Iron Maiden : The book of souls
Mariano Muniesa*. LQSomos. Diciembre 2015
Hace ya dos meses que escuché por primera vez el largamente esperado nuevo álbum de Iron Maiden y no he querido escribir este blog hasta no haberlo escuchado no dos, ni, tres ni cuatro veces. Desde que me hice con él recién regresado de mis vacaciones, lo he escuchado en su integridad más de 25 veces.
Por ello ahora, habiendo estudiado en profundidad esta compleja obra, quizá la más ambiciosa en cuanto a concepto musical que han editado Iron Maiden en toda su carrera, quiero compartir con todos los lectores de La Comuna mi percepción de este nuevo disco de la doncella.
De entrada, he de decir que este es el disco de Iron Maiden que más me ha gustado desde ‘Dance Of Death’. Sobre los dos últimos discos, ‘A Matter Of Life And Death’ me pareció un intento fallido de tratar de evolucionar sobre su concepto de Heavy Metal tradicional hacia otros horizontes, que se reflejó en unos temas que no tenían ni el gancho ni la fuerza de los Maiden de siempre. ‘The Final Frontier’, a mi juicio supuso una mejoría en ese sentido, con un nivel medio general mejor que el de su predecesor pero, salvo en contados momentos, también se quedaba por debajo de lo que se puede esperar de Iron Maiden.
Sin embargo, en este nuevo disco, por un lado y dentro de esa evolución hacia un tipo de Heavy Metal más maduro, la banda esta vez sí es capaz de construir unos temas mucho mejor estructurados en su composición y dotados de una inspiración notablemente mayor. Por otro lado, a lo largo del disco hay varios temas que obviamente buscan la conexión con el fan de Iron Maiden de la época más clásica de los 80, que vuelve a un tipo de estructura de composición más sencilla, más basada en el riff de guitarra, y a los que han sabido sacar un resultado excelente.
Vamos con el análisis de ‘The Book Of Souls’ tema por tema
“If Eternity Should Fall” es un largo tema de más de 8 minutos precedido de una intro de aire muy étnico, idónea para abrir los conciertos y que enlacen directamente con el tema para empezar el show, que una vez que toda la banda entra con todo a la canción, es un auténtico ejercicio de maestría. Cambios de ritmo, duelos de guitarras, transiciones instrumentales muy intensas… a pesar de su duración, no se hace largo en ningún momento. Empieza bien la cosa.
“Speed of Light” es un clásico hit-single de la factoría Maiden. En su estructura y en su melodía, en seguida recuerda a “The Wickerman” o “Wildest Dreams” aunque con un aire aún más ochentero, es pegadizo, y en su conjunto, es uno de esos guiños que la banda hace a su pasado para ganar la complicidad del fan más escéptico.
“The Great Unknown” se abre con unas líneas de bajo al más puro e inconfundible estilo de Steve Harris, para evolucionar hacia una pieza que se mueve a medio camino entre las composiciones clásicas de los 80 y las más contemporáneas de los últimos discos. Nuevamente tenemos en esta canción un magnífico trabajo de guitarras y un Bruce Dickinson enormemente versátil, mostrando un dominio de sus registros vocales verdaderamente sorprendente.
“The Red And The Black” es un complejo y elaborado ejercicio de rock progresivo que sobrepasa los 13 minutos, que se abre con una nueva exhibición de maestría e inspiración de Steve Harris en el bajo, con unas líneas que de nuevo se adentran en una atmósfera más étnica, de aromas orientales, a las que se va uniendo el resto de la banda en un tema que inevitablemente guarda una conexión -aunque lejana- en su estructura con aquel legendario “Rime Of The Ancient Mariner”. A lo largo de toda la canción, y a pesar de su extensa duración, hay fragmentos muy pegadizos, con unos coros y unos estribillos vocales idóneos para el directo, y que se me antojan especialmente pensados para que esta canción forme parte del set-list de la próxima gira.
