Gora Alka-ETA
Juan Gabalaui*. LQSomos. Febrero 2016
Es evidente que el título de este artículo no supone una exaltación del terrorismo. Solo es el encabezado de un artículo que quiere hablar sobre la detención de dos artistas de los títeres que fueron detenidos el pasado viernes en Madrid por la denuncia de unos padres, especialmente sensibles, y una policía, local y nacional, con los resortes a punto para abalanzarse sobre todo aquello que suene a ETA, comprobado o sin comprobar. No importa. En este Estado se cerró un periódico y se detuvo a su dirección por estar escrito íntegramente en Euskera, sin más motivo que los prejuicios hacía la cultura euskaldun que era asociada directamente a vinculación con banda terrorista. Los medios de comunicación generalistas no han cesado de hacer este tipo de asociaciones, alimentadas por la teoría del entorno que dio a luz una ley construida ex profeso para detener a todo aquello que huela a ETA. La justicia dictó de manera inequívoca que la vinculación entre el periódico Egunkaria y ETA era inexistente pero los prejuicios políticos, policiales, periodísticos y ciudadanos propiciaron que el diario se cerrara, los trabajadores se quedaran sin empleo y los acusados vivieran un calvario policial y judicial durante siete años.
“Como la lengua vasca es un instrumento primordial para ETA en su estrategia, y Egunkaria es el único diario íntegramente editado en lengua vasca, tuvo que nacer porque ETA lo quiso”.
Este razonamiento es demencial pero ampliamente compartido por gran parte de los ciudadanos aunque la banda armada anunciara en el año 2011 el cese definitivo de su actividad armada. Los padres asistentes a la función de la Compañía de Títeres desde Abajo se escandalizaron cuando vieron una pancarta que decía Gora Alka-ETA. Una madre incluso mencionó que hablaron en euskera. Además hubo una violación, se mató a una monja y se ahorcó a un juez. Ya está. Delito de enaltecimiento del terrorismo. Sin más. Es suficiente la opinión de unos padres sobre el contenido de una obra artística y una pancarta para que unos artistas granaínos que venían a representar su obra en Madrid, dentro de la programación municipal de carnavales, fueran detenidos por la policía, puestos a disposición judicial y enviados a prisión por el delito de enaltecimiento del terrorismo y otro delito cometido con ocasión del ejercicio de derechos fundamentales y de las libertades públicas garantizados por la Constitución. Así ha funcionado la justicia durante décadas en este Estado:
Es absurdo pero es absurdo porque es forzado e irracional. Este tipo de argumentaciones son las propias de llevar un posicionamiento al límite, de forzarlo hasta convertirlo en una parodia del pensamiento. Esta irracionalidad ha sido portada y noticia de los periódicos y se ha utilizado como arma de destrucción masiva contra un Ayuntamiento que lejos de plantar cara se deja llevar por la corriente intolerante y prejuiciosa y ayuda a la criminalización de los artistas anunciando medidas legales contra la compañía titiritera. No se puede negar que en Madrid existe la derecha más fundamentalista y demente de todo el estado y que el actual Ayuntamiento es objeto de todo tipo de acusaciones sin sentido pero actuar de forma tan timorata ante estos ataques es un indicador de que las circunstancias les superan, probablemente por esa amalgama de principios políticos que de tal amalgama se quedan en nada. Que colaboren con la represión aquellos que durante años han sido reprimidos es una broma del destino de la nueva política.
Huelga decir que la obra es típica de las actuaciones titiriteras: cachiporras, horcas, golpes y muertes. Que los jueces, las monjas, las brujas y sus destinos, muchas veces cruentos, han formado parte de las historias que nos han contado durante años los titiriteros. Que si como padre no considero que mi hija tenga que ver ese espectáculo, tengo la posibilidad de marcharme y elegir otra actividad que considere más adecuada. Huelga decir que la obra tiene un contexto, y que sus contenidos tienen un sentido artístico, con mensaje social y político. Que puedes estar de acuerdo o no con lo que exponen pero el desacuerdo no puede significar, en ningún caso, la denuncia y la prisión. Las personas no nos podemos convertir en inquisidores, en herramientas de la represión, sino que debemos apostar por el debate y por el intercambio, y sacudirnos de encima todos esos prejuicios que, de forma muy meticulosa, han construido los medios de comunicación y los políticos, que han utilizado la violencia terrorista con fines partidistas e ideológicos y la criminalización del otro político mientras ignoraban el terrorismo de estado de la dictadura, sus asesinatos, sus persecuciones y la represión y opresión social en la que vivieron miles de familias durante cuarenta años.
La sinrazón no puede formar parte de la vida política y social de un estado que aspira a una democracia plena y por eso el apoyo y la solidaridad con los dos artistas detenidos y enviados a prisión es un imperativo democrático. Ni estos inquisidores ni estos policías ni estos jueces pueden ganar la batalla a la construcción de una sociedad más justa. Una construcción que nos implica a todos, no a las instituciones ni a esos partidos en los que depositáis vuestras esperanzas, sino a cada una de las personas que forman parte de esta sociedad.
* El Kaleidoskopio
– Ilustración de J. Kalvellido
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