Infamia y mentira de Pérez-Reverte

Infamia y mentira de Pérez-Reverte
Picasso trabajando en el Guernica

Arturo del Villar*. LQS. Octubre 2018

Desde el momento en que se produjo la sublevación de los militares monárquicos contra la República, Picasso decidió colaborar con el Gobierno leal. Su primera actividad consistió en vender cuadros de su colección privada, para donar la recaudación al embajador de la República Española en París

Picasso trabajando en el Guernica

Publica el diario madrileño El País en su edición digital del 3 de octubre de 2018 un reportaje de Silvia Ayuso, sobre una novela de Arturo Pérez-Reverte ambientada en París en 1937, y recoge esta afirmación del escritor: “Picasso no pintó el Guernica por patriotismo ni por democracia; lo pintó por muchísimo dinero.” Es una infamia que queda desmentida por diversos testimonios, entre ellos el fundamental de Juan Larrea, comisionado por el Gobierno de la República Española para tratar con Pablo Picasso acerca de la realización de un mural para el pabellón español en la Exposición Internacional de las Artes y Técnicas en la Vida Moderna, inaugurada en París el 24 de mayo de 1937.

Desde el momento en que se produjo la sublevación de los militares monárquicos contra la República, Picasso decidió colaborar con el Gobierno leal. Su primera actividad consistió en vender cuadros de su colección privada, para donar la recaudación al embajador de la República Española en París. La primera entrega fue de 400.000 francos franceses. En setiembre de 1936 el Gobierno constitucional le nombró director del Museo del Prado, cargo que aceptó aunque no se posesionó de él, porque los bombardeos criminales de la aviación nazifascista aliada con los rebeldes aconsejaban preservar los cuadros ocultos para evitar su destrucción, y por fin enviarlos a Ginebra.
En enero de 1937 comenzó unos dibujos que compondrían la serie Songe et mensonge de Franco, terrible sátira contra el proclamado por los rebeldes su caudillo. El propósito al realzarlos consistía en venderlos como tarjetas postales, y el dinero recaudado se destinó al Gobierno leal. La ideología de Picasso estaba totalmente inclinada a la izquierda, aunque hasta 1944 no llegó a formalizar su afiliación al Partido Comunista Francés, al que ya anteriormente apoyaba con donativos.

Testigo de cargo contra la barbarie

Aceptó el encargo el Gobierno constitucional de pintar el mural para el pabellón español, sin saber qué tema representar. La bárbara destrucción por la aviación nazi de la villa foral de Gernika el 26 de abril de 1937 le dio el motivo. El 1 de mayo, Fiesta Internacional del Trabajo, comenzó la obra que se convertiría en el icono del trágico siglo XX, testigo de cargo contra la violencia criminal de las ideologías destructoras de la libertad de los pueblos, y convirtió el nombre de la villa en un referente del martirio.
Se negó a cobrar nada por su trabajo, pero el Gobierno leal le convenció para que aceptase 150.000 francos franceses, una cantidad ridícula para lo que realmente valía esa obra genial, que no tiene precio. De ese modo el Gobierno de la República Española deseaba convertirse legalmente en propietario del cuadro, en prevención de lo que pudiera pasar según las vicisitudes de la guerra. Eran muy superiores las donaciones entregadas hasta entonces por Picasso al embajador de la República en París, y las que seguiría donando.
El 19 de diciembre de 1937 publicó el New York Times una carta de Picasso dirigida al Congreso de Artistas Americanos, a los que explicó la situación de España, atacada por el nazifascismo internacional en apoyo de los militares monárquicos sublevados, y pidió solidaridad con el pueblo español criminalmente agredido.
Terminada la guerra en España el 1 de abril de 1939, Picasso expuso el Guernica en Noruega y el Reino Unido, cobrando la entrada a los visitantes, dinero destinado a los exiliados republicanos peregrinos por el mundo. En el mes de mayo el mural llegó a Nueva York, y desde allí se expuso en algunas ciudades gringas, con el mismo motivo generoso. En 1940 lo depositó en el Museum of Modern Art de Nueva York, hasta que pudiera ser entregado a un Gobierno republicano español.

Propiedad de la República

En 1968 el embajador de la dictadura española en los Estados Unidos reclamó su entrega, aduciendo que el cuadro fue pagado por un Gobierno español y el de entonces era su sucesor. No consiguió su propósito, porque Picasso se negó a tolerarlo, con el argumento irrebatible de que el propietario era el Gobierno de la República, no el de la dictadura fascista. Dejó bien claro que el Guernica debería enviarse a España solamente cuando recuperase la legalidad perdida con la derrota bélica, es decir, cando estuviera proclamada la República. Nadie osó discutir su deseo mientras él vivió, pero Picasso murió en 1973 republicano, comunista y ateo.
En 1975 a la muerte del dictadorísimo se instauró en España la que él denominó monarquía del 18 de julio, y ocupó el trono el designado por él sucesor a titulo de rey para perpetuar su régimen. De nuevo se intentó apoderarse del cuadro, el mayor alegato contra el nazifascismo internacional, y como ya el pintor no podía impedirlo, su albacea Roland Dumas aceptó que fuera entregado al régimen sucesor del que abominaba Picasso. Para mayor escarnio lo trajeron en 1981, al cumplirse el centenario de su nacimiento. Lo trajeron protegido por la policía, y se expuso cubierto por un cristal blindado, por temor a que los vencedores de la guerra atentasen contra el mural que denuncia la brutalidad criminal del nazifascismo aliado con los militares monárquicos.
Es una infamia la declaración del académico Pérez-Reverte. Lo que menos le interesaba a Picasso era el dinero, cuando aceptó el encargo de pintar un mural para el pabellón de la República en la Exposición de París. Aquel escaparate internacional le sirvió para denunciar el espanto de la agresión nazifascista al servicio de los militares monárquicos contra el pueblo español. Fue muchísimo más lo que él entregó a la República, primero para colaborar con los milicianos en su justa lucha contra los sublevados, y después para ayudar a los exiliados. Y el que propala infamias es un infame.

* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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