Historia Popular de Burzaco III
Mónica Oporto*. LQSomos. Enero 2016
¿Por qué una “Historia Popular”?
“La historia la escenifican los pueblos, las gentes de a pie, los que con su trabajo y sacrificio, incluso a costa de sus vidas, luchan por conseguir una sociedad libre mejor y más justa. Gentes anónimas que consiguen que la Historia avance y sea conocida por las actuales y futuras generaciones” (1)
Pensamos que era necesaria una historia que nos acercara a lo cotidiano desde lugares distintos a los de la “historia tradicional” que sólo muestra “la punta del iceberg”. Nuestra intención se centró en mostrar la “parte oculta del iceberg”, esa que sostiene la parte que emerge y que es, proporcionalmente, mucho mayor de lo que queda a la vista. Es decir, nos interesaba contar la historia de los sectores que, como en el ejemplo del iceberg, existieron -y existen- aunque no tan visibilizados.
Es común encontrar registro en libros, cartas, documentos o fotografías correspondientes a familias que tuvieron la posibilidad de guardar registro o de estampar la imagen ya en un cuadro, en un daguerrotipo, en una foto, etc. Pero para una gran mayoría quedó el relato familiar transmitido de forma oral de generación en generación, alguna que otra foto -de esas pequeñas fotitos donde las caras resultan familiares pero difíciles de reconocer por las dimensiones de las fotos-, alguna memoria genealógica a veces acompañada de datos imprecisos que, a la hora de la reconstrucción, hace perder rigor histórico.
Por eso dedicamos mucho de nuestro tiempo a reconstruir las postales del pasado para contar la historia de estas últimas personas, las que, condicionadas por la necesidad de cubrir el sustento diario -sin pretender caer en generalizaciones-, muchas veces se vieron limitados en el acceso a tecnologías que registraran la memoria de sus ancestros y su descendencia, la mayoría recién accederá al recurso a partir de que se constituyan en actores sociales con voz.
Por eso es que disponemos de información para contar la historia de los “fundadores”, pero resulta difícil -cuando no imposible- lograr material que permita reconstruir la historia de los que “pusieron el cuerpo”, esos a los que alude Bertolt Brecht en su famoso poema (2) :
“¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas?
En los libros aparecen los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?…”
Nos referimos a esos miles de anónimos, esos que no figuran en daguerrotipos, retratos, fotos e incluso sin datos ciertos de filiación de muchos y muchas que dejaron la vida en los campos de batalla luchando, por ejemplo, por nuestra Independencia. En cambio sí tenemos esa información de políticos, generales o coroneles, etc., -ya fueran patriotas o realistas-.
Con respecto a nuestra historia local, la cuestión se da de forma similar: no es habitual contar con datos de los trabajadores y trabajadoras que hicieron el barrio, que caminaron la calle en busca de su sustento, que la adoquinaron o construyeron sus humildes casas o trabajaron para erigir las mansiones, los edificios para instituciones.
Esta historia pretende recoger la mayor cantidad posible de información -verbal o imágenes- que nos acerque al barrio, a los hombres y mujeres que, como en la poesía de Brecht constituyeron las manos que laboraron, aunque sin negar importancia a quienes fueron pioneros en estas tierras.
Volviendo a los miles de anónimos que escriben nuestra historia desde la base, leía a un historiador (3) quien refería que, para la historiografía “oficial” una dama de la sociedad porteña es la denominada “Madre de la Patria” por el sólo hecho de haber sido su casa el lugar donde se entonara por vez primera nuestro Himno Nacional. ¿Quién no ha visto imágenes de Mariquita Sánchez? ¿En qué diccionario, enciclopedia o libro de historia Argentina no hay referencia o datos biográficos completos, tanto de ella como de su familia? Acto seguido Serqueiros declaraba que él adscribía a la corriente que reivindica a la Madre de la Patria en la persona de María Remedios del Valle. Y he aquí un claro ejemplo de aquellos y aquellas que provienen del subsuelo de la historia, de los anónimos o de los ninguneados, los olvidados, los que dieron motivo a la poesía de Brecht. María Remedios fue capitana, enfermera, coronela de la independencia. Pero sumaba a su condición humilde el hecho de ser negra… y mujer, en unos tiempos en que, al decir de Mafalda, éstas sólo jugaban “un trapo” en la historia! María era una parda, pobre y analfabeta, pero puso el cuerpo en la construcción de la Patria!
Ese fin nos guía: reivindicar a quienes pusieron el cuerpo en la patriada de formar esta patria chica, esta gran aldea.
