“Infiltrats”: El lápiz de memoria, una llamada grabada y más errores policiales al descubierto

“Infiltrats”: El lápiz de memoria, una llamada grabada y más errores policiales al descubierto
Gemma Garcia Fàbrega y Sònia Calvó. Foto: Víctor Serri.

Por Sergi Picazo (elcritic.cat)

Entrevista a Gemma Garcia Fàbrega y Sònia Calvó, directoras del reportaje emitido en el programa 30 minuts de 3Cat, la Directa y Polar Star Films, que revela detalles inéditos del espionaje a los movimientos sociales

El reportaje “Infiltrats”, producido por 3Cat, la Directa y Polar Star Films, acaba de revelar informaciones inéditas sobre los patrones y los errores de las operaciones de infiltración policial en movimientos sociales de Catalunya y el País Valencià. Todo comenzó con una investigación periodística de la Directa hace más de tres años, y que, hasta ahora, ha destapado cuatro casos de policías españoles infiltrados en el activismo de los Països Catalans. Ahora, las periodistas Gemma Garcia Fàbrega y Sònia Calvó han dirigido un reportaje para el programa 30 minuts que seguramente habrá puesto muy nervioso a más de uno en la Comisaría General de Información, el servicio de inteligencia del Cuerpo Nacional de Policía.

La revelaciones de los errores policiales -desde un lápiz de memoria con fotos comprometedoras hasta una videollamada a una de las infiltradas donde lo reconoce todo- ponen en entredicho las versiones dadas hasta ahora por el Ministerio del Interior del Estado español. “Hay infiltrados en toda España”, llega a confesar, sin saber que la grababan, la agente infiltrada Maria Isern. Podéis recuperar el reportaje entero del 30 minuts aquí.

Detrás del reportaje “Infiltrats” hay tres años de investigación periodística de la Directa. ¿Cómo comenzáis en la Directa a tirar del hilo de los casos?

Genma Garcia (G. G.): En 2022 se ponen en contacto con la Directa personas vinculadas al Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans para alertarnos de una sospecha sobre una persona que milita con ellos. De forma fortuita, un grupo de personas que le conocen de antes se lo encuentran en Barcelona y nos aseguran que es en realidad un policía. Entonces, empieza una investigación para determinar la identidad real de esta persona, y a través de unas comprobaciones fotográficas y de un rastreo que no podemos explicar, acabamos descubriendo quién es: es un policía bajo las iniciales I. J. E. G., que pertenece a la 33 promoción de la Escuela de Policía de Ávila y que actúa bajo la identidad falsa de Marc Hernàndez Pons. Eso pone a otros activistas en alerta y es el inicio de todo.

Los infiltrados son activistas realmente anónimos, de base, que habían estado durante al menos dos años teóricamente bien camuflados dentro de los movimientos sociales catalanes y valencianos. ¿Qué “errores” cometen para ser descubiertos? ¿Por qué se convierten en sospechosos?

Sonia Calvó (S. C.): Por un lado están los errores que cometen y después hay patrones comunes de comportamiento que se pueden detectar pasado un tiempo. Ahora, en el 30 minuts, hemos revelado por primera vez algunos de los errores clave. Hay de todo tipo. Las operaciones tienen fallos. Un ejemplo: sin darse cuenta, Dani Hernàndez Pons, el infiltrado del centro social La Cinètika del barrio de Sant Andreu de Barcelona, estuvo facilitando la geolocalización de su teléfono móvil. Cuando decía que estaba en Palma, visitando a su familia, estaba en realidad en Madrid, desde donde se dirigían las operaciones de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional. Eso hizo que se pudiera comprobar que estaba mintiendo a sus compañeros.

Pero hay un error decisivo, ¿no? El del famoso lápiz de memoria o pendrive del supuesto Dani Hernàndez Pons

S. C.: Sí, sí. Resulta que, cuando se empieza a saber que estamos investigando si es un infiltrado o no, una persona recuerda que, meses antes, el tal Dani Hernàndez le había dejado un lápiz de memoria para que se grabará un programa informático. El lápiz de memoria quedó olvidado en un cajón durante mucho tiempo. Nos lo entrega y, en los metadatos, pudimos recuperar, a través de un programa informático, una serie de fotografías que el infiltrado pensaba que estaban borradas, donde aparecía él en la Escuela de Policía de Ávila.

¡Oh! Y, en ese momento, en el momento de ser descubiertos, ¿se pudo hablar con los policías infiltrados o interpelarlos… o habían huido ya?

G. G.: Hay un antes y un después de la revelación del primer caso de infiltración, el de Marc Hernàndez. Cuando fue descubierto, ya hacía unas semanas que no aparecía mucho por los espacios sociales, pero había mantenido el contacto con el entorno militante. Decía que había ido a Mallorca porque su padre tenía cáncer, aunque en realidad él era de Menorca. Y, a partir de que la Directa publicó su caso, los otros policías que pertenecían exactamente a la misma promoción de la Escuela de Policía de Ávila, empezaron, poco a poco, a ausentarse y alejarse fingiendo que tenían que volver a casa porque tenían un familiar enfermo o excusas similares. El proceso de extracción se tiene que hacer poco a poco, para no levantar sospechas, así lo subraya la policía que entrevistamos en el reportaje… Cuando la Directa los descubría y los llamaba para hablar con ellos, colgaban el teléfono y desactivaban el aparato para siempre. Desaparecían. Sólo hubo una excepción.

