Jim Thompson ilustrado: 1280 Almas
Libros del Zorro Rojo publica una edición ilustrada de la mejor novela de Jim Thompson, 1280 almas. Las ilustraciones son del prestigioso historietista catalán Jordi Bernet (autor del cómic Torpedo 1936) y la traducción de Antonio Prometeo Moya. Thompson forma parte del triunvirato histórico de la novela negra, junto a Dashiell Hammett y Raymond Chandler, y su obra se caracteriza por su violencia, cinismo y humor cáustico, fuente de inspiración de novelistas y cineastas como, por ejemplo, Quentin Tarantino.
El autor
Jim Thompson fue un escritor, y un artista, verdaderamente radical, pero en la justa acepción del término, del que va a la raíz, en este caso del mal. Lejos de moralinas estériles y denuncias fáciles, Thompson nos presenta una realidad literaria que nos habla, mejor dicho, nos muestra, como buen novelista que es, la verdadera cara del poder y su capacidad para corromper y mantenerse, como todos los poderes, con la razón de la fuerza. Tachado por algunos como un autor sin escrúpulos y excesivamente violento, no hizo otra cosa que reflejar una realidad que conocía bien. Su padre fue un sheriff corrupto, miembro del Partido Republicano, que tuvo que abandonar una incipiente carrera política al ser acusado por malversación de fondos públicos. Hizo fortuna en el negocio del petróleo, aunque en diez años se pulió el dinero condenando a su familia a la más estricta pobreza. En esa época, el pequeño Jim empezó a ganarse la vida, a duras penas, con relatos criminales que extraía de las crónicas de sucesos. Luego vendría una larga lista de oficios: la construcción, vendedor casa por casa, panadero, etc. Recorrió el país como vagabundo, se adhirió en el Partido Comunista y fue perseguido, tras una delación, por ello por el senador McCarthy y su “simpática” “Caza de brujas”. Su novela En bruto (1954)narra su vida como sindicalista, autobiografía novelada cuya primera parte es Bad Boy (1953). El alcoholismo, el estrés y la tuberculosis lo minaron físicamente. Reportero de prensa, empezó a hacer fortuna trabajando como guionista de cine; escribió los diálogos de Atraco perfecto (Stanley Kubrick), adaptación de la novela de Lionel White. Con Kubrick volverá a colaborar en Senderos de gloria. De él también es la idea original que daría origen a la popular serie de televisión Ironside. Muchas de sus novelas fueron llevadas al cine, como Los timadores y La huida, e incluso trabajó como actor de reparto, en Adiós muñeca o Difícil de matar. Vivió un tiempo en París y murió en California en 1977. Precisamente fue en la Francia de los años sesenta donde se redescubrió a Jim Thompson para el mundo.
1280 Almas
Nick Corey es el sheriff de Potts County, condado en el sur de EE.UU. Nick es un tipo aparentemente estúpido, pusilánime y holgazán, cuya preocupación principal es ser reelegido en las próximas elecciones a sheriff y ganarle al otro candidato, un hombre intachable y con férreos principios. Pero Nick, convencido que sus conciudadanos son tan inanes y abúlicos como él -y no le falta razón-, no cumple con el trabajo y se pasa el día deambulando por el pueblo y dedicado a sus escarceos amorosos con tres mujeres. Claro que cuando piensa que su puesto peligra o alguien le molesta, descubrimos a un hábil manipulador de situaciones y personas. Es muy significativo como socava la reputación de su contrincante, sólo insinuando que puede esconder algún asunto turbio, sabiendo que no es verdad. Es aquí donde Thompson demuestra su maestría, porque su personaje siembra la duda, y son los demás, nosotros, la sociedad, los que empiezan a inventar historias terribles sobre el oponente de Nick. Y qué quieren que les diga, a mí esto me traslada a la actualidad política que estamos viviendo… en fin, sembrar la duda y que corra la bola, como hace el personaje de Jim Thompson en esta novela, está la orden del día.
“¿Qué quieres decir con que sabías que era un puerco, Ken?
–Quiero decir que lo pillé leyendo un libro, eso es lo que quiero decir. Sí, señor, lo sorprendí con las manos en la masa. Se defendió diciendo que sólo estaba mirando las estampas, pero me di cuenta de que mentía.”
