La barca de san Pedro se hunde
Arturo del Villar*. LQS. Mayo 2020
El banquero de Dios en España: “Las parroquias españolas están perdiendo 20 millones de euros al mes a consecuencia del virus”… Ganaban 20 millones de euros mensuales, de dinero fácil!!!
A la Iglesia catolicorromana suele llamársela la barca de san Pedro, aunque ahora parece el Titanic en su último viaje, y sin orquesta. No se hunde entre olas desmesuradas, sino entre deudas gigantescas. Y desde los cielos no cogen el timón para ponerla a flote. Deben de pensar que se merece lo que sucede, por tener que pagar tantas indemnizaciones en todo el mundo a las víctimas de la pederastia clerical.
Este 13 de mayo de 2020 leemos en Religión Digital, el órgano oficioso de la Conferencia Episcopal Española, que el supuesto Estado Vaticano, consistente en un par de edificios, se halla en quiebra. Así lo confiesa el prefecto de la Secretaría de Economía, el jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves, considerado el banquero de Dios, en una conferencia de prensa. Explica que el déficit calculado para el presente año de 53 millones de euros, puede triplicarse. Es decir, 159 millones de déficit. En los últimos cinco años el déficit anual rondaba los 70 millones de euros, y pese a ello seguía el boato cardenalicio.
Eso se acabó. El hundimiento es inevitable. El jesuita le echa la culpa a la pandemia del coronavirus, no a las indemnizaciones causadas por la lujuria eclesial. Alega que los ingresos del presunto Estado, minúsculo en territorio, pero inmenso en corrupción, llegaban en buena parte de las entradas cobradas a los visitantes de los museos vaticanos, unos 400.000 euros diarios, que ahora están cerrados. La Iglesia catolicorromana hace aguas. Y el cielo no se da por enterado.
Cuentan los tres evangelios sinópticos que Jesucristo se echó a dormir en una barca guiada por los apóstoles, cuando “se levantó un tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía” (Mateo, 8:24, y paralelos). Angustiados los discípulos ante la amenaza del ahogamiento lo despertaron gritando: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”, y él calmó la tempestad y siguieron la travesía sin sobresaltos.
Esa tempestad era de olas, pero la actual es de dinero, por haberlo derrochado en indemnizar a las víctimas de los curas. Y eso ni Jesucristo lo calma. La barca se va a pique, lastrada no por el exceso de carga, sino de falta de carburante.
En España también
No se salva ninguna Iglesia nacional, porque la crisis es mundial. El coro de los que solicitan auxilio porque perecen se escucha en las más variadas lenguas, aunque no llega a las puertas de los cielos. O sí, pero no las abren porque los de dentro están horrorizados por el grado de corrupcion sacrílega al que ha llegado esta secta, que se dice cristiana y no cumple ninguno de los mandamientos predicados por su fundador.
El banquero de Dios en España es Fernandogimenezbarriocanal, numerario del Opus Dei, que escribe su nombre en una sola palabra, a imitación del satánico fundador de esa secta, vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal, presidente de la Cadena de Ondas Populares, por sus siglas COPE, las emisoras de radio menos escuchadas en el reino, y de la arruinada emisora de televisión bautizada primero 13 TV y desde 2017 simplemente TRECE, con la primera E puesta del revés, cosa que no consigo convencer al ordenador para que la imite. Aunque la escriban del revés la emisora es de derechas, en el extremo más ultraconservador posible, hasta el vómito, según dicen, porque yo no he intentado verla nunca.
Pero se acaba el chollo, porque la Iglesia catolicorromana también se hunde en España. El mismo día 12 Religión Digital inserta una entrevista con este economista opusdeísta encargado de poner a flote las finanzas de la Conferencia Episcopal, y reconoce que para lograrlo se necesita un milagro enorme. Asegura que las 23.000 parroquias españolas (¡qué país!) hacen tantas aguas como el supuesto Estado Vaticano: “Las parroquias españolas están perdiendo 20 millones de euros al mes a consecuencia del virus”, afirma, y él lo sabe por administrador de la Conferencia Episcopal.
De esa confesión se deduce que hasta la pandemia las parroquias del reino (no el de los cielos, sino el español) ganaban 20 millones de euros mensuales. Dinero fácil, por haber conseguido convencer a los crédulos de una opinión suya: que la Iglesia catolicorromana posee las llaves del reino celestial, de modo que todo aquel que quiera salvarse tiene que pagar para conseguirlo. Esta secta cobra a los crédulos desde el nacimiento hasta la muerte: cobra por bautizar, por casar y por enterrar en sus cementerios, porque los ayuntamientos le conceden unos terrenos privilegiados. Además, vende bulas para que los compradores se aseguren un buen puesto en el reino de los cielos, cerca de algún santo de su devoción, incluso de san Josemariaescrivadebalaguer, pese a que es absolutamente seguro que ése no puede entrar en la mansión celestial, si es cierto lo que predican los curas, aunque lo elevara a los altares un papa desvergonzado.
Con la finalidad de irse preparando un sitio cómodo en los cielos, los eclesiásticos ávidos de dinero incitan a sus fieles a practicar el soborno a las imágenes de los santos y de las vírgenes: si se les entrega una limosna ellos protegen al benefactor y le conceden lo que les pida, además de introducirlo de la mano en el cielo cuando se mueran.
Lo que hacen los curas y frailes para sacar el dinero a sus adeptos. Han llevado a sus templos unas máquinas, llamadas DONE Atril y DONE Lampadario, para que los crédulos puedan entregar sus limosnas o encender velas a una imagen mediante el teléfono móvil o la tarjeta bancaria. Empezaron el año pasado a colocar esos artefactos sacacuartos en las iglesias, y ahora están cubriendo las 23.000 parroquias. Ya no vale la disculpa de no llevar suelto para encender una vela a una virgen cargada de joyas en petición de un milagro. El que quiera milagro, que lo pague.
Este invento funciona con la supervisión del Banco Sabadell, que ha llegado a un acuerdo con las instituciones religiosas para gestionar sus cobros y sus pagos, mediante una módica comisión. Aquel que desee solicitar a una imagen de cartón o de madera o de piedra que le haga el milagro de curarle una grave enfermedad o de encontrarle trabajo, lo que resulta más milagroso todavía, no tiene que hacer más que ir a un templo y encenderle una vela mediante su tarjeta bancaria o su teléfono móvil.
Se aprovechan de que Jesucristo no está en el mundo, porque si estuviese repetiría templo por templo lo que hizo en el de Jerusalén, según relatan los cuatro evangelistas unánimemente: expulsar a cuantos allí vendían y compraban, aduciendo: “Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Mateo, 21:13 y paralelos).
Ladrones y corruptores de menores son los eclesiásticos, todos, los cardenales, arzobispos, obispos, abades mitrados, curas y frailes, que han cargado con tanta cantidad de pecados la barca de san Pedro que hace aguas por todas partes y se va a pique inexorablemente. Pues buen viaje.
* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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