La civilización brasileña contra Bolsonaro
Por Urariano Mota*. LQSomos.
Para estos días de lucha, divulgo el capítulo post-scriptum que publiqué en la edición norteamericana de la novela “La juventud más longeva”. En las últimas páginas de la traducción de Peter Lownds , “Never-Ending Youth”, añadí estas líneas:
“Los carteles toman la ciudad en los últimos tiempos.
Alto a la quema de bosques en Brasil
Queremos vacunas
Desprecio por las muertes debidas al coronavirus
Fuera Bolsonaro
Los veo y pienso. Todos los militantes socialistas de Brasil, en los años de la dictadura, nunca esperaron llegar a la edad que ahora atravesamos al ver las protestas que vuelven a las calles y a las que hemos vuelto. Antes, la muerte estaba allí, aquí, ya, hoy o tan pronto como mañana por la mañana. Las detenciones, torturas y asesinatos de camaradas se sucedían y se acercaban cada vez más a nosotros, a los camaradas del último viernes de Carnaval. ¿Por qué deberían ahorrarnos el final? De ahí que todos viviéramos bajo una gran tensión. De ahí que todos viviéramos como si estuviéramos ganando las últimas horas del último día. Pero sobrevivimos, sólo Dios y el Diablo saben cómo.
Ahora, bajo la influencia del fascismo, vuelven a la palestra problemas que creíamos resueltos. ¿Qué será de nuestros derechos? ¿Qué será del trabajo de nuestros hijos? ¿Habrá un mundo digno de ese nombre para las nuevas generaciones? Conocemos la respuesta a estas preguntas: luchemos, no podemos sumergirnos en un mar de angustia y desesperanza. El problema es que en el contexto general de este fascismo surgen preguntas propias de nuestra época: ¿cómo afrontar el futuro? ¿Qué planes haremos? ¿Qué perspectivas tenemos?
Para los que llegan más allá de los 70, el futuro por vivir es corto, puede que ni siquiera llegue al final de este día. En este aspecto, es una repetición de los años de la dictadura, en una similitud inesperada. Sin embargo, la respuesta hoy es muy diferente a la de entonces. Hoy, debemos mirar al futuro sin destacar el marco temporal adecuado, un corto periodo de tiempo. Para el breve futuro caminamos con la certeza de que hasta el final viviremos con la fuerza de lo que conocemos y en lo que creemos. Ateos, materialistas, no tendremos cielo después de la muerte. El cielo es nuestro trabajo, aquí, ahora, desde hoy hasta el último segundo. El infierno es negar lo mejor de nuestra alma, porque estamos hechos de ideas y sentimientos.
Pero, ¿qué planes haremos? Durante tan corto espacio de horas el plan es amar, besar a la gente, contarles lo que nunca les hemos contado, porque somos conscientes de la próxima zambullida que no hemos proyectado. Y trabajar, y trabajar, y trabajar para dar lo mejor de nosotros mismos. Admitámoslo, es un gran plan. Porque debemos compartir y multiplicar las lecciones que hemos acumulado. Queremos ese subidón que Joaquim Nabuco expresó tan genialmente en su final:
– ¡Doctor, todo menos perder la conciencia!
Si perdemos la conciencia, dejamos de ser nosotros mismos. Y cuando lo perdamos, no lo seremos. No debería haber lágrimas por un cuerpo inútil, sin identidad. Así que el plan es ser, el ser pleno, el plan es pleno. Hasta donde podamos sorber la plenitud.
Pero, ¿qué perspectivas tenemos? Desde donde estamos en este momento, ¿cómo podemos mirar al futuro? Una respuesta está en lo que acabamos de ver, en las líneas anteriores.
La resistencia, que es la vida, se hace en brevedad por las acciones y el trabajo de los que se han ido y se van. Pero nosotros, los que nos quedamos, no tenemos la inmovilidad de esperar nuestro tren. Somos los agentes de esta duración, el tren no llegará con un aviso por megafonía, ‘atención, señor pasajero, ha llegado su hora’. De hecho, quizá llegue sin avisar, y no sea precisamente el transporte conocido. El tren siempre pertenece a los que se quedan. Y como somos agentes de la duración, nuestra vida es la resistencia a lo fugaz.
Por eso nuestra juventud más longeva protesta estos días. Volvemos a las calles, volvemos a la lucha, aquí, ahora, en palabras, en acciones y arte, en todos los sentidos. Canta de nuevo para todos nosotros, ¡oh Ella Fitzgerald! Vamos a volver”.
* Escritor y periodista, autor de novelas que narran la dictadura brasileña, como “A mais longa duração da juventude” (La más larga duración de la juventud), publicada en inglés con la traducción de Peter Lownds, bajo el título “Never-Ending Youth”.
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