Y de esta aldea que con el trabajo de todos y todas se transformó en ciudad, el motor para escribir estos libros recuperando la historia de Burzaco se basa en mis raíces: El primer Oporto en llegar al Río de la Plata fue Alonso Oporto, nacido en España en 1719.
En 1757 se casó con María Josefa Relux (nacida en 1730). Ahí “arranca” la rama de mi familia en esta región. De este matrimonio nacieron Juan Agustín, Ramón, Gregorio, Bartola, María, Felipa, José Lino, Francisca Javiera, José Bernardo, Juliana y Basilio, nacidos ellos entre 1760 y 1780.
Por entonces no todos los hijos nacidos vivos llegaban a la edad adulta: o bien morían al nacer o con pocos años de vida. Lo cierto es que no tengo datos más que del primero y del último de los nombrados.
Juan Agustín se casó en 1792 con Martina Fresco y tuvo 5 hijos de los cuales, el primogénito (José) casó con Dolores Barceló. De ese matrimonio nació Gregoria quien, en 1856 se casó con Emilio Barceló (era comunes los matrimonios endogámicos, este habría de ser primo de la mencionada Gregoria). De ese matrimonio nacieron 6 hijos, de los cuales uno fue Alberto Barceló, el “patrón” de Avellaneda.
Basilio, se casó en 1801 con otra Fresco (María Inés) . De este matrimonio nacieron: Pablo, Pedro, Ambrosio y Socorro.
De los hijos de Basilio:
Pablo Oporto se casó en 1866 con Petrona Arellano, fueron sus hijos Paula (casada con Domingo Oporto); Felisa, casada con Gerónimo Gómez; Estanislada, casada con José Guadalupe Flores, y Evarista, casada con José Loray.
Pedro Oporto se casó con Severa Arellano. Tuvieron a Manuel Natividad y Gregoria Basilia (1854) casada ésta última con Juan Antonio Loray, (1854-1901).
Manuel casó con Baldomera Pierri y de allí nacieron 15 hijos: Manuel Jacinto (1873) casado con María Buisonades; Pedro Marcos (1875); Baldomera (1876), Regina Senona Amelia (1878) casada con Gregorio Pulido; Gerardo Justiniano (1881); Severa Sabina (1882), Isidro de la Paz (1884), José Policarpo (1887), Romás del Carmen (1887), Julio Sifredo Laurentino (1889), Eliberto (1891), Adalgisa maría (1893), Aurora Angélica (1896) casada con Eduardo Teodoro Guiralde, Elvira Celia (1896) casada con Roque Fernando Callegari y América Palmira casada con Carlos Alberto Callegari.
Posteriormente Pedro enviudó y casó con Narcisa Odonell de donde nacieron dos hijas: Baldomera y Regina.
De los 15 habidos con Severa Arellano, Regina Oporto (Regina fue una de las primeras parteras de Burzaco) se casó con Gregorio Pulido. Estos son mis bisabuelos paternos, de quienes nació mi abuela -Regina Pulido- que se casó con Raúl Oporto-. Se da esta combinación: madre Regina Oporto de Pulido, hija Regina Pulido de Oporto.
Ambrosio Oporto (nacido en 1818) casado con Teodora Medina. Este matrimonio tuvo a Domingo (1843) casado con Paula Oporto (1845) que tuvieron una hija: Paula (1870) casada con Agustín José Lugano (de Lomas de Zamora); Demetria (1845), Crespina (1848), Prudencio (mi bisabuelo, ver en el párrafo que sigue) y Pablo (1857).
Prudencio Oporto casó con Gregoria Trujillo. Los Trujillo estaban afincados en Monte Chingolo y fueron de los fundadores de lo que es hoy Ministro Rivadavia. En Fumiere (4), se cita que “para el tratamiento de la creación del partido (de lo que sería Almirante Brown) en la Legislatura, el Dr. Leandro N. Alem hizo defensa de la propuesta en la sesión del 30 de julio de 1873, diciendo entre otras cosas que el pedido estaba realizado por los que “indudablemente no forman toda la población, sino que son de los más influyentes”. Bueno es decir, a fin de entender las instancias políticas de la época, que tanto el Dr. Alem como su compañero de comisión, el Dr. Mariano Demaría -juntos habían integrado la fórmula presidencial revolucionaria de 1890- acompañaban con su amistad y compartían la ideología política de Esteban Adrogué. Del mismo modo el Dr. Andrés Somellera, “gran amigo y pariente” de Adrogué, y que, al momento de gestionarse la creación del pueblo y partido, ocupaba la presidencia del Senado.