¿Cuál?

G. G.: El caso de la infiltrada Maria Perelló, que se había infiltrado en el independentismo y en los movimientos sociales de Salt y de Girona y que había mantenido una larga relación sexoafectiva con el activista independentista Òscar Campos. Como se ve en el reportaje, él le hace una videollamada y le dice que la han descubierto, que sabe que es una policía. Ella, en lugar de colgar como los otros, mantiene una larga conversación con él que es grabada por la Directa. Lo reconoce todo, explica cómo la policía la capta, a ella y al resto, para hacer de espía a través de la Comisaría General de Información, dice que son de la misma promoción y que hay casos de infiltración policial por todo el Estado. Efectivamente, la infiltración como método de espionaje no es nuevo, siempre ha habido infiltrados, no solo en organizaciones armadas, también en movimientos sociales, como la okupación o el antimilitarismo. Pero en este caso, se ha llegado muy lejos con las investigaciones y forman parte de una operación coordinada en un contexto determinado.

Una cuestión clave es saber si se ha detectado sólo el 1% de los policías infiltrados o si se ha detectado ya el 90 %.

S. C.: Esa es una de las preguntas que quedan por responder. Se han detectado cuatro casos en Barcelona, València y Girona y cinco casos más en Madrid. El último es el de una policía de 62 años infiltrada en el activismo madrileño durante dos décadas, casos que destaparon El Salto y eldiario.es. Pero puede haber muchos más. A pesar de todo, es importante no caer ahora en la paranoia de pensar que cualquier persona nueva que llegue a una organización social puede ser un policía. Sería importante que los movimientos sociales no se cierren ahora a la llegada de personas nuevas que quieran entrar a militar.

En los casos de infiltraciones de València, de Girona y de Barcelona, se trata en concreto de cuatro agentes de la promoción número 33 de la Escuela de Policía de Ávila y que, teóricamente, se infiltraron todos a principios de 2020. ¿Qué sabemos de esa promoción? ¿Trabajaban en una misma operación de vigilancia?

G. G.: Parece que no es casualidad. La utilización de este método de espionaje en un contexto de movilizaciones contra la sentencia del Procés durante el otoño de 2019, ha sido reconocido por el Ministerio del Interior. Lo que sabemos es que todos tienen en común que son agentes jóvenes, que salen de la Escuela de Policía de Ávila y que hablan catalán. Tres de ellos vienen de las Islas Baleares y el infiltrado de València es de Catalunya. Se supone que las operaciones arrancan a principios de 2020, antes de la pandemia de covid. Los cuatro llegan muy lejos para mimetizarse con el entorno: se hacen tatuajes políticos, lideran acciones de sabotaje, hacen reuniones en sus pisos… No conocemos los detalles de los operativos porque todas las operaciones están bajo un secreto absoluto y están amparadas por la ley de secretos oficiales, que recordemos que es una ley franquista. Nos hemos puesto en contacto con el Ministerio del Interior y con la Policía Nacional para que nos expliquen qué estaban investigando, pero han declinado participar en el reportaje.

Hay una cuestión compleja de abordar como activistas y como periodistas: las relaciones sexoafectivas de los policías con activistas catalanes. Sin embargo, no se puede obviar. Es un tema clave; de hecho, la abogada de la CGT Laia Serra (que lleva la denuncia judicial conjuntamente con Irídia) afirma que no es una casualidad, sino que era “el método”.

G. G.: Cuando investigábamos el segundo caso, descubrimos que el policía infiltrado había mantenido una relación sentimental de más de un año con una militante del centro social La Cinètika. De hecho, había tenido diversas relaciones con más mujeres. Por eso, Laia Serra explica que, tuvieran órdenes policiales de hacerlo o no, fue un método para conseguir una infiltración perfecta. Porque, si te presentas en espacios sociales u organizaciones de la mano de, o incluso siendo la pareja de una activista, tienes un aval. Después, supimos que el método estaba mucho más elaborado: al menos este policía utilizaba una aplicación de citas que permite un filtrado por ideología y forma de pensar políticamente, ideada para conectar con gente que piense de forma similar. Eso les servía como manera de entrar en contacto con gente que militaba en política o en espacios sociales alternativos a pesar de no conocer a nadie de ese mundo. Y, a través de estas relaciones sexuales o afectivas, se les abrían puertas. Son infiltrados las 24 horas del día, como ratifica la policía que entrevistamos, y, por tanto, tienen que mimetizarse con el entorno, se van de vacaciones juntos; incluso, la policía infiltrada en Girona le presenta a su pareja a su familia real. Los infiltrados hacen cosas muy fuertes para consolidar su personaje, y eso hace muy difícil sospechar de ellos. Incluso, uno de los policías infiltrados se llega a hacer un tatuaje de una estrella del caos en la rodilla.

