¡Chávez vive, la lucha sigue!

¡Chávez vive, la lucha sigue!
El viento de la utopía a veces sopla en los lugares más insospechados. En el Madrid de Rajoy, con sus odiosas políticas de austeridad, que no cesan de restar derechos a la clase trabajadora y humillar a los más débiles, se celebró el pasado seis de abril un acto de homenaje a la memoria del Comandante Hugo Chávez, ferozmente vilipendiado por los grandes medios de comunicación del Estado español. Pese a la campaña de infamias y mentiras, el Auditorio Marcelino Camacho de Comisiones Obreras resultó insuficiente para albergar a las miles de personas que acudieron a manifestar sus sentimientos de afecto y duelo por uno de los pocos líderes con el coraje necesario para desafiar al imperialismo norteamericano, oponiéndose a la ofensiva neoliberal con unas audaces políticas sociales que han transformado la sociedad venezolana. Sus años de gobierno se recordarán como un período de grandes logros que acercaron la educación, la sanidad y la vivienda a los sectores más deprimidos y vulnerables. Acusado de dictador, ganó una elección tras otra, empleando el petróleo para luchar contra las desigualdades. Su forma de proceder impulsó de forma decisiva el socialismo del siglo XXI, que pretende devolver la soberanía a los pueblos y acabar con un saqueo disfrazado de crisis económica.
 
No pretendo menospreciar ninguna intervención, pero es innegable que nadie despertó tantas emociones como el actor y activista político Willy Toledo. Su breve alocución brotó de la convicción y el compromiso. Todos advirtieron que hablaba con el corazón en la mano al mencionar el funeral de Hugo Chávez, que movilizó espontáneamente a millones de venezolanos, profundamente conmovidos por la pérdida de su presidente. Willy afirmó que ni Rajoy ni Aznar ni Felipe González provocarán reacciones semejantes cuando desaparezcan, pues sólo se les recordará por la corrupción, el terrorismo de Estado y las medidas represivas y antisociales. A pesar de la cada vez más torpe y grosera manipulación del Grupo PRISA, Hugo Chávez se ha convertido en un símbolo de dignidad y compromiso revolucionario. Willy no desperdició la ocasión de recordar que Felipe González ha viajado a Venezuela para asesorar al candidato de la derecha, Henrique Capriles, que procede de una de las familias de la oligarquía venezolana y sólo representa los intereses de una minoría ávida de privilegios, acostumbrada a cometer sus exacciones con vergonzosa impunidad. Al igual que González, Capriles es un político prefabricado, que no habla ni realiza un gesto, sin consultar a sus asesores. Por el contrario, Hugo Chávez era un hombre que se expresaba con espontaneidad, sin fingir, mentir o morderse la lengua. Era un revolucionario y no un profesional de la política. Era un ser humano y no un monigote al servicio de los ricos y los poderosos. Willy se despidió con un emotivo ¡Viva Fidel!, que levantó a todos los asistentes, y una consigna, ¡Viva Chávez, la lucha sigue!, que desató la euforia y en no pocos casos las lágrimas.
 
Las palabras de Ángel Cappa, entrenador de fútbol y notable escritor, se movieron en otro registro. Sin renunciar al recuerdo emocionado, Cappa adoptó un tono más reflexivo, señalando una vez más que democracia y capitalismo son términos incompatibles, pues la democracia es el gobierno del pueblo y el capitalismo es un orden económico y social basado en la explotación de grandes masas de trabajadores, que sólo perciben en forma de salario una pequeña parte de la riqueza generada por su trabajo. En el capitalismo, el ser humano sólo es una mercancía potencialmente desechable. El obrero sólo puede escoger entre la explotación o la exclusión, la integración forzosa en una rutina deshumanizadora o la marginación. En un sistema que separa a los hombres y las mujeres de su esencia racional, condenándoles a la esclavitud, la soledad y el desarraigo, la libertad no se perfila como una posibilidad, sino como un límite. “Mi libertad acaba donde empieza la de los demás”, se repite, fomentando una convivencia donde el otro no es la posibilidad de una realización personal basada en la experiencia comunitaria, sino un muro que nos separa de nuestros semejantes. Ángel Cappa invirtió la frase, afirmando: “Mi libertad empieza con la de los demás”. Es decir, no hay libertad sin el otro, pues la plenitud del individuo sólo acontece en la convivencia solidaria, libre, plural, fraterna e igualitaria. Se podría añadir que no hay libertad sin respeto a la naturaleza y la diversidad cultural, una meta que sólo se alcanzará erradicando la pobreza y las obscenas desigualdades.
 