“Por esos días, a legua y media más hacia el sur de Almirante Brown, y a unos dos km hacia el este de la parada de Burzaco, existía un poblado con el nombre de monte Chingolo. Desde allí, un grupo de vecinos a cuyo frente se hallaba Florentino Frías, y que integraron una comisión compuesta por: Francisco Páez, Indefonso Zorrilla, pedro Berazain, Alejo Jaureguiberry, Jorge Echverría, pedro Etchegoyen, Gregorio Jaureguiber, Bernardo Iturralde, Asil Chanderri, Asensio Esoin, Pedro de Yrigoyen, Francisco Loperti, Francisco Trujillo (5), Pedro de Michelis, José Morales, Eliseo Leali y Juan B. Chaves, presentaron al Gobierno de la provincia –setiembre de 1872- el pedido de la aprobación de la traza de un pueblo en su lugar de residencia, al que dieron el nombre que llevaría: Rivadavia” (6).
Siguiendo a Fumière, podemos saber que en el mismo mes en que los vecinos de Monte Chingolo se presentan formulando este pedido, Adrogué comienza la subasta de sus tierras “sin esperar a que la traza del nuevo pueblo fuera aprobada por el Gobierno”. Se dispuso la aprobación de la traza del nuevo pueblo de Rivadavia por mensaje redactado por el ministerio de Gobierno el 24 de febrero de 1873, pero fue enviado a la Legislatura recién cuatro meses después.
No podemos dejar de encuadrar estos hechos en el contexto político de esos años. Se hallaba nuestro país inmerso en la campaña para la próxima a la renovación presidencial, los dos grandes partidos políticos que se presentaban eran: el partido Nacional a cuyo frente se hallaba el gral. Bartolomé Mitre, y el partido Autonomista, que llevaba como candidato al Dr. Adolfo Alsina. Los vecinos de Rivadavia se alinearon con Alsina, en tanto que los de Alte. Brown lo hacían con Mitre.
El 30 de setiembre de 1873 quedaba sancionada la ley de creación del partido con cabecera en Almirante Brown, tanto el gobernador Dr. Acosta, como el Ministro de Gobierno Amancio Alcorta, dieron importancia especial a la proximidad a la vía férrea y estación. El primer Juez de paz para Almirante Brown fue Ramón Hunt.
Continuamos con la rama familiar que desemboca en quien realiza este trabajo de investigación sobre Burzaco. Mis bisabuelos paternos Prudencio Oporto y Gregoria Trujillo tuvieron 14 hijos: Antonia, Antonia Paula Teodora, Martín, Ambrosio, Prudencio Rafael, Oscar Nicolás, Antonio Raúl (mi abuelo), Simón Agustín, Simón Julio, María Leonor, Ebodia y Hermelinda (mellizas), Zunilda y Francisco Antonio. (las dos primeras de mismo nombre, nacidas entre 1882 y 1884 probablemente murieron al nacer o a poco de nacer, lo mismo que Simón Julio nacido el 21 de abril de 1894, falleció el 24 de abril de ese año).
De todos estos, fue Raúl Oporto quien casó con Regina Pulido. De este matrimonio nacieron tres hijos varones: Carlos Raúl, Julio César y Alfredo Omar (este último es mi papá). Raúl Oporto fue el primer cartero de Burzaco. Esa tarea la compartió con otro cartero de apellido Luna).
Carlos Raúl se casó con Ana Di Somma y tuvo dos hijos: Ana María y Nicolás Raúl (Tuchi).
Julio César se casó con Lidia Palín y tuvo dos varones: Mario César y Jorge.
Alfredo Omar se casó con Myldre Liliam Gennaro y de allí nacimos mi hermano (menor que yo) Claudio Alfredo, y quien estas líneas escribe. Nací en Burzaco, en la casa en la que vivieron mis abuelos. En tiempos en que los bebés llegaban al mundo en las casas, nací en esta misma casa. Mas raíz en Burzaco…. imposible!!!
http://www.slideshare.net/LoQueSomos/burzaco-zona-de-quintas-tierra-de-molinos
Todos tenemos historias que contar
No somos neutrales, tenemos una visión del mundo –parecida o diferente a la de muchos, pero no antagónica-. Todo historiador adscribe a una corriente historiográfica en la que se encuadra de acuerdo a su visión del mundo. Por eso, quien se diga “objetivo” falta a la verdad. Imposible ser objetivo, siempre se mira desde donde los pies pisan, como en la frase citada de Leonardo Boff.
