Guerra religiosa

Guerra religiosa
Iesus Nazarenus Rex Iudæorvm (INRI) Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos

Por Javier Sádaba*

Israel es un Estado colonialista, imperialista y genocida. Y la larga mano de EEUU allí en donde estén sus intereses. Si nos ceñimos a las causas más inmediatas de lo que sucede en esa explosiva zona, lo que salta a la vista es el petróleo y su estratégica situación. Y cubriéndolo todo, el dios Mammon del dinero. Conviene recordarlo.

Escribía G. Lukacs en su libro La destrucción de la razón, obra a releer hoy, que la historia no se entiende sin su base material. En caso contrario, caemos en un seráfico idealismo, volamos sin tocar tierra. Porque la historia y su intrahistoria son el conjunto del trabajo, de las luchas y de todo tipo de relaciones en los que se implican los humanos. Creo que está en su punto no olvidar ese dato y que se inscribe en una visión del mundo de una real izquierda. Pero el peligro consiste en tomarlo como una deducción. La base material serían las premisas de una necesaria conclusión; en este caso, la devastada Palestina. Es el error del reduccionismo. Porque nosotros, en el mundo de la cultura decidimos. En esas decisiones, por muy condicionadas que estén, se enroscan ideas. Junto a las ideas, las ideologías o los prejuicios. Y dentro de tal conglomerado, llamado clásicamente superestructura, se incrusta la religión. Las guerras de religión han sido un hecho escandaloso durante toda la historia.

Europa se ha desangrado en terribles guerras de religión. Y si, como ejemplo cercano, miramos a Europa, en Irlanda del Norte los unionistas se enfundaron en la bandera del protestantismo, mientras que el IRA, en la del catolicismo. Extraña manera de predicar amor y usar la violencia. Volviendo a Palestina, en el trasfondo de las supuestas creencias religiosas aparece la religión. Por un lado, Yahvé. Por otro, Yahvé ama a su pueblo, pero es el Dios de los ejércitos. Alá es un Dios misericordioso que aniquila a los infieles. Frente a esto, un laicismo consecuente no pasará de largo como si se tratara de una cuestión accidental o de mero juego intelectual. Es algo que se debe poner de manifiesto. No para dejar de lado el petróleo, por supuesto, pero sí para llamar la atención de que si la sociedad no está secularizada y la política es seudoteología, el petróleo y el dinero tendrán su protección.

El laicismo, por otro lado, es universal. Como lo son las religiones. Denunciará, por eso, no solo lo que ocurra en su propio país, sino también allá en donde se inmiscuya un imaginado cielo en una real tierra. El laicismo ha de ser pedagógico. Por eso recordará costantemente que está de sobra en la vida ciudadana todo lo que se impone arbitrariamente desde una esfera extraterrestre. Venga de Oriente o venga de Occidente.

* Filósofo. Miembro del Grupo de Pensamiento Laico

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