En 2005, Hugo Chávez habló en la Asamblea General de Naciones Unidas, advirtiendo que no se cumpliría en 2015 el objetivo fijado en el Cumbre del Milenio de reducir a la mitad el número de hambrientos del planeta (842 millones). Al ritmo actual, esa meta no se haría realidad hasta 2215. Chávez no contaba que la crisis desatada en septiembre de 2008 con la caída de Lehman Brothers incrementaría el sufrimiento de los pueblos, acercando el número de hambrientos a los 900 millones. La especulación con el precio de los alimentos y la expropiación de tierras en los países del Tercer Mundo (“capitalización”, según el lenguaje técnico del neoliberalismo) ha agravado aún más el escándalo del hambre. Una sexta parte de la población mundial sufre una desnutrición que acaba con la vida de 25.000 niños al día. No es una exageración hablar de un genocidio promovido por un capitalismo que mantiene una silenciosa guerra contra los pobres. Ante ese panorama, Hugo Chávez certificó el fracaso de Naciones Unidas como organismo internacional y solicitó su refundación. “Esto no sirve. Es la pura verdad. […] El sueño de una paz mundial, el sueño de un nosotros que no se avergüence por el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la necesidad extrema, necesita –además de raíces- alas para volar. Necesitamos alas para volar, sabemos que hay una globalización neoliberal aterradora, pero también existe la realidad de un mundo interconectado que tenemos que enfrentar no como un problema sino como un reto. […] La gravedad de los problemas convoca a transformaciones profundas, las meras reformas no bastan para recuperar el nosotros que esperan los pueblos del mundo. […] Más allá de las reformas reclamamos desde Venezuela la refundación de Naciones Unidas, y como bien sabemos en Venezuela, por las palabras de Simón Rodríguez, el Robinson de Caracas: O inventamos o erramos. […] Nos enfrentamos a una crisis energética sin precedentes en el mundo, en la que se combinan peligrosamente un imparable incremento del consumo energético, la incapacidad de aumentar la oferta de hidrocarburos y la perspectiva de una declinación en las reservas probadas de combustibles fósiles. Comienza a agotarse el petróleo. Para el 2020, la demanda diaria de petróleo será de 120 millones de barriles, con lo cual, incluso sin tener en cuenta futuros crecimientos, se consumiría en 20 años una cifra similar a todo el petróleo que ha gastado la humanidad hasta el momento, lo cual significará, inevitablemente, un aumento en las emisiones de dióxido de carbono que, como se sabe, incrementa cada día la temperatura de nuestro planeta. Katrina ha sido un doloroso ejemplo de las consecuencias que puede traer al hombre ignorar estas realidades. […] Es práctica y éticamente inadmisible sacrificar a la especie humana invocando de manera demencial la vigencia de un modelo socioeconómico con una galopante capacidad destructiva. Es suicida insistir en diseminarlo e imponerlo como remedio infalible para los males de los cuales es, precisamente, el principal causante. […]
 