Por eso, en el capítulo anterior intentamos en qué lugar nos ubicamos cuando iniciamos este proyecto de historia local, nacional y popular que nació con la investigación del profesor Daniel Alberto Chiarenza en lo que denominamos “tomo 1”, y que he querido continuar en el segundo y en este tercer libro. El desafío siempre signa una vida, saberlo aceptar es parte de nuestra construcción personal y cotidiana. Por eso, después de emprender la realización y editar el primer tomo de esta historia, notamos que quedaban aun muchas cosas para transmitir, para plasmar en el papel para que pudieran ser conservadas y transmitidas a nuestros hijos y nietos.
Fue durante unas vacaciones en el año 2011 que empezamos a conversar sobre la posibilidad de continuar el libro agregando y ampliando material. Así surgió el segundo que contó con una profusa búsqueda de archivo, entrevistas, materiales de archivo familiar, todo lo que permitió presentar una parte del perfil de Burzaco de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Pero la historia es una construcción colectiva, tal como nos decía el compañero Luis Puicercús Vázquez al que citamos al inicio de este libro, y todos tenemos una parte de la historia que contar, la que registraron nuestros ancestros y se transmitió intrafamiliarmente, además de la que vivimos, la que escuchamos, la que nos contaron en casa.
Tenemos que destacar, además de a tantos vecinos y tantas vecinas que colaboraron espontánea y generosamente, a quienes nos antecedieron en la tarea. En primer lugar Roberto Gorriti, vecino de Burzaco, quien sentó las bases de lo que luego proseguimos muchos y muchas. También la obra de Jorge P. Fumiere que, de manera más abarcativa se dedica a la historia de Almirante Brown, pero en definitiva son ambas obras de necesaria consulta. A varios vecinos y vecinas de la localidad que escribieron sus memorias, como Coviella, Pedro Zaleski, Flora Cohen de Dranovsky.
Existía una deuda (y seguramente seguiremos en deuda porque siempre habrá algo más que nos faltó contar!), y tratamos de saldarla aunque sea en parte. En uno de esos conocidos recitados de Luis Landriscina se hace referencia que, en todo pueblo que, como bien sabemos logró progreso con la llegada del ferrocarril, pero a su vez el tren, a la vez divide (sin querer). Queda el pueblo de uno y otro lado de las vías. Puede que una “parte” progrese más rápido que la otra, tal vez porque el núcleo poblacional eligió asentarse de ese lado, y progresivamente se irá poblando el otro sector. Quedaba, por tanto, contar la historia de tantas instituciones, vecinos, que como en aquél cuento de Luis Landriscina (“los de este lado de la vía” y “los del otro lado de la vía”) habían quedado injustamente sin referir.
Tropezamos con un problema que debimos solucionar: la escasez de bibliografía específica, además de la parcialidad y los errores de algunos textos revisados. Entonces acudimos a hemerotecas, archivos, pero por suerte contamos con los aportes de tantos y tantas que aman a esta querida ciudad. Debimos volver más de una vez sobre un comentario para solicitar precisiones, más datos, ubicación geográfica o temporal, un nombre… para luego compararlo con otros testimonios y hacer los ajustes pertinentes, y, en el caso de no haber acuerdo, transcribir los testimonios haciendo la correspondiente aclaración.
Sin embargo, se presentó otro problema a superar: sabido es que en el ámbito de las representaciones sociales se construyen historias basadas en idealizaciones -las que fueran- que sortean el paso del tiempo, quitando o agregando; distorsionando un hecho u otro. Dado que se transmitieron de forma oral dentro de las familias y trascendieron a otras familias y a la comunidad, los agregados, amputaciones, omisiones, verdades, errores fueron extendidos. Para recrear el pasado se han acercado voces que, con humildad, aportaron su historia que se fue hilvanando con otras historias, y permitieron completar más de un hecho. Somos concientes del ocultamiento que, desde ciertos sectores, se produjo en relación a la memoria colectiva. El desprecio por la cultura y su conservación (desde la destrucción de material de bibliotecas y hemerotecas, a bibliotecas y hemerotecas con poco material de consulta, o con material en mal estado de conservación, hasta archivos de los que no quedó registro o de los que nadie da cuenta o se ignora su existencia). Pero, como suele decirse: “si tiene solución no es problema”, y efectivamente, es así. En gran parte logramos solucionarlo acudiendo a la memoria colectiva, tal como expresamos líneas más arriba.
Ha sido de suma importancia contar con testimonios orales, pero nos obligó a que la investigación fuera orientada a buscar la verdad para exponer los hechos lo más cercano posible a la verdad, descargando los mitos, desbrozando la leyenda de la realidad, confrontando la información con otra información, consultando fuentes documentales (las que existieran) para lograr la mayor aproximación a la verdadera historia.