Con el reportaje del 30 minuts, o con el trabajo hecho durante estos años por la Directa, ¿habéis llegado a alguna conclusión política de por qué quieren infiltrarse en espacios como el centro social La Cinètika , entidades vecinales como Resistim al Gòtic o Cuidem Benimaclet, el movimiento por la vivienda o de apoyo a personas migradas en Girona y Salt o el Centre Social Okupat i Anarquista l’Horta?

G. G.: No lo sabemos. Pero podemos recordar cuál era el contexto político y social de aquel momento y entenderemos más cosas. En el otoño de 2019, entre octubre y noviembre, se producen las movilizaciones contra la sentencia del Procés. Veníamos de los años del Procés, el 1-O y, después, el Tsunami Democràtic. Entonces, supuestamente a principios de 2020, llegan todos a Catalunya y a València. Tras la primera demanda judicial, después de dar a conocer el caso del primer infiltrado que se destapa, Interior reconoce y justifica las operaciones de infiltración policial en los movimientos sociales. En su informe, la Comisaría General de Información considera “legítimo, idóneo y oportuno” utilizar agentes infiltrados con identidades falsas dentro de lo que denomina “proyectos secesionistas ilegales”, porque se están produciendo movilizaciones masivas en Catalunya y reconocen que necesitan aplicar métodos excepcionales para entender lo que está pasando. El informe también vincula al movimiento independentista con el terrorismo y considera que la multimilitancia de sus miembros hace especialmente complicada su vigilancia a través de otros medios. Por tanto, nosotras creemos que les interesa entender cómo funcionan los movimientos sociales en Catalunya y el País Valencià y tener un buen mapeo de organizaciones, de activistas, informaciones básicas.

Es, no obstante, una operación que cuesta mucho dinero, que introduce como mínimo a cuatro agentes policiales 24 horas al día, 365 días al año, en un entorno para ellos hostil. Incluso, si te pones en su lugar, es una operación arriesgada en la que su vida, o como mínimo, su salud corre peligro si son descubiertos in fraganti.

G. G.: Se han destinado muchos recursos económicos y humanos, sin que de las operaciones se haya derivado ninguna detención ni proceso judicial contra las personas espiadas. Sería, por tanto, un espionaje prospectivo. Además, no hay ningún control judicial de las actuaciones de estos agentes. Por tanto, también nos preguntamos por qué se han elegido estos espacios y qué se ha hecho con toda la información que han captado y reportado los agentes.

Los Mossos d’Esquadra, que son la policía con competencias en Catalunya, ¿no tienen agentes infiltrados en los movimientos sociales?

S. C.: Tampoco lo sabemos; pero si todas las policías del mundo utilizan estas figuras para conseguir información, no sería imposible que tuvieran o hayan tenido algún policía infiltrado.

G. G.: En su momento, el exconseller d’Interior Joan Ignasi Elena negó tener agentes infiltrados en los movimientos sociales catalanes. Lo que sí es verdad es que no todo el espionaje tiene que hacerse físicamente: en las redes sociales y en internet en general, la policía puede encontrar muchas informaciones. La Directa publicó que agentes de los Mossos habrían suplantado identidades digitales para conseguir información. En 2020, en plena pandemia, al menos 11 direcciones de correo electrónico de La Forja, Arran, Endavant, la CUP, el Ateneu La Base y el Sindicat de Llogateres fueron suplantadas y se enviaron más de una sesentena de correos falsos para captar información, y dos de las IP detectadas detrás de la trama corresponderían a los Mossos de Esquadra y al Centre de Telecomunicacions i Tecnologies de la Informació de la Generalitat de Catalunya.

¿Se están investigando más casos de infiltraciones en La Directa?

S. C.: Previa y posteriormente a la emisión del reportaje seguimos investigando casos. El trabajo por parte del equipo de investigación hace tiempo que se hace y que continuará. Es un periodismo lento, que requiere mucho tiempo. Es importante apostar por este tipo de periodismo, de investigación y de denuncia.

G. G.: También hay que decir que a la Directa nos han llegado otros casos de sospechas y, una vez hecha la investigación, los hemos acabado descartando. Igualmente, creemos que es importante no alentar posibles paranoias que se hayan generado.

¿Tenéis ahora miedo de que en medios como la Directa, precisamente por el hecho de tener tanta información sobre el tema policial, pueda haber algún infiltrado, ahora, en el pasado o en el futuro?

G. G.: Nunca se sabe. Cuando trabajamos con temas delicados siempre tomamos medidas de seguridad y somos discretos. Durante las investigaciones de los infiltrados y la realización del reportaje para 30 minuts se ha vigilado mucho el uso que se hacía de la información, por seguridad, para evitar filtraciones. Pero confiamos plenamente en todo el equipo de gente que hace la Directa.

Nota original ⇒ ‘Infiltrats’: el llapis de memòria, una trucada gravada i més errors policials al descobert
– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios.

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