Hoy reclamamos desde los pueblos, en este caso el pueblo de Venezuela, un nuevo orden económico, pero también resulta imprescindible un nuevo orden político internacional, no permitamos que un puñado de países intente reinterpretar impunemente los principios del Derecho Internacional para dar cabida a doctrinas como la Guerra Preventiva, ¡vaya que nos amenazan con la guerra preventiva!, y la llamada ahora Responsabilidad de Proteger, pero hay que preguntarse quién nos va a proteger, cómo nos van a proteger. Yo creo que uno de los pueblos que requiere protección es el pueblo de Estados Unidos, demostrado ahora dolorosamente con la tragedia de Katrina: no tiene gobierno que lo proteja de los desastres anunciados de la naturaleza, si es que vamos a hablar de protegernos los unos a los otros; estos son conceptos muy peligrosos que van delineando el imperialismo, van delineando el intervencionismo y tratan de legalizar el irrespeto a la soberanía de los pueblos; el respeto pleno a los principios del Derecho Internacional y a la Carta de las Naciones Unidas deben constituir, señor Presidente, la piedra angular de las relaciones internacionales en el mundo de hoy, y la base del nuevo orden que propugnamos. […] En apenas siete años de Revolución Bolivariana, el pueblo venezolano puede exhibir importantes conquistas sociales y económicas. 1.406.000 venezolanos aprendieron a leer y a escribir en año y medio, nosotros somos 25 millones aproximadamente y, en escasas semanas el país, dentro de pocos días, podrá declararse libre de analfabetismo, y tres millones de venezolanos antes excluidos por causa de la pobreza, fueron incorporados a la educación primaria, secundaria y universitaria. Diecisiete millones de venezolanos y venezolanas –casi el 70% de la población- reciben, por primera vez en la historia, asistencia médica gratuita, incluidos los medicamentos y, en unos pocos años, todos los venezolanos tendrán acceso gratuito a una atención médica por excelencia. Se suministran hoy más de 1.700.000 toneladas de alimentos a precios módicos a 12 millones de personas, casi la mitad de los venezolanos, un millón de ellos lo reciben gratuitamente, de manera transitoria. Estas medidas han generado un alto nivel de seguridad alimentaria a los más necesitados. Señor Presidente, se han creado más de 700.000 puestos de trabajo, reduciéndose el desempleo en 9 puntos porcentuales. […] Reafirmamos aquí en este salón nuestra infinita fe en el hombre, hoy sediento de paz y de justicia para sobrevivir como especie. Simón Bolívar, padre de nuestra Patria y guía de nuestra Revolución, juró no dar descanso a su brazo, ni reposo a su alma, hasta ver a la América libre. No demos nosotros descanso a nuestros brazos, ni reposo a nuestras almas hasta salvar la humanidad”.
 
No quiero finalizar esta nota sin mencionar la intervención por videoconferencia de Teresa Forcades, monja benedictina doctorada en teología y medicina. Después de visitar Venezuela, Forcades manifestó que Hugo Chávez era mucho menos populista que Obama o Rodríguez Zapatero. Obama lanzó una campaña “personalista”, explotando su imagen y la de su familia, y Zapatero “incumplió sus promesas” de una manera escandalosa, recurriendo a la demagogia para captar votos. Forcades reconoce que viajó a Venezuela con “ideas preconcebidas: falta de libertad de expresión, de prensa, prácticas dictatoriales de un líder carismático”, pero de inmediato descubrió que su visión de la Revolución bolivariana era completamente falsa. “Antes del Gobierno de Chávez había más del 20% de personas en situación de pobreza extrema y hoy el porcentaje se sitúa en el 7%. En menos de 10 años, Venezuela ha alfabetizado al 95% de sus ciudadanos según cifras de la Unesco”. La monja benedictina afirmó que muchos de los que hablan despectivamente de Chávez “no han escuchado nunca un discurso entero”. Las frases que llegan a las cadenas españolas “han perdido el contexto por el camino”. Forcades afirma que Chávez le pareció “culto, estratega, inteligente, amoroso con la historia de su país y capaz de animar a la gente obteniendo mayorías absolutas”. En el vídeo que se proyectó en el Auditorio Marcelino Camacho, afirmó que “el momento político que vive Venezuela es muy delicado y me gustaría pensar que todo el trabajo hecho desde 1998 ha sido suficiente como para consolidar los hitos de la revolución. Sería un fracaso si, tras 15 años de revolución, se muere el líder y todo cae (…), ahora es el momento de demostrar que era posible hacerlo y que esta alfabetización del 60% de la población que aún necesitaba ser alfabetizada y que se ha conseguido con la revolución, no ha sido sólo una alfabetización formal. En el pleno sentido de la palabra, la alfabetización ha convertido a Venezuela en una sociedad plural y democrática”. Forcades expresó su deseo de que gane Maduro. En declaraciones anteriores, atribuyó el cáncer de Hugo Chávez “a su entrega incondicional a su pueblo” y años atrás alertó que podía ser “eliminado por los intereses geopolíticos de los poderosos”. Las sospechas de un asesinato político sobrevolaron la sala, pero nadie se atrevió a mencionarlo desde el estrado, pues no existen pruebas. Algunos se sorprendieron con la aparición de una religiosa, elogiando a Chávez. Me parece un terrible error menospreciar la aportación de las voces más críticas del cristianismo. Nombres como Rutilio Grande, Óscar Romero, Ignacio Ellacuría, Camilo Torres Restrepo o Juan Gerardi, que perdieron la vida por enfrentarse a las dictaduras militares de El Salvador, Guatemala o Colombia, reclamando el fin de la represión y la creación de sociedades más justas e igualitarias, son un recordatorio permanente del potencial liberador del cristianismo y otras religiones. Jon Sobrino, amigo y compañero de Ellacuría, que sobrevivió a la matanza de los jesuitas de la UCA (Universidad Centroamericana) el 16 de noviembre de 1989, perpetrada por el batallón Atlacatl del Ejército salvadoreño, nunca se ha cansado de repetir que la concentración de riqueza es “una obscenidad metafísica” y que “hoy en día, un niño que muere de hambre, muere asesinado”. Ernesto Cardenal, sacerdote y poeta, ministro de Cultura en el primer gobierno de la Revolución sandinista, se ha movido siempre en la misma línea y, al igual que Sobrino, ha acusado a la Iglesia Católica de traicionar al Evangelio.
 
