Highway To Hell ¡Hágase el rock…!

Highway To Hell ¡Hágase el rock…!

Por Mariano Muniesa. LQSomos.

Si bien se vendió en cantidades sin precedentes pero comparativamente modestas según los estándares actuales de AC/DC, este disco hizo posible que la banda hiciera una gira americana como cabezas de cartel por aquel entonces

(Y el rock se hizo)

Todo aquel que conozca mínimamente la historia de AC/DC sabe a la perfección que el disco que creó el mito, la leyenda, lo que hoy son AC/DC se origina tras la edición del disco que les lanzó al estrellato mundial, el ‘Highway To Hell’ de 1979. Pero es igualmente comprensible el hecho de que lo que AC/DC lograron junto a Robert John “Mutt” Lange en aquel trabajo no surgió por generación espontánea ni pudo en modo alguno haber sido hecho por un grupo que se acabase de formar en esos días.

AC/DC llegaron a lo más alto con ese disco porque durante varios años antes consolidaron un estilo, una personalidad, hasta si se quiere podría decirse una escuela que se fue haciendo ensayo a ensayo a ensayo, concierto a concierto, canción a canción, cerveza a cerveza… y plasmándose en discos, ciertamente muchos de ellos con una producción mejorable, un sonido opaco, pero que fueron los peldaños que el grupo tuvo que escalar para llegar allí. A finales del mes de marzo hemos conmemorado el 45 aniversario del la edición del disco sin el cual ‘Highway To Hell’ no hubiera sido posible: ‘Let There Be Rock’.

El cuarto álbum de estudio del grupo -y el segundo en los USA- ‘Let There Be Rock’ fue un disco que sin ser ni mucho menos de punk rock, tenía en sus microsurcos la agresividad, la energía y hasta la ira, la rabia que los grupos de punk rock escupían en aquella primavera de 1977. ¿Motivos? El básico y fundamental, el hecho de que la división estadounidense de Atlantic Records decidiera no lanzar el tercer LP australiano -y el segundo internacional- del grupo, ‘Dirty Deeds Done Dirt Cheap’, considerándolo por debajo de la media. Pero, en lugar de sentirse desalentados, los líderes de la banda, Malcolm y Angus Young, simplemente canalizaron su ira hacia ‘Let There Be Rock’, cuando ingresaron a los Albert Studios en Sydney en enero de 1977 y se dijeron a sí mismos: “vamos a hacer un disco ante el que no podrán poner ninguna excusa para rechazarlo”. Y lo hicieron. En un proceso ya familiar de escritura y grabación que fue tan rápido, y furioso como inspirado e impactante, el álbum entero se completó en cuestión de tres semanas.

Como explicó Mick Wall en su libro biográfico sobre AC/DC ‘Hell Ain’t a Bad Place to Be’, aquel álbum, “sonaba exactamente como era. Escrito y grabado rápido, rápido, rápido, antes de que la vibración y el impulso salvaje tuviera tiempo de desvanecerse, llena de sangre, saliva y una actitud de “fuck you” que no habían tenido nunca antes”.

El bajista Mark Evans también le dijo a Wall: “Todos los álbumes que hice con AC/DC se hicieron en el estudio. Nunca hicimos una grabación de demostración ni una preproducción. El mito de que AC/DC grabábamos a primeras tomas no es tal mito, era así, y con ‘Let There Be Rock’ sucedió exactamente igual. Todo tenía que ver con la sensación que percibíamos. No se trataba de alcanzar la perfección. Malcolm y Angus tocaban el riff hasta que George decía: “Creo que tienes el ritmo ahí”. Podían ser cinco minutos, podían ser 10 minutos o dos días enteros”.

Entre las historias más repetidas de las míticas sesiones de ‘Let There Be Rock’, la que mejor ilustra esta actitud implacable es la de Angus Young tocando la canción principal del álbum incluso cuando su amplificador se sobrecalentó, se incendió y comenzó a derretirse mientras Angus, en pleno éxtasis guitarrero muy similar al que exhibe en los conciertos en vivo, seguía tocando sin enterarse de que el estudio estaba a punto de incendiarse. George Young, citado en el libro de Wall, recordó que “¡Angus estaba tocando como nunca! ¿teníamos que detener una actuación increíble por una razón técnica como que los amplificadores explotaran?” no menos intenso fue el trabajo de Phil Rudd en la batería, del que Evans recordaba: “Hicimos dos tomas y al final de la primera, recuerdo haber pensado: “Ese es el final de Phil por un par de horas”. Pero Phil dijo: ‘Vamos de nuevo ahora’. ¡Pensé que el tipo iba a explotar! Por lo que recuerdo, estoy bastante seguro de que usaron la segunda toma”.

‘Let There Be Rock’ iba a resultar un disco de puro rock duro fuerte, potente, en el cual casi cada uno de sus cortes era un clásico en potencia. “Bad Boy Boogie” fue otro himno devastador de sensacional rock´n´roll que será habitual de los set-lists del grupo a partir de entonces. Por el contrario, la lenta, inquietante y favorita de culto “Overdose” representaba, deliberadamente o no el vínculo simbólico que Bon Scott había establecido en su mente entre el amor y las drogas.

El primer sencillo de ‘Let There Be Rock’, “Dog Eat Dog”, fue un clásico boogie-woogie sucio y al describir “Hell Ain’t a Bad Place to Be” no pocos críticos la definieron como el “Brown Sugar” de AC/DC mientras que la formidable pieza que daba titulo al disco, un formidable ejercicio de progresión técnica en el que llegado un momento, AC/DC hacen puro y duro Heavy Metal, aunque no les guste especialmente ser asociados a esa corriente musical.

En Estados Unidos – Atlantic lanzó ‘Let There Be Rock’ inmediatamente esta vez-, la lista de canciones del álbum se completó con “Problem Child” de ‘Dirty Deeds Done Dirt Cheap’, pero en Australia, donde se lanzó el LP con una imagen de portada muy diferente, a los fanáticos se les presentó una oda curiosa y espeluznante a la gonorrea llamada “Crabsody in Blue”. Básicamente, una nueva versión más débil de “The Jack” se omitió de las ediciones internacionales, convirtiéndose en una pieza de colección, a pesar de sus deficiencias musicales.

Sin embargo, otra toma descartada de las sesiones de grabación de enero de 1977, “Carry Me Home”, se convertiría en una de las rarezas de AC/DC más apreciadas por los fanáticos acérrimos en las próximas décadas. Un rock estridente rematado con algunas de las mejores estrofas escritas por Bon Scott, que se usó como cara B del sencillo australiano “Dog Eat Dog” y apareció en innumerables copias piratas, pero que no se lanzó oficialmente hasta el box set ‘Backtracks’ de 2009.

Para entonces, ‘Let There Be Rock’ había sido ya reconocida como la primera obra maestra de AC/DC. Si bien se vendió en cantidades sin precedentes pero comparativamente modestas según los estándares actuales de AC/DC -alcanzando el puesto 154 en los USA, pero entre los 20 primeros en el Reino Unido y Australia-, este disco hizo posible que la banda hiciera una gira americana como cabezas de cartel por aquel entonces.

Y el resto es historia.

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