La cortina
Jesús Gómez Gutiérrez*. LQSomos. Agosto 2015
Los más y los menos.
Ya no está la gente que llenaba la terraza; se llenará un poco al anochecer, cuando refresque, y digo un poco desde la exageración. Tampoco está la mayoría de los que iban arriba y abajo por la calle ni la mayoría de los que salían a tomar el aire o un café, por ejemplo. No es que falten casi todos; en términos absolutos no faltan ni la mitad de la mitad, pero es indiscutible que, si se mira sólo la ciudad externa -hay ciertamente otra-, parece que el verano ha descorrido una cortina de cuerpos.
Fuera el algodón, el encaje, la gasa, la batista. Bienvenido sea el mundo despejado. Y he aquí lo que se ve: viejas en el suelo, jóvenes en el suelo, tullidos arrastrando sus muñones con un vaso de plástico para las monedas y locos o casi locos de voz en grito o murmullo. En ningún momento del año tienen tanto protagonismo como ahora. Si es que hay protagonismo en el hecho de que se vean más porque los más no están.