GH VIP

GH VIP

losotros289Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Abril 2015

La popular e inefable Belén Esteban, conocida en el universo por su revestimiento corporal de plástico quirúrgico maleable, acaba de vencer en el famoso concurso televisivo Gran Hermano VIP (GH VIP). Y ha sido una apoteosis. La cadena que emite este “reality show” está orgullosa de su récord y ofrece las cifras triunfalistas, con datos extraídos de su pestilente inodoro.

GH VIP está en antena desde hace años con pleno éxito, pero hasta ahora no había alcanzado la cúspide de la cuota de pantalla. El programa consiste básicamente en encerrar a unos individuos aislándolos del exterior. Y lo hacen así para que den rienda suelta a sus resortes más básicos y primitivos de su condición ante las cámaras que les enfocan día y noche. Cuanto más desparrame, mejor. Esa es la impronta de la decadencia.

Cuando en este país, cruzado por la represión nacional-católica y sus secuelas castrantes, pensábamos que se habían alcanzado ciertas cotas de liberación, resulta que no o no tanto. El canal tele 5 nos muestra que no todo el monte es orégano y queda mucho que hacer… si ello es posible. Indudablemente, mostrar el embrutecimiento infrahumano es muy rentable. La exhibición de conductas macarriles, que relegan a sus protagonistas al nivel más elemental del primate muscular; la estética y modos básicos en la tosca manifestación de la sexualidad… Todo ese detritus sociológico, inducido y patrocinado por los guionistas del consumo más borracho o esnifado, ha logrado casi 5 millones de espectadores babeando morbo.

Esto no es ficción, ni es cosa de tomárselo a risa… al menos no del todo. Los modelos divulgados por la televisión son los que luego se implantan en la calle: Estéticas de “mara” latina, enfrentamientos físicos y situaciones violentas para resolver asuntos sin importancia, prepotencia, perpetuidad de los roles de género tradicionales, rivalidades de celo zoológico para lograr el objeto de deseo, insultos graves, amenazas “me he quedado con tu cara…” etcétera. Esos son los arquetipos que se manejan en GH VIP. Y al parecer, muchísima gente lo ve y le gusta.

En un país dado a la fantasía y a los espejismos, este nivel de audiencia televisiva del programa de ultrabasura por antonomasia, debería servir para recapacitar un poco. Si no lo hacemos, estaremos perdidos por más de mil años.

No hay que llamarse a engaño. No se puede pretender cambiar a fondo la sociedad con individuos tarados. Cinco millones de telespectadores son mucha gente… y gente que vota. Que la basura más alienante y soez del Gran Hermano VIP arrastre tantos partidarios es un auténtico aldabonazo a la conciencia. Estamos metidos hasta las cejas en una miseria cultural muy difícil de contrarrestar y de la que no podemos pasar de largo o con una actitud condescendiente.

El Gobierno, en consonancia con su ideología, “castiga” la cultura con un 21% de IVA. Los libros son más caros que los gadgets cibernéticos, están más lejanos y son menos familiares. Estamos en un país donde un 36% de la población nunca lee un libro. Eso por un lado; por otro, deberíamos quizá bajar a la realidad desde los pináculos de la intelectualidad y del arte y tomar tierra. Porque lo cierto es que, por ejemplo, hay todavía mucha gente que no tiene acceso fácil a Internet y las nuevas tecnologías de la comunicación que tanto nos fascinan en la ciudad (hasta convertirse a veces en un fin en sí mismas).

Este ensimismamiento acaba contribuyendo al aislamiento tan querido por el Sistema. Sencillamente, quizá mucha gente todavía no se pueda permitir económicamente estar a la última del Whatsap, Skipe… Es mucha la gente que queda excluida de la corriente dominante del debate político; y, a la hora de las campañas electorales, serán víctimas propiciatorias del consabido discurso “sencillo y sin complicaciones, para que lo entendáis” de la derecha de toda la vida. Es decir: la desinformación la intoxicación y la manipulación. La infección de la ignorancia.

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