Interrogantes abiertos tras la cumbre de la UE
Según la narrativa de la prensa convencional, la cumbre de la UE ha sido una especie de partida de ajedrez donde cada uno de los jugadores mantenía una actitud patriótica en defensa de los intereses concretos de su país.
No hay duda que el resultado refleja una negociación entre delegaciones estatales con intereses no siempre coincidentes, pero en la negociación también hay muchos otros intereses en juego y ninguno de los negociadores apuesta por liquidar el euro liberalismo (que no es lo mismo que liquidar el euro, como algunos nos quieren hacer creer).
En el terreno concreto, la mayor concesión, parece que la hizo Ángela Merkel en las primeras horas de la madrugada del viernes al aceptar un acuerdo para devolver a la zona euro el poder de inyectar ayuda directa a los bancos con problemas. Esta concesión tiene como contrapartida el establecimiento de una autoridad de supervisión central de los bancos, administrada por el Banco Central Europeo (BCE). Los detalles sobre cómo funcionará esta nueva autoridad, sobre los poderes que tendrá, sobre los bancos que supervisará y sobre el momento en que se pondrá en marcha y por tanto sobre cuándo se autorizarán las ayudas, no están nada claros. En todo caso, no debería pasar por alto que estamos ante una cierta pérdida de soberanía nacional, que de hecho es lo que Ángela Merkel reclamaba. Esto, incluso, puede permitir a Ángela Merkel contar a partir de ahora con aliados en la periferia que le ayuden a convencer a socios como Francia y los Países Bajos, que siguen siendo muy escépticos a la hora de ceder soberanía a Bruselas.
La otro "gran concesión" parece que ha sido los 120 mil millones de euros del "pacto de crecimiento", que dio a conocer Bruselas, y que fue celebrado como una gran victoria por Hollande, que había prometido durante su campaña a la presidencia francesa que apostaba por hacer retroceder las políticas de austeridad de Merkel y encontrar nuevos fondos para apoyar a los afectados por la recesión; especialmente a las economías de la periferia.
Sin embargo, esta victoria sólo es simbólica. Gran parte de la cifra global vendrá de fondos ya comprometidos de la UE, pero no utilizados aún.
En todo caso, hay un tema que me preocupa en relación al "saneamiento" del “sector financiero español”, muy endeudado, especialmente con fondos de pensiones, fondos de inversiones y banca foránea y que ha visto disminuir sus activos a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria. Sabemos que el acuerdo previo de inyectar 100 mil millones de euros de capital para los bancos españoles ha sido ratificado. Los pagos los hará directamente el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera ("fondo de rescate") y su sucesor, el Mecanismo Europeo de Estabilidad ("ESM") y que los receptores serán los bancos, lo que significa que no se tratará de un préstamo al Estado. Los préstamos, además, no tienen prioridad de pago sobre los prestadores comerciales. Esto, pues, parece una buena noticia para el gobierno español, que ya no tendrá necesidad de endeudarse hasta los dientes. La mala noticia está en la ambigüedad sobre la forma como la banca "española" se desprenderá de los llamados activos tóxicos. Todo indica que la formula elegida será la de crear "un banco malo” (mejor dicho, un banco imbécil) que" compraría” toda la porquería y pagaría tontamente por ella. Ahora bien, ¿quién financiera este banco y quién se hará cargo de él: el ESM, o el Estado español?
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