Se ha dicho que Hugo Chávez se rodeó de amigos indeseables, como Mahmud Ahmadineyad, pero en su discurso de 2011 ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente de la República Islámica de Irán habló con enorme clarividencia, recordando “la necesidad de introducir cambios fundamentales en el orden internacional actual. […] Hay un deseo general de paz, progreso y fraternidad, pero continúan las guerras, los asesinatos masivos y las crisis económicas y políticas que violan los derechos y la soberanía de las naciones, sembrando un daño irreparable por todo el mundo. Aproximadamente, 3.000 millones de seres humanos viven con menos de 2’5 dólares al día y más de 1.000 millones sufren el azote del hambre. El 40% de la población mundial sólo disfruta del 5% de los ingresos globales, mientas el 20% más rico acapara el 75% de los ingresos globales totales. Más de 20.000 niños mueren diariamente de hambre. En Estados Unidos, el 80% de los recursos financieros está en manos de un privilegiado 10% y sólo el 20% de los recursos de la nación están a disposición del restante 90%. ¿Cuáles son las causas de estas desigualdades? ¿Cómo podremos remediar tal injusticia? ¿No es evidente que la causa primordial de los problemas debería ser buscada en el orden internacional predominante, o en el modo en que el mundo es gobernado? […] La mayoría de naciones y gobiernos del mundo no han desempeñado ningún papel en la creación de las crisis globales del presente y, de hecho, han sido víctimas de las políticas coloniales e imperialistas de Estados Unidos y las grandes potencias europeas. Es tan claro como la luz del día que los mismos poderes coloniales que instigaron las dos guerras mundiales han propagado la miseria y el desorden por todo el planeta. Estos poderes arrogantes realmente tienen la capacidad de coacción y manipulación necesaria para gobernar el mundo. ¿Es aceptable que se llamen a sí mismos únicos defensores de la democracia, la libertad y los derechos humanos, a la vez que atacan y ocupan militarmente otros países? ¿Acaso puede florecer la democracia entre misiles, bombas y armas? ¿Cuál es la justificación de la presencia de cientos de militares estadounidenses y bases de inteligencia en diferentes partes del mundo, incluyendo 268 bases en Alemania, 124 en Japón, 87 en Corea del Sur, 83 en Italia, 45 en el Reino Unido, y 21 en Portugal? ¿Significa esto algo más que una ocupación militar? ¿Las bombas desplegadas en dichas bases no minan la seguridad de otras naciones? ¿No fue una forma de colonialismo anular el sistema de Bretton Woods, imprimiendo millones de dólares sin apoyo de las reservas de oro o una riqueza equivalente? ¿Esa medida no desató la especulación, alimentando las burbujas financieras y los enriquecimientos fulgurantes e ilícitos?” La prensa occidental no se cansa de escarnecer a Ahmadineyad, tal vez preparando a la opinión pública para la ofensiva que se prepara contra la República Islámica de Irán, cuyas reservas de gas y petróleo representarían un importante balón de oxígeno para la economía europea y norteamericana, con graves problemas de abastecimiento en materia de energía y combustibles fósiles.
 
