Haití: contra la injerencia extranjera y por la renuncia de Henry
Haití
Por Victoria Korn*. LQSomos.
Cientos de miles de haitianos ganaron las calles insistiendo en la renuncia de Ariel Henry y repudiando cualquier tipo de intervención militar extranjera, mientras el Secretario General de las Naciones Unidas instaba a la comunidad internacional y al Consejo de Seguridad de la ONU a considerar el “despliegue inmediato de una fuerza armada internacional especializada para hacer frente a la crisis humanitaria” en Haití
La policía de Haití disparó a principio de semana para dispersar las multitudinarias manifestaciones en contra del gobierno. Miles de personas salieron a las calles de varias ciudades haitianas para exigir la renuncia del primer ministro, Ariel Henry, además de protestar contra el aumento de los precios de los combustibles y oponerse a la intervención de fuerzas armadas extranjeras.
La solicitud de un despliegue inmediato provino del gobierno haitiano. La fuerza armada atendería la crisis humanitaria y brindaría seguridad para el paso de medicamentos, alimentos, combustible y agua entre puertos y aeropuertos. La isla caribeña enfrenta un nuevo brote de cólera que no puede atenderse mientras la entrada de combustible permanezca bloqueada por las pandillas.
La ONU destacó que el bloqueo de la terminal petrolera ha paralizado servicios críticos necesarios para impedir una rápida propagación del cólera, incluida la distribución de agua potable. Una vez más, los sectores más vulnerables de la población haitiana son los más afectados. La prioridad debe ser salvar vidas, según el organismo internacional.
En algunos lugares, especialmente en Delmas y Gérald Bataille (al noreste de Port-au-Prince, la capital), los manifestantes se muestran muy amenazadores frente a los mototaxistas, que intentan cruzar las barricadas. Barricadas, hechas de llantas usadas quemadas, piedras y objetos diversos, se instalan en varias comunas de la capital, como en Delmas, Carrefour (municipio en el sur) y en la llanura de Cul de sac (al norte ).
Miembros del gobierno de facto y del sector empresarial privado han repartido armas a las pandillas, que bloquean el acceso al distrito de Martissant (en la periferia sur de Puerto Príncipe) desde el 1 de junio de 2021, denuncian los manifestantes, que deploran la escasez de combustible, agua y electricidad, así como el creciente índice de criminalidad que reina en Haití, bajo la mirada de las autoridades estatales.
Cientos de bandas criminales tomaron el control de la capital, Puerto Príncipe, y bloquearon las terminales de combustible del país. Debido a la grave escasez de alimentos y agua, la economía nacional se paralizó y los hospitales se vieron obligados a cerrar tras el regreso del cólera.
Estas turbulencias llevaron a un fuerte incremento de los precios y al recrudecimiento de la violencia en las calles. La situación provocó semanas de masivas protestas de ciudadanos que exigen la renuncia inmediata del primer ministro Ariel Henry.
Las autoridades haitianas argumentan que esta asistencia externa ayudaría a alcanzar rápidamente un «clima seguro» que permitiría luchar eficazmente contra el cólera, reanudar la distribución de combustible y agua potable en todo el país, reactivar los hospitales, reiniciar las actividades económicas, la circulación de personas y bienes y reabrir las escuelas.
“Nuestra reacción inmediata, como organización médica, es que esto significa más balas, más heridos y más pacientes”, comentó Benoit Vasseur, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras en Haití. “Tememos que haya mucho derramamiento de sangre”, añadió.
Apenas días atrás la ONU había solicitado la creación de un corredor humanitarioen Haití con el que poder acceder a la principal terminal de combustible, ya que las bandas armadas la tienen bloqueada, impidiendo la provisión de servicios básicos como la salud, la seguridad y el agua, en un país que se encuentra cercado por una crisis económica, una inseguridad generalizada y un brote de cólera que amenaza al menos a 1,2 millones de niños.
El clima político y social del país ha sufrido un grave deterioro desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021 por una banda de mercenarios colombianos y estadounidenses. Las condiciones se han vuelto especialmente difíciles en los últimos meses, ya que cientos de bandas criminales tomaron el control de la capital, Puerto Príncipe, y bloquearon las terminales de combustible del país.
Debido a la grave escasez de alimentos y agua, la economía nacional se paralizó y los hospitales se vieron obligados a cerrar tras el regreso del cólera. Estas turbulencias llevaron a un fuerte incremento de los precios y al recrudecimiento de la violencia en las calles. La situación provocó semanas de masivas protestas de ciudadanos que exigen la renuncia inmediata del primer ministro Ariel Henry.
Dominicana no quiere tropas foráneas
«Es muy peligroso para la integridad dominicana recibir asilos aquí, en el país. Eso de ninguna manera lo aceptaría», afirmó el presidente dominicano, Luis Abinader, quien advirtió que se cerraría la frontera con Haití en caso de producirse una migración masiva por una intervención internacional en el vecino país.
«En la primera etapa, si hay una intervención pacífica, nosotros cerraríamos y bloquearíamos la frontera (…) Es muy peligroso para la integridad dominicana recibir asilos aquí en el país. Eso de ninguna manera lo aceptaría», aseguró.
«Hoy en dia, la comida no puede seguir siendo un lujo, el agua no puede ser un lujo, la salud, la seguridad no puede pertenecer a un grupito de personas. La seguridad es para todxs. Si Haití es un paraíso, debe ser un paraíso por todxs. Si será un infierno, lo será para todxs», tuiteó Jackson Jean, militante opositor.
Es triste para los haitianos la retahila de intervenciones extranjeras. Naciones Unidas estuvo desplegada en Haití una operación de mantenimiento de la paz entre 2004 y 2017 (Minustah), que se reemplazó por una operación mucho más limitada y centrada en apoyar el desarrollo de la Policía del país hasta 2019 y luego por una misión política y de asesoramiento a las instituciones.
La presencia de la ONU ha sido objeto de numerosas críticas en Haití, entre otras cosas al considerarse que la grave epidemia de cólera que se inició poco después del terremoto de 2010 tuvo su origen en un vertido de residuos fecales a un río por parte de cascos azules onusianos, acusado también de numerosas violaciones a mujeres y niños.
“La comida no puede ser un lujo, el agua no puede ser un lujo, la salud, la seguridad no pueden pertenecer a un grupo de personas. La seguridad es para todos. Si Haití es un paraíso, debe ser un paraíso por todos. Si es un infierno, lo será para todos”
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* Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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