Gracias a Google somos más lelos
Por Iñaki Alrui. LQSomos.
“Usar Google para responder preguntas de conocimiento general infla artificialmente la confianza de las personas en su propia capacidad para recordar y procesar información y conduce a predicciones erróneamente optimistas sobre cuánto sabrán sin Internet”
Google, el recurso que hoy en día todo el mundo utiliza ante la falta de un dato, un nombre, un recuerdo… nos lleva erróneamente a pensar que somos más inteligentes de lo que realmente somos. Recurrir a “San” Google en realidad nos priva de la capacidad de ejercitar nuestras cabezas.
Google el gran buscador, la gran herramienta, la que nos da las respuestas a todo con solo pulsar unas teclas, y que hace que las personas piensen que son más inteligentes de lo que realmente son, así nos lo dice un estudio (1) de la Universidad de Texas en Austin (EE UU), que revela que cuando las personas usan Google para encontrar información, tienen más confianza en su capacidad para proporcionar respuestas correctas incluso sin usar la herramienta de búsqueda. Confundimos los conocimientos guardados en Internet con el nuestro.
Un artículo en el Daily Mail (2) del pasado viernes 29 de octubre nos lo explica muy bien: los investigadores evaluaron temas sobre conocimientos generales, lo que les permitió responder preguntas utilizando sus propios recuerdos o buscando en Google las respuestas. Aquellos que usaron Google no solo obtuvieron más respuestas correctas, sino que estaban más seguros de saber instintivamente las respuestas a otras preguntas. En algunos casos, los sujetos creerían más tarde que acababan de recordar información cuando en realidad la habían buscado en Google.
“Cuando estamos constantemente conectados al conocimiento, los límites entre el conocimiento interno y externo comienzan a difuminarse y desvanecerse”, dijo el autor del estudio Adrian Ward, profesor de marketing de la Escuela de Negocios McCombs de la Universidad de Texas en Austin. “Confundimos el conocimiento de Internet con el nuestro”, añade.
Los hallazgos de Adrian Ward apuntan a que esto sería una versión moderna del efecto Dunning-Kruger (3), un fenómeno psicológico en el que las personas con una comprensión limitada de un tema a menudo sobreestiman su conocimiento o capacidad en ese ámbito.
Muchos recordaran, al menos los nacidos en el pasado siglo, las habituales consultas a las enciclopedias, a los diccionarios, un ejercicio necesario para poder saber el significado de palabras o descubrir lugares, un ejercicio de búsqueda, lectura y retención. Los libros eran nuestra principal herramienta del conocimiento. Ahora la velocidad y la fluidez de la búsqueda en Google pueden hacer que confundamos la información que se encuentra en línea con las cosas que teníamos almacenadas en nuestra materia gris. Cuando recurrimos inmediatamente a Google, no recordamos, no ejercitamos nuestro instinto de investigación y aprendizaje.
Para explorar este fenómeno, Adrian Ward pidió a los participantes que respondieran diez preguntas de conocimiento general, ya sea por su cuenta o mediante la búsqueda en línea. También se preguntó a los sujetos cómo de seguros se sentían de su capacidad para recordar información y encontrarla utilizando fuentes externas: los participantes que utilizaron Google en el cuestionario obtuvieron más respuestas correctas en comparación con aquellos que confiaron en su capacidad intelectual.
Estaban más seguros de su capacidad para acceder a información a través de fuentes externas, pero también tenían más confianza en su propia memoria.
Adrian Ward luego les dijo a los participantes que participarían en una segunda prueba sin poder buscar las respuestas y les pidió que adivinaran cuántas preguntas responderían correctamente.
Aquellos que buscaron en Google las respuestas en la primera prueba estaban seguros de que sabrían mucho más cuando se vean obligados a confiar en su propia memoria… Cuando la información está al alcance de la mano, podemos creer erróneamente que se originó en el interior de nuestras cabezas.
Un factor que aumenta el exceso de confianza es la velocidad, la rapidez de respuesta de Google alimenta este exceso. En un experimento posterior, Adrian Ward les dio a los sujetos acceso a una versión de Google que había sido modificada para retrasar los resultados de búsqueda en 25 segundos.
Los participantes que usaban este ‘Google lento’ no estaban demasiado seguros de su conocimiento interno, y no predijeron un mayor rendimiento en las pruebas futuras.
Google obviamente no es la única fuente de información en la web, pero el fenómeno no parece extenderse a otros sitios: en otro experimento, Adrian Ward pidió a los participantes que respondieran 50 preguntas usando Google o Wikipedia.
Luego, a los sujetos se les mostró una lista de 70 preguntas, las 50 que habían respondido y 20 nuevas, y se les preguntó si cada una había sido respondida usando Internet, usando su memoria o si era una pregunta nueva. Los que usaron Google fueron mucho menos precisos al identificar la fuente de información, encontró Adrian Ward.
Específicamente, eran más propensos a atribuirse información en línea a sí mismos que aquellos que usaban Wikipedia. “Estamos viendo que las personas incluso olvidan que buscaron en Google una pregunta”, dijo Adrian Ward.
Ward cree que Wikipedia contiene contexto adicional y requiere más tiempo para digerir la información, lo que puede ayudar a las personas a recordar de dónde provienen las respuestas.
Al no necesitar desarrollar la comprensión, asumimos que no existe.
La facilidad de encontrar las respuestas no nos aporta conocimiento ni sabiduría. ¿Para qué aprender, saber, memorizar, observar? Si todo está en Google.
Notas:
1.- People mistake the internet’s knowledge for their own
2.- Do you think with Google? People who use the search engine to find answers think they’re smarter because they mistake the internet’s knowledge for their own memory
3.- Efecto Dunning-Kruger
Más artículos del autor. Miembro del Colectivo LoQueSomos. En Twitter: @IkaiAlo
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