Díaz Ordaz, Matamoros, Miguel Alemán, Reynosa, Río Bravo y Valle Hermoso.
Los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas que producen maíz para el mercado, utilizan semillas híbridas que compran año con año a las trasnacionales productoras como Monsanto, Pioneer, Dow, mismas que producen y promueven las semillas transgénicas. Si estas empresas deciden comercializar únicamente semillas transgénicas los agricultores no tendrán opción. Además, quienes decidan no sembrar transgénicos serán contaminados por los cultivos de sus vecinos, y su maíz se mezclará en el transporte, los silos, los elevadores o los almacenes. Tal como ocurrió en Estados Unidos, será imposible segregar el maíz transgénico del convencional y toda la cosecha terminará contaminada.
Sinaloa es el primer productor de maíz del país, su cosecha se levanta entre junio y julio y aporta alrededor de 5 millones de toneladas que se distribuyen entre las principales ciudades para el consumo humano. Si los permisos de Monsanto se aprueban, los habitantes de las ciudades de México, Monterrey o Tijuana, por ejemplo, estarán consumiendo tortillas transgénicas a mediados del próximo año. Las tortillas por supuesto no contarán con ninguna etiqueta de advertencia que señale: comer tortillas transgénicas provoca cáncer, esterilidad, enfermedades inmunes, ni tendrán la fotografía de las ratas con tumores del tamaño de una pelota de ping-pong. Los urbanitas no tendrán opción de consumir tortillas y productos de maíz, sano, libres de transgénicos.
Dado que el maíz de Sinaloa llega a casi todos los rincones del país, la amenaza se extiende a las áreas rurales, donde además contaminará las razas y variedades locales dispersando los transgenes entre los maíces nativos.
Se calcula que en México cada persona consume un promedio de 115 kilogramos de maíz al año. El maíz proporciona cerca de la mitad de las calorías y la tercera parte de las proteínas necesarias, por lo que es el sustento fundamental de toda la población.
Las solicitudes de Monsanto y Pioneer, se encuentran ahora bajo consulta pública, aunque esta consulta es una ficción, pues los argumentos que ahí se vierten no son tomados en cuenta para otorgar los permisos. Ante la falta de responsabilidad de las autoridades y la ausencia de una ley de bioseguridad que realmente proteja el interés de la población, es necesario que la sociedad civil se involucre activamente en detener la siembra comercial de maíz transgénico en México.
Las ratas del experimento del doctor Seralini dan fe de los daños que los transgénicos ocasionan a la salud. En México, a partir de los nuevos hallazgos científicos y en concordancia con el principio de precaución, lo único sensato sería que el Estado reinstaure la moratoria a la siembra experimental y comercial de maíz transgénico, antes de que estos efectos se manifiesten en las personas y Monsanto y demás corporaciones emitan una fe de erratas en la que acepten que sus alimentos transgénicos son dañinos para la salud humana.
* Publicado en el diario “La Jornada”
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