Gadafi, otro personaje execrado y maldito hasta su definitiva liquidación y el hundimiento de su país en un caos que ha permitido acceder a las reservas de oro del Banco Nacional de Libia, superiores a las de la Federación Rusa, se expresó con la misma lucidez en septiembre de 2009 ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Incómoda con sus palabras, Naciones Unidas ha borrado de su página web la transcripción al inglés, intentando limitar el alcance de sus reflexiones. En su discurso, Gadafi señaló que el preámbulo de la Carta de Naciones Unidas no establece distinciones entre naciones grandes y pequeñas, pero en la realidad el Consejo de Seguridad está compuesto por 15 naciones, de las cuales cinco son permanentes (Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido y China) y tienen derecho a veto. Los acuerdos necesitan al menos nueve votos y el derecho de veto bloquea cualquier iniciativa de un país pequeño, cuyos intereses no coinciden con los de las grandes potencias. “En el preámbulo de la Carta se dice que somos iguales, pero la realidad es muy distinta. No somos iguales. […] Se dice que el uso de la fuerza sólo está justificado por el interés común, pero desde 1945 han estallado 65 guerras y el número de víctimas supera a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial”. Gadafi afirmó que se hablaba de paz y seguridad mundial para bombardear y ocupar países, invocando el derecho de injerencia por razones humanitarias, cuando en realidad se vulneraba el derecho de soberanía, con propósitos neocoloniales. “El único país que hemos votado democráticamente para ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad Permanente es China. El resto han sido impuestos. […] Somos 190 naciones, pero sólo un puñado controla el funcionamiento real de Naciones Unidas. El resto sólo servimos de decorado y no influimos en las decisiones. Somos como los oradores de Hyde Park. Hablamos con un altavoz en una esquina, pero luego desaparecemos sin que nuestras palabras cambien nada. […] La Unión Africana debería ser miembro permanente del Consejo de Seguridad. Al igual que América Latina o los países islámicos. Eso sería democracia, justicia y no que las grandes potencias con armas nucleares impongan sus intereses de forma unilateral. Este modo de proceder es terrorismo puro. El Tercer Mundo vive aterrorizado por la posibilidad de nuevos ataques militares. África fue brutalmente colonizada y sus habitantes sufrieron la esclavitud, el expolio y la deportación. ¿Por qué no son indemnizados? Deberían recibir una compensación de 7’77 billones de dólares. Sólo entonces podrían salir de la pobreza y contemplar el futuro con esperanza. ¿Por qué Libia no es indemnizada por Italia? El Parlamento italiano aprobó la invasión de Libia, aboliendo nuestros derechos nacionales. Si los países colonizados recibieran compensaciones y disculpas, viviríamos en un mundo más seguro. En vez de eso, se recurre a las guerras preventivas contra Irak, Afganistán y se mantiene en funcionamiento el Centro de Detención de Guantánamo. ¿Qué nos espera en el futuro? ¿Nuevas guerras imperialistas? ¿Naciones Unidas protegerá a los países del Tercer Mundo o dictará resoluciones a favor de la estrategia global contra el terror?”
 
Hugo Chávez se atrevió a desafiar a Estados Unidos. Su muerte prematura privó al socialismo del siglo XXI de un líder esencial. La victoria de Nicolás Maduro ha desatado la violencia en las calles. Se han producido hasta ahora siete muertos. Los partidarios de Henrique Capriles no aceptan el resultado de las urnas. Estados Unidos se niega a reconocer a Maduro como Presidente de Venezuela y la Unión Europea se limita a declarar que “ha tomado nota”. Sin embargo, UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) ha reconocido a Maduro como presidente legítimo y el nuevo mandatario se ha comprometido a realizar una auditoría del 100% de los votos para disipar cualquier duda. Es imposible pronosticar el futuro de Venezuela, pues Estados Unidos es su principal cliente. Adquiere 900.000 barriles diarios de petróleo y paga en efectivo. Esa situación le permite desestabilizar el país, con un simple cambio de política comercial. Pase lo que pase, Chávez vive y la lucha sigue. Aunque ya no esté físicamente entre nosotros, siempre regresará como Atahualpa, convertido en millones. Es el alma de unos pueblos que no se resignan a vivir pisoteados, humillados, desmoralizados. Hugo Chávez somos todos. Todos los que creemos en la solidaridad y la fraternidad. Y no somos pocos, sino una mayoría que algún día despertará y tal vez cambiará el rumbo de la historia.
   
 

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