“When The River Runs Deep” vuelve a ser un flashback a los años 80. En su inicio, recuerda mucho a “Moonchild” y según evoluciona nos encontramos con un temazo que es puro Heavy Metal en el que vuelven a destacar, en esta ocasión, la potencia de la base de ritmo compuesta por Steve y Nicko y la voz de Bruce, en este tema quizá más por encima del resto de la instrumentación que en otros. Y en cuando a los solos de guitarra, repito; salvando las distancias, podían haber sido grabados para ‘Piece Of Mind’.
“The Book Of Souls” es otra de esas piezas de este disco en las que el grupo da rienda suelta a toda su creatividad, y se embarga en un tema que comienza con unas guitarras muy suaves que derivan en un hard rock muy denso, muy cargado, con una melodía muy sabbath por un lado, muy arabesca por otro, que en su progresión muestra la inmensa inspiración que el grupo ha conseguido atraer hacía sí mientras trabajaban en este disco. Un medio tiempo extenso, muy trabajado, que termina, a modo de cierre del círculo, con unas sorprendentes flautas y las mismas guitarras acústicas con la que se abría la canción.
Abriendo el segundo disco nos encontramos con una fabulosa y potentísima “Death Or Glory”, cuyo comienzo me retrotrae inevitablemente a 1982, con aquellas entradas de batería espectaculares de Clive Burr, aunque después el tema tiene un estribillo y una sonoridad que me recuerda más a la época ‘No Prayer For The Dying’. Es otro temazo sensacional y podría ser otra de las mejores bazas de este disco para el directo.
El nivel de calidad se mantiene: “Shadows Of The Valley”, cuyo comienzo es calcado al de “Wasted Years”, es otra muestra de la energía, de la fuerza y de la inspiración que Iron Maiden pueden desarrollar en un disco cuando la máquina está bien engrasada y a pleno rendimiento creativo. Es un tema tipiquísimo de Iron Maiden, -hay fragmentos que me recuerdan “Where Eagles Dare”- con un Bruce Dickinson sublime, el bajo de Steve Harris omnipresente e imprimiendo una fuerza extraordinaria a toda la canción y que de nuevo, llevará a sus fans más, digamos, nostálgicos a disfrutar con la esencia de aquellos Maiden de la considerada para muchos, década de oro del Heavy Metal.
“Tears Of The Clown” es un medio tiempo no tan brillante como otros temas del disco, pero que no desmerece en absoluto dentro de este singular disco. Por su estribillo, seguramente te recordará a “Run Silent, Run Deep” de ‘No Prayer For The Dying’.
“The Man Of Sorrows” me ha parecido personalmente, la más floja del disco. Un medio tiempo baladístico que va in crescendo, pero que carece de la misma intensidad y de la misma fuerza que otras composiciones incluidas en ‘The Book Of Souls’.
Llegamos al final con ‘Empire Of The Clouds’, la más experimental y laboriosa de asimilar del ‘The Book Of The Souls’. No en balde sus 18.01 minutos la convierten en la canción más larga grabada nunca por Iron Maiden y es en sí misma como un disco dentro del disco, como una mini-ópera rock, una narración que empieza muy suave, solo con voz y piano para ir en un constante in crescendo, que acaba desembocando dentro de un ejercicio de rock progresivo fantástico en una explosión heavymetalera de la más pura escuela Iron Maiden que termina desvaneciéndose en las estrofas que Bruce Dickinson emplea para terminar esta densa y elaborada composición.
Un trabajo del que por su complejidad, su extensión, la enorme cantidad de matices que contiene cada una de las canciones, los detalles de producción, por todo, debe ser escuchado con gran detenimiento y más de una vez para poder apreciar en su totalidad todo el magnífico contenido que este trabajo encierra. Una vez que lo hagáis creo que muchos coincidiréis conmigo en que estamos ante un trabajo definitivo en la carrera de Iron Maiden. De tal manera que entiendo que tardarán mucho tiempo en volver a grabar y que lo próximo que hagan será muy distinto de este ‘The Book Of Souls’.