La colonización de Palestina, la impunidad del crimen
Por Teresa Aranguren*. LQSomos.
Las colonias no son empresas urbanísticas como el cinismo de la propaganda israelí pretende, son tierras expropiadas, agua robada, soldados, alambradas, carreteras de uso exclusivo para colonos…
Una turba armada con pistolas, rifles, cuchillos, cócteles explosivos, palos… asaltó las localidades de Huwara, Zatara y Burín en el norte de Cisjordania, incendiaron viviendas, coches, tiendas, dispararon contra las ventanas y las azoteas y contra la gente que huía despavorida por las calles; el Ejército israelí estaba cerca, a pocos metros, pero permaneció impasible, la orden debía ser “dejar hacer”, en los territorios palestinos ocupados, los colonos siempre tienen vía libre para incendiar, disparar, arrancar olivos o simplemente circular por las autopistas “solo para colonos” por las que la población palestina no puede pasar.
Cuando, cumplida su misión, los asaltantes decidieron retirarse, dejaron atrás un muerto que se desangró en la calle mientras los soldados impedían el paso de la ambulancia y 350 heridos, algunos de extrema gravedad. Y el pavor de los niños que despiertan gritando cada noche.
La razia de los colonos duró varias horas a lo largo de la noche del domingo 26 de febrero, después llegó el Ejército y decretó toque de queda en Huwara y el resto de las localidades asaltadas. Calles vacías, gentes encerradas en sus casas sin siquiera osar mirar por la ventana, en Palestina toque de queda significa eso y contravenirlo, asomarse por ejemplo a la azotea de la casa, puede acarrear, como tantas veces ha ocurrido, la muerte por disparo de un soldado israelí.
Pero, a la mañana siguiente del asalto, las calles de Huwara no estaban desiertas, cientos de colonos habían vuelto para comprobar a la luz del día los efectos de su acción, algunos se hacían selfis con los coches y las viviendas calcinadas como fondo. Con la protección del Ejército. El toque de queda solo rige para la población palestina.
La organización de judíos estadounidenses JVP (Voces Judías por la Paz) define este asalto de los colonos como un “pogromo”, en referencia a las razias en barrios y localidades judías que tenían lugar en el siglo XIX y comienzos del XX en Rusia y que contaban con el respaldo cuando no la iniciativa de la policía zarista. También Gideon Levy, columnista del diario Haretz y algunos otros periodistas israelíes han descrito lo ocurrido en Huwara como “pogromo”. El término cargado de connotaciones trágicas en la memoria judía, remite a ataque racista y vandálico alentado desde el poder. Y a política de exterminio.
Dos días después del “pogromo” en Huwara, el ministro de finanzas israelí, Bezalel Smotrich, declaró que “había que borrar Huwara del mapa”. El ministro, como otros de sus colegas en el gobierno, es un colono, vive en el asentamiento de Bet-El, próximo a Ramala.
En realidad, lo ocurrido el pasado 26 de febrero en las localidades del norte de Cisjordania no es ni mucho menos un hecho aislado, según la organización de derechos humanos israelí B´Tselem, durante el pasado año “ha habido al menos 660 ataques de colonos” contra la población palestina, aunque, “esa cifra es la de los casos registrados, y seguramente la real es mucho más elevada”, advierten los autores del informe. La diferencia con lo ocurrido el pasado 26 de febrero, es que en esta ocasión el ataque ha trascendido a la prensa internacional quizás porque, como señala el abogado Raji Surani, director del Centro Palestino para los Derechos Humanos, “lo ocurrido en Huwara no es nuevo, lo nuevo es que este gobierno no oculta, sino que proclama abiertamente sus intenciones: limpieza étnica y anexión de Cisjordania”.
Conocí a Raji Surani en 1998 en Gaza, durante el primer gobierno de Benjamín Netanyahu, el proceso de paz era ya papel mojado y el único proceso que seguía en marcha era la colonización progresiva e imparable del territorio palestino ocupado. Estábamos en la casa del doctor Abdel Shafi, el hombre que había encabezado la delegación palestina en la Conferencia de paz de Madrid en 1991, y la conversación derivó en el recuento de los ataques constantes y siempre impunes de los colonos en Cisjordania y Gaza; Abdel Shafi dijo “están matando toda esperanza de paz “y Raji Surani añadió “lo peor de todo es que Europa lo consiente”.
Más de 20 años después, durante su reciente visita a España, Raji Surani ha vuelto repetir esa denuncia: la atrocidad cotidiana de la ocupación continúa impune, la colonización del territorio ocupado avanza y Europa consiente.
Las colonias no son empresas urbanísticas como el cinismo de la propaganda israelí pretende, son tierras expropiadas, agua robada, soldados, alambradas, carreteras de uso exclusivo para colonos… Las colonias israelíes en la Palestina ocupada violan la prohibición absoluta establecida por Naciones Unidas de que una potencia ocupante traslade parte de su población al territorio ocupado lo que, según la convención de Ginebra y el estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional, debe ser considerado “crimen de guerra”.
El pogromo de Huwara no es algo insólito sino una muestra de lo que pasa cada día en la Palestina ocupada, lo que lleva pasando desde hace décadas en flagrante violación de la legislación internacional y de los derechos humanos. Ocupación, colonización, régimen de apartheid, crímenes de guerra y de lesa humanidad que al parecer no importan. Al fin y al cabo, la población palestina no vive en el jardín de Europa.
* Periodista y escritora. Nota original del diario ‘Público‘
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