Reconstruir el pasado es casi un “trabajo de hormigas”. Es un trabajo complejo de búsqueda de información en libros, en diarios, en la memoria. De concertar entrevistas llamando una, dos, tres veces, hasta consensuar un día para la charla. De encontrar que muchos se ofrecen y luego “no pueden”. Es un trabajo tenaz de construcción solidaria, colaborativa, pero que en un punto se torna solitaria: en el momento en que lo que se ha corroborado debe ser plasmado en el papel, pero es sólo para rearmar las piezas, ensamblarlas y devolverlas a la comunidad en forma de libro.
Sólo una cosa más: este libro no conformará a todos. Habrá muchos que aun faltan nombrar, habrá hechos que, tal vez, hemos descrito de una forma y puede que haya quien los haya escuchado de manera diferente. Siempre estarán los que, una vez leído el libro, dirán “aquí hay un error” pero no darán opinión sobre todo lo demás sobre lo que hemos trabajado.
Por sobre todas las cosas hemos trabajado para plasmar la memoria, para que no se pierdan nuestros recuerdos. De buena fe, con nuestro esfuerzo y a nuestro costo, para evitar que los “espónsores” condicionen nuestras letras.
Las hormiguitas de Daniel Viglietti
Las hormiguitas blancas y azules
con su carguita cruzan la tierra,
cruzan los mares, cruzan los cielos
dejando atrás el temporal,
la casa rota, el pie asesino,
la vida herida por ese mal,
el temporal.
Pero los sueños y los caminos
las hormiguitas no dejarán;
los van cargando con la ilusión
de un circo en viaje hacia la función.
Si les preguntan dónde trabajan
contestan siempre ”en la construcción”,
la construcción.
Las hormiguitas carpintereando,
albañileando, pintarrajeando,
imaginando, desolvidando,
enamorando y hasta cantando
van caminando y acumulando
verde energía, mucha esperanza,
mucha esperanza.
Siguen andando sobre la tierra,
sobre los cielos, sobre los mares,
multiplicando hojas y flores,
acumulando verde energía,
mucha esperanza, mucho buen día,
para su viaje que es circular,
es circular, va a terminarse
para empezar.
Las hormiguitas son muy tenaces,
las cicatrices van a cerrar,
con sus hojitas de yerba mate
las hormiguitas se sanarán.
Pocos comprenden su largo viaje,
¿por qué salieron si han de volver?
Han de volver.
Todas chuequitas las hormiguitas,
son solidarias como un panal.
Todas chuequitas las hormiguitas,
son solidarias como un panal,
pero si encuentran el pie asesino,
pica que pica, lo atacarán.
¡Lo atacarán!
Las hormiguitas que yo les canto
son tan chiquitas que ni se ven,
pero los sueños que van cargando
tienen la altura que tiene el bien,
el bien de toda naturaleza
que en esta tierra pide un lugar.
Las hormiguitas nunca se pierden
porque su viaje es circular,
es tan redondo como los ojos
de un ser humano al despertar,
es tan redondo como el planeta
que vamos juntos a liberar.
¡A liberar!
Y esperamos que, quienes vengan después de nosotros, y después de después… sigan ampliando, contando, recuperando la memoria, con afecto, con amplitud, como resguardo cultural para las generaciones siguientes.
Notas:
1.- Luis Puicercús Vázquez, Brigadistas en Cuba.
2.- Bertolt Brecht: Preguntas de un Obrero Ante un Libro. Citado completo en la página 11 del tomo 2 de la Historia Popular de Burzaco.
3.- Juan Carlos Serqueiros
4.- Jorge Fumiere. Origen y Formación del Partido y Pueblo de Almirante Brown (Adrogué) 1750-1882, La Plata: Publicaciones del archivo histórico “Dr. Ricardo Levene”, La Plata 1969
5.- Posteriormente se trasladó a Burzaco, dedicado al comercio, estuvo al frente de un almacén de ramos generales ubicado en la intersección de calle Alsina y Carlos Pellegrini.
6.- Fumiere, op. Cit.
Más artículos de la autora
* Introducción al reciente tercer tomo publicado de “Historia popular de Buzarco III” de Mónica Oporto. Miembro de la Asamblea de Redacción de LQSomos, desde Buenos Aires, Argentina.
– Historia popular de Burzaco I
– Historia Popular de Burzaco II
– Historia Popular de Burzaco III