Haití, ¿una nueva afrenta?

Haití, ¿una nueva afrenta?

Por Mireille Fanon Mendes France*.

La suerte está echada: en octubre de 2023, la comunidad internacional decidirá el destino de un país soberano, con el pretexto de restablecer la seguridad, mientras que el pueblo reclama su derecho a la autodeterminación consagrado en la Carta de las Naciones Unidas

Una gran parte de este pueblo ha trabajado, asumiendo su soberanía política, en la construcción de una alternativa presentada en los Acuerdos de Montana ( http://www.akomontana.ht ) que contienen un conjunto de medidas que proponen una transición democrática. Todo ello con el fin de asumir su responsabilidad cívica y contribuir a la solución de la crisis.

A pesar de su voluntad de hacer oír su voz de forma constructiva, el grupo CORE, que está representado esencialmente por una unión de embajadores -algo que no existe en ningún otro país, quizás en Palestina en el período posterior a los Acuerdos de Camp David-, no ha tenido otra propuesta que apoyar a un Primer Ministro, Ariel Henry, que no es legítimo porque fue elegido por este mismo Grupo Central, y hacer posible la intervención de una fuerza extranjera. El objetivo de este Grupo Central es reducir la autonomía del país sofocando todas las voces alternativas y críticas, y haciendo que el pueblo haitiano dependa de su amo, Estados Unidos. Muchos Estados deberían estar preocupados: ¿quién será el próximo en perder su soberanía política?

Esto revive algunos momentos muy extraños de la historia, como cuando Francia doblegó a Boyer para obtener el pago de una deuda ilegal e ilegítima, o cuando Estados Unidos se marchó saqueando el oro haitiano contenido en las cajas fuertes de los bancos del país, o cuando numerosos presidentes haitianos se aferraron al poder utilizando bandas que hoy controlan más del 80% de la ciudad de Puerto Príncipe… La comunidad internacional tiene una percepción fluctuante de sus obligaciones en relación con el «Pueblo de las Naciones». Este Pueblo ya no existe, y sólo queda el mercado financiero y la «ley y el orden» para garantizar la prosperidad de unos pocos. El oro de Haití es motivo de envidia y celos, y ¿quién puede reclamarlo para sí?

Así, de las violaciones del derecho internacional a las violaciones del derecho a la vida, el envío de una fuerza de intervención -Multinational Security Support (MSS)- completa la desestructuración y la deslegitimación del derecho internacional y del derecho internacional humanitario. Esto comenzó con Palestina y se ha visto reforzado por las intervenciones militares ilegítimas en Afganistán, Irak, Libia y Yemen dirigidas por el imperial Estados Unidos con el apoyo de varios países, entre ellos Francia.

Quienes insisten en que es importante restablecer el «orden democrático» en Haití, entre ellos Antony J Blinken, harían bien en recordar los argumentos utilizados para justificar las operaciones militares exteriores que han llevado a los países al caos sin resolver ninguna de las razones por las que algunos países se quedaron con el dedo índice en el botón del «misil». Su orden y su ley son los que emplea la mafia financiera, cuyas fortunas se construyen sobre el comercio ilegal, el blanqueo de dinero y la corrupción.

¿Se convertirá Haití, por decisiones tomadas desde el exterior, en lo que era Cuba antes de la llegada de Castro? Un centro de ocio a gran escala, donde todo está permitido para el placer de los norteamericanos y sus aliados, pero antes el Tío Sam habrá vaciado este país culto, prolífico y curioso de todos sus intelectuales ofreciéndoles facilidades de emigración negadas a muchos emigrantes. Una vez más, me trae extraños recuerdos: ¡eliges a tu emigrante de un catálogo! Estamos comprando cerebros útiles.