A la entrada del pueblo innominado de Potts County hay un letrero que pone: “1280 almas”, y como fuere que se supone, según la creencia establecida, que cada alma está dentro de un cuerpo, es una forma de decir los habitantes que tiene la población. Claro que amigos, nos encontramos en el sur profundo de EE.UU., en una época que, por algunas referencias en el texto, podemos situar entre los años 1915 o 1916, y en ese lugar y ese tiempo, las almas y los habitantes eran dos cosas distintas, como le aclaran dos personajes al protagonista: “Mira Nick: la cantidad de mil doscientos ochenta comprende también a los negros, porque lo leguleyos yanquis nos obligan a contarlos, pero los negros no tienen alma (…) porque no son personas, son negros, sólo negros”.
“A veces pienso que quizá ésa sea la causa de que no progresemos tanto como en otras partes de la nación. La gente pierde tantas horas de trabajo linchando a los demás y gasta tanto dinero en sogas, gasolina, alcohol y otras cosas superfluas que queda muy poco para fines prácticos.”
Nick Corey es el personaje tipo de la novelística de Thompson, de ese subgénero que es la psicología criminal, dentro del realismo crítico. La línea que separa al representante de la ley y al psicópata desparece en las tramas de sus novelas, donde, como el autor declaró en su momento, nada es lo que parece. Corey parece un calzonazos manejado por su esposa y amantes, pero luego es él quién las está utilizando. Luego la aparente pereza mental se convierte en una retorcida mente criminal que, como si nada, teje una red para culpar a otros de sus crimines. Nick Corey tiene una mirada escéptica, como buen nihilista, y desesperanzada de la sociedad y de sí mismo. Si está ahí para defender al Estado y su ley, antes que a la justicia; si no puede “tirar” hacía los de arriba, lo hará hacía sus semejantes que le entorpezcan en su camino, esa es su escusa. La violencia, para él, no es sólo un instrumento, sino una característica de su forma de pensar y actuar. La maestría del autor es el enseñarnos esto sin parrafadas filosófico/existenciales ni aburridos monólogos interiores, Thompson no narra, novela, y por lo tanto hace presente las cosas ante el lector, poniendo a trabajar y a dialogar a sus personajes, que son creíbles y nos muestran la cara oscura de la existencia en esos aparentemente bucólicos pueblecitos sureños. Pero, además, el condenado tiene un humor tan ácido que aún ante la escena más escalofriante es imposible contener una sonrisa.
1280 almas, cuyo título original es Pop. 1280, se publicó en 1964 y tuvo el honor de ser el título 1000 de la colección francesa de novela negra, Série Noire, de la editorial Gallimard, lo que contribuyó a su difusión en Europa. Claro que en la traducción francesa, 1275 âmes, perdimos cinco almas por el camino. El traductor y editor Marcel Duhamel, creador de la colección, nunca aclaró la diferencia, aunque algunos aluden a una cuestión fonética, porque la última “t” de quatrevingt se podía unir a âmes y sonar como tâmes, ciertamente parece una teoría con poco fundamento. La solución es mucho más clara (no sigan leyendo los que no conozcan la obra, esto es un spoiler)…, ya que ese Population 1275 debería ser el cartel que quedaría después de la limpieza de almas que sucede en la trama, si no contamos al tío John, un negro, y ya saben, en Potts County los negros no tienen alma. En fin, que el título es un guiño del traductor francés.
“Me estremecí y pensé en lo maravilloso que había sido nuestro Creador al hacer algo tan repugnante y nauseabundo, tanto que, cuando se comparaba con un asesinato, éste resultaba mucho mejor. Sí, verdaderamente la suya había sido una obra magna, magnífica y misericorde.”
En la presente edición son de destacar las magníficas ilustraciones de Jordi Bernet que nos trasmiten ese ambiente particular donde se mueven los personajes. No voy ahora a descubrir a Bernet al que seguimos desde hace tiempo y que ha trabajado todos los géneros del cómic y la novela popular. A destacar el cómic Torpedo 1936 que, con guión de Enrique Sánchez Abulí, obtuvo el Premio Alfred al mejor álbum extranjero en Francia. En 1991, el Salón del Cómic de Barcelona, le entrego el premio a toda su trayectoria, y también posee el premio Yellow Kid, que le entregaron en Roma (Italia) y, en 2011, el Inkpot Award de San Diego (California).
El protagonista de la novela en un momento de la misma sentencia. “Que yo ponga la tentación delante de la gente no quiere decir que se tenga que pecar”, frase que resume muy bien el carácter de este singular sheriff, y aprovecho para terminar esta pieza con un consejo del todo irreverente: ¡Pequen! ¡Por Dios, pequen!… leyendo esta novela.