Imparable lucha de las mujeres guatemaltecas

Imparable lucha de las mujeres guatemaltecas

Vivimos en un sistema que establece el dominio y el poder de lo masculino sobre lo femenino, e implica una superioridad del hombre en todas las esferas de la sociedad, aunque, por desgracia, ya lo vemos como algo natural.

Por este motivo, que en el caso de establecer la definición y puesta en práctica de los Derechos Humanos, es muy complicado establecer unos criterios acordes a las necesidades de cada uno de los sexos, siendo uno, siempre, más beneficiario que el otro. Aunque poco a poco se va avanzando, tanto en la conciencia de la sociedad como en diversas actuaciones internacionales a favor de la igualdad de las mujeres con respecto al hombre. Pero muchos de estos derechos se siguen quedando en el papel, como forma de adorno a la legislación internación, pero, ¿de qué sirven si no se pone en práctica de forma dinámica?

Tanto en el artículo uno, como en el dos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se hace referencia a la igualdad en todos los aspectos de la vida de una persona. Pero, lo complicado es llevarlo a cabo, es creer que todos y todas tenemos los mismos derechos, estemos en el contexto en el que estemos. En nuestra sociedad, el discurso de que todos y todas tenemos derechos, ya es algo habitual, solo debemos creerlo y luchar por ellos, pero imagínate ser una mujer que vive en Guatemala, cuál sería tu percepción de tener derechos.

Guatemala es una de las regiones del planeta con más pobreza (entendiendo pobreza como escaso recurso económico). Un documento de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida en Guatemala (nov. 2011) presenta el informe oficial de la pobreza en Guatemala, estableciendo que el 54% de la población se encuentra en esta situación.

Haciendo referencia a estos datos, podemos afirmar que según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida en Guatemala (2006), el 51.5% de las mujeres son pobres, frente al 48.5% de los hombres. Pero según datos de una investigación elaborada por Central American Business Intelligence (CABI), la pobreza de las mujeres aumentó en Guatemala, debido a la crisis económica que registró a nivel mundial entre el 2009 y el 2010.

A pesar de la grave situación de las mujeres guatemaltecas, siempre han asumido el cuidado de sus miembros y las tareas domésticas, en la mayoría de los casos, relegada a su vida privada dentro del hogar. Aunque, en la actualidad, el aumento del acceso de las mujeres al mercado laboral a través de trabajos informales, en su mayoría, ha facilitado las relaciones sociales que antes las tenía negadas.

Su acceso ha sido la consecuencia de varias luchas realizadas por la consecución de sus derechos y en contra de esta sociedad patriarcal en la que estamos inmersos, luchas realizadas por la necesidad de salir de estos estereotipos impuestos, aumentando la posibilidad de una mayor integración en su comunidad, lucha que no ha cesado a lo largo de su historia.

Guatemala sufrió una larga guerra civil de 36 años, que no fue vivida de la misma forma por hombres y mujeres. Las mujeres fueron parte activa del movimiento revolucionario, de esa lucha por sus derechos, por la justicia, por la democracia, por una vida digna, para que se las tuviera en cuenta en la sociedad, que formaran parte de ella, para que se les oyera su voz. Son mujeres luchadoras reprimidas en el conjunto de la sociedad, no solo por los expropiadores de sus tierras, por los que tienen el poder, sino doblemente reprimidas por sus compañeros de luchas, por sus parejas, por sus padres o hijos, por los hombres que las rodean.

Tras la firma del acuerdo de Paz, las mujeres han logrado participar en la definición de los objetivos nacionales. En especial, han orientado avances en la preparación del marco jurídico e institucional encaminado a superar formas históricas de discriminación basada en el género.
No solo luchan por el reconocimiento de sus derechos en la sociedad, sino el reconocimiento en su vida cotidiana, independientemente de la labor que desempeñen. A pesar de los obstáculos que han tenido en su país, del fuerte feminicidio que han sufrido, de la discriminación, de los altos niveles de violencia conyugal, violencia sexual, acoso, malos tratos, incesto y violencia intrafamiliar, aún siguen luchando con tanta fuerza que hacen que sean los altavoces de todas las mujeres, no solo de su país, sino del mundo. Son un claro ejemplo de lucha pacífica por unos derechos que jamás fueron practicados, que se pisotearon y que desaparecieron a los ojos de los no creyeron ver, escuchar y sentir al verdadero esfuerzo por la lucha de la dignidad, dignidad aplastada, pero siempre presente en la mirada de estas mujeres. Aun queda mucho camino por recorrer, un camino lleno de luchas, fracasos y logros.

 * Publicado en el diario digital Rebelión.org

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