Esta decisión, presentada como «histórica» por el centro de prensa de la ONU, es por el contrario peligrosa para los pueblos y Estados reducidos a ser el juguete de los que toman las decisiones financieras o de los que hacen la guerra. Además, pedir a Kenia que tome el mando de esta fuerza es absolutamente cínico. ¿Piensa realmente el Grupo Central que las bandas, armadas por ciertas potencias occidentales, van a renunciar al maná que representan la importación y el tráfico de drogas del que se benefician esos mismos países occidentales?

Los jóvenes pandilleros no tienen nada que perder; nunca han tenido nada. Hoy son temidos y adulados por unos, envidiados por otros, aunque despierten un terror muy legítimo. Fatalistas, saben que su vida depende de una sola bala.

Una vez más, esto nos remite a la época en que el propietario esclavizado delegaba la gestión cotidiana de los Bossales en los criollos, nacidos del acto de la violación y que podían hacerlo por ser mestizos. Aquí está claro que la ONU está jugando un juego deletéreo, cínico y cruel; ella misma está produciendo racismo institucional y lavándose las manos de lo que está en proceso de producir.

En lugar de regular a los belicistas, está impulsando una intervención que sólo puede acabar en derramamiento de sangre. Ni siquiera ha respondido a su crimen contra la humanidad al introducir el cólera -todas las peticiones enviadas por los haitianos han sido desoídas- antes de embarcarse en un nuevo proyecto cínico e ilegal. La ONU, fundada para mantener la paz y regular el equilibrio de poder, se ha sumido ahora en el estupor del dinero fácil y sucio.

Haití no necesita lágrimas, ni palabras de autocompasión, ni ningún grupo Core, sino que le dejen hacerse cargo de su propio futuro obligando a Francia a devolver la deuda que le exigió ilegalmente, la repatriación del oro robado por Estados Unidos y la anulación de la deuda pública. A ellos les corresponde restaurar Haití como Estado y como nación. La ONU debería exigir que el proceso de reparaciones políticas sea un punto esencial de su agenda, en lugar de ir a la guerra contra el pueblo. Un día, el pueblo de Haití podría despertar y pedir cuentas a esta comunidad internacional, que está tan en bancarrota como el gobierno de Ariel Henry.

Haití necesita la instauración de una solidaridad sin fisuras, necesita «romper con este tipo de apartheid que no dice su nombre, que quiere que varios haitianos vivan uno al lado del otro sin conocerse». Haití ya no debe ser el país convulso descrito por Aimé Césaire, sino «el Haití del amor, de la solidaridad con los demás pueblos, de la generosidad y de la emoción».

Con esta injerencia decidida, «se aleja la perspectiva de un país de risa, de danza, de fuerza sacada de la burla» .¿Vamos a dejar que este país sea presa de los depredadores? Todos debemos estar hombro con hombro con el pueblo haitiano para que pueda levantar la cabeza y no se encuentre de rodillas una y otra vez .La solidaridad internacional debe trabajar con el pueblo haitiano para que recupere la dignidad que le ha robado el sistema capitalista liberal racista. Debemos compartir nuestra fuerza de resistencia, debemos luchar por la aceptación del plan alternativo, el único que permitirá a Haití recuperar su soberanía política y su autodeterminación. Debemos hacernos eco de la lucha de estos hombres y mujeres desafiando la indignidad y la cobardía de la comunidad internacional. Ya que la comunidad internacional ha decidido, por un lanzamiento de dados, el futuro fratricida del pueblo haitiano, debe recordar que ningún «lanzamiento de dados puede abolir el azar» (Poema; 1914; Stéphane Mallarmé).

No nos limitemos a indignarnos, levantémonos, pongámonos al lado de los haitianos contra la ocupación y el sometimiento que están a punto de producirse.

Estando al lado del pueblo haitiano soberano, estamos salvando la dignidad que nos ofrecieron cuando se liberaron de la esclavitud y establecieron la primera república negra.

* Fundación Frantz Fanon, EX Experta de la ONU. Traducción del francés gentileza M. Acosta, en Haití Libre y Soberana.

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