¿Ha caído en su propia trampa el PP con lo de ETA?
Por Domingo Sanz. LQSomos.
Recordemos las tres pantallas principales de lo que parece más una obsesión enfermiza que una estrategia electoral.
Primera.
Antes de comenzar la campaña habían perdido valor los argumentos contra la ley lío del “solo sí es sí” y el PP decidió atacar a Sánchez por un flanco ajeno, el de los candidatos que aparecen en las listas de otros partidos.
Resultado, o no: Ante la sorpresa general, resultaba difícil imaginar a quien podría beneficiar o perjudicar una estrategia de la derecha no tan ultra dirigida contra los pactos de Sánchez en el Congreso, toda vez que el presidente del Gobierno no concurre a las elecciones del 28 de mayo.
Segunda.
La campaña electoral comienza y los de Bildu retiran suficientes candidatos de los que el PP utilizaba en sus discursos monotemáticos “ETA”. La cosa comenzaba a hacer mella entre algunos de los barones socialistas que sí que se la juegan el 28 de mayo y siguen sin perdonar a Sánchez la derrota que les propinó en las primarias del PSOE de 2017.
Resultado: Sensación de triunfo en el PP, pues habían conseguido lo que le exigían a Sánchez a sabiendas de que no estaba a su alcance. Tan palpable prueba de insistencia exitosa podría convertir en oro un pequeño incremento de votos… si no sucedieran otras cosas, para aprovechar lo que recordamos de Lennon.
Tercera.
A Isabel Díaz Ayuso solo le mueven sus propios intereses y, sin previo aviso, decide sumarse a lo de la ilegalización de Bildu para no ser menos atrevida que sus enemigos íntimos, los de Vox, que ante las urnas son los más peligrosos porque “no hay peor cuña que la de la misma madera”.
Consecuencias dentro de lo probable: Es cierto que Feijóo tampoco concurre a estas elecciones y, por tanto, resulta difícil imaginar el resultado de airear discrepancias en medio de la campaña, y más tratándose de un partido político en el que la autoridad del presidente es seña de identidad, pero lo cierto es que ninguno de los dos puede ya dar marcha atrás y ni los mejores eufemismos que sean capaces de inventar ella o él les podrían servir, de aquí al 28 de mayo, para convencer a nadie que no sea un votante fijo del PP de que se han puesto de acuerdo sobre qué hacer o no hacer con Bildu, un asunto que, precisamente por llevar ETA en su pasado, ha permitido que Sánchez, por fin, se atreviera a recordarle a Feijóo las elecciones que perdieron por mentir con alevosía sobre la autoría del peor atentado terrorista cometido en Europa y, de paso, obligar a que piensen sobre si no comenzó aquel 11M, que pronto cumplirá 20 años, lo que cada vez se parece más a un bloqueo mental y colectivo.
Y, aunque dejen de hablar de esta trampa que ellos mismos se han puesto, por muchos votos que recuperen de Ciudadanos para las generales de final de año, es más probable que los de Abascal les quiten otros tantos tras exigirles que se sumen a la reforma legal que plantearán como condición necesaria para pactar cualquier gobierno autonómico importante: la ilegalización de Bildu y de los partidos independentistas catalanes. Y si no, al tiempo.
Y una pantalla más, pero invisibilizada, o casi, porque molestaría.
Mientras estas cosas siguen pasando en la “alta” política, la de los líderes y sus partidos, los juristas Calatayud, Castro (el ex juez), de Luis, de la Loma y Gomila, todos de Mallorca y tan expertos como comprometidos con una sociedad a la que no necesitan demostrar nada, han decidido defender una propuesta nueva, dentro de la normativa vigente, para consolidar la democracia durante la jornada electoral haciéndola más participativa, dentro de la ley y sin mayor gasto. La han presentado ante la Junta Electoral y han conseguido que afloraran los autoritarismos y las obsesiones de un poder menos merecedor de respeto cada día que pasa.
La portada del Diario de Mallorca del 3 de mayo decía: “Juristas piden que se permitan preguntas en las papeletas”. Catorce días después, aunque una noticia en la página 24 del Última Hora, también de Mallorca, se titulaba “La Junta Electoral rechaza la petición de un grupo de juristas sobre las papeletas”, no es menos cierto que la letra pequeña terminaba con el siguiente párrafo: “Se ha rechazado, pero con diferencias entre la respuesta de la Junta Central y la Provincial”.
Aquí, en el lugar de los hechos, hay quien debate sobre si la experiencia piloto se ha “rechazado” o únicamente “condicionado a…”. Y también una pantalla con ideas nuevas y atrevidas que seguirá encendida tras las elecciones.
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