La crítica y la autocrítica, motivos para creer y construir una sociedad libre

La crítica y la autocrítica, motivos para creer y construir una sociedad libre

Por Albar Arraitz San Martín*. LQSomos.

Tekmil, la herramienta de la eficacia hacia la creación de una sociedad revolucionaria

Hace más de un año, recibí una noticia sobre un colectivo antifascista de Madrid que se había disuelto no hacía mucho tiempo atrás. Conocía este colectivo debido a la formación y el grado de sacrificio que su joven militancia llevaba a sus espaldas. Compañerxs de una juventud y coherencia que hicieron desarrollar en mí una sana envidia y, según recorría sus acciones y el grado de coherencia que en cada una de ellas se llevaba a cabo, enfatizaba la simbología vanguardista que podría expandirse hacia la población menor de 20 años, dispuesta en ambición a cambiar el sistema establecido y destruir el andamiaje fascista-capitalista del entorno que rodea nuestro presente.

Entre las causas que acusaban la disolución de este colectivo, aparecieron problemas de violencia machista hacia las compañeras de militancia; actitudes patriarcales falsa o verdaderamente acusadas al consumo de alcohol y otras sustancias y, desgraciadamente: la ausencia de escenarios de trata y resolución de conflictos personales y/o colectivos.

A día de hoy, todavía conservando un grado de pena bastante pesado hacia lo sucedido, sigo preguntándome si no solo la disolución de esta organización, sino mirando hacia un abismal pasado histórico y extendiendo el escenario a nivel global, ¿CUÁNTAS BATALLAS Y GUERRAS SE PERDIERON Y PIERDEN POR CARENCIA DE CRÍTICA Y AUTOCRÍTICA REVOLUCIONARIA?

Antes de abrir el melón de la cuestión, quería remarcar otro ejemplo que hallo en considerar remarcable en falta de humildad y por desgracia, no aislado en un perímetro madrileño que bullía, hace más de una década, de numerosas nuevas organizaciones escindidas de otras, a las que se acusaba “de ó de” y la división no estaba más cargada de contenido que la falta de entendimiento entre dos/tres personas, trasladando los conflictos personales hacia la completitud organizativa y así: acabarla por destruir, si no debilitar. ¿Acaso no es este personalismo y la profundidad de muchos conflictos que hemos vivido en 1ª/2ª/3ª persona, una demostración de individualismo y exacerbación personalista?… Y peor aún, ¿nos hemos sentido sin valor de poner en común con el resto de compañerxs que en nosotrxs mismxs o entre nuestrxs compas hay un problema a tratar que debemos solucionar desde lo (y no “el”) colectivo?

Si nos remontamos a la Revolución rusa y al estalinismo y nos movemos hasta un maduro maoísmo, podemos destacar que los movimientos autoritarios se destacaron por el desarrollo del análisis de la crítica y la autocrítica. No obstante, el mismo desarrollo hacia políticas personalistas de acumulación de poder derivó en la disolución de estos análisis y, por lo tanto, a la decadencia del cariz revolucionario de las mismas, creando nuevos sistemas/ecosistemas diferenciados de otras fuerzas globalistas por el geográfico motivo de encontrarse en dos partes del globo en conflicto de intereses. Mas, ¿qué sucede con los movimientos antiautoritarios?

Quien suscribe, hasta llegar a Kurdistan y tomar contacto con las organizaciones juveniles revolucionarias, no tenía ni idea de qué es “Tekmîl” y hasta qué punto, en todos los aspectos del desarrollo de una sociedad revolucionaria está extendida esta práctica de crecimiento [personal + comunal + social] puede afectar en nuestras vidas en su posterior proyección con nuestro/s entorno/s.

“Tekmîl” se traduce como informe y su contenido es de una magnífica profundidad. Cada estructura/organización tiene un lugar y unos tiempos establecidos de cuándo se tomará nota de las valoraciones. El lugar ha de ser un espacio limpio, ordenado y la posición de los y las componentes tiene que ser de absoluto rigor y respeto, sin que exista un elemento (silla, atril, altillo) que haga denotar una mínima presencia de verticalidad. La persona responsable de dinamizar dará la palabra a cada persona que así lo pida; apreciando una corta y concreta exposición [en Kurmanjî, esta máxima se traduce como “Kûrt û Kurmanjî”, o “corto/conciso y (en el caso del paradigma de Nación democrática) en la/s lengua/s comunes que el momento y el contexto de las personas que lo compongan hayan concretado usar”. Allá se dará paso a quien deseé intervenir, por lo que cada presente tendrá que sintetizar su/s: críticas hacia otros compañerxs, autocríticas, y propuestas; en algunos casos también se hace una valoración del día, de un tópico concreto o cualquier actividad específica fuera de la rutina común. El objetivo que se plantea es ayudar a desarrollarse como personas conscientes de nuestro peso de igualdad en el colectivo, intentando romper con las estructuras mentales adquiridas de un sistema capitalista-patriarcal y ayudar, en forma de mostrar un espejo hacia los y las compañeras y hacia unx mismx, trabajando sobre esas críticas hacia el desarrollo de una personalidad libre.

Si bien es cierto que Tekmîl no es un espacio de resolución de conflictos personales; estos espacios existen en forma de plataforma colectiva, tras suceder un problema donde la vida y el trabajo se vean sacudidos por un problema del calibre descrito.

Desdramatizar las críticas: o cómo, desde una perspectiva revolucionaria no solo puedes cambiar a nivel personal, sino desarrollar una personalidad más flexible a cambios y más dura en principios en ti y en tus compañerxs; higienizar tus relaciones interpersonales e ir avanzando en conocer el arraigo de una mentalidad machista/patriarcal independientemente de tu orientación/definición/ausencia -de- sexual; cómo la mentalidad capitalista, cuando somos incapaces de observar ejemplos determinantes en nosotrxs, nuestro entorno es el responsable de sacar a la luz actitudes enlazadas con la falsa capa de comodidad otorgada por el capitalismo.

No creo que a nadie le quepa duda que, incluso en ambientes “fuera” de lo que consideramos “política” [no creo que nada lo sea, pese a costarnos enlazar diferentes entornos de nuestra vida personal], que luchamos con muchas contradicciones que por miedos, rigores de una educación de silencio ante lo magnánimo o simplemente, respeto hacia quien nos despierta una estúpida simulación de autoridad, guardemos silencio. Pero, ¿eso no es colaborar/contribuir con actitudes de toxicidad? Me remito a círculos madrileños, catalanes y vascos, donde me he movido desde hace más de media vida, para citar algunos ejemplos donde no dudo que a la persona lectora le sea familiar y, de paso: recordar, asumir y trabajar en que también he sido “protagonista” de situaciones semejantes a la que paso a ejemplizar:

“Y” es descrito por su entorno como la perfección militante.
“Y” es amigx de “X” y “X” ha tenido, no hace más de una semana, una discusión con “Z”.
“Y” tenía turno de barra en una fiesta de recaudación de fondos. Su turno ha sido impoluto, pero se marchó de la fiesta y han sido varias personas del vecindario quienes le han visto consumir. Alguien ha llamado a “X”, por lo que ha cogido dinero de la barra y por nervios y preocupación, no dió explicaciones a nadie, tomando el primer taxi que paró. “Z” sabía la buena disposición de “X”, pero ha introducido el bulo de que el dinero sobrante del taxi se utilizaría para más consumición.

¿No debería exponer “Y” su autocrítica hacia la organización?
¿“X” no debería criticar a “Y” y que desde el colectivo, se intente llegar a la raíz del problema y ayudar?
¿“Z” no debería ser criticada por fomentar un bulo falso?
¿“X” debería realizar su autocrítica y abordar el por qué tomó dinero de la organización?, aunque fuese en un caso extremo.

Todo estre entramado parece una telenovela. Mas, desgraciadamente, la persona que lleve activa un par de años, sabe que casos semejantes, existen. Sin embargo, un caso que parece más leve, pero indica dónde comenzar a erradicar ciertas actitudes patriarcales y, si realmente apreciamos la organización donde trabajamos, a lxs compañerxs y nos hemos comprometido en la lucha para construir un mundo mejor partiendo de nuestro pequeño espacio de militancia, no deberíamos trabajar?

“X”, “Y” y “Z” tienen una relación amistosa más allá de su militancia política. En efecto, “X”, por sus compañerxs, es descritx como ejemplaridad militante. Tienen un turno de barra magnífico y se disponen a fregar los últimos platos/vasos y el suelo. “X” necesita ir al servicio y, tras volver, comienza a hablar con otra persona amiga, dejando a “Y” y “Z”, por algo más de cinco minutos, con más trabajo antes de poder ir a descansar. Al día siguiente, las tres personas van a una acción y después tienen que abordar cómo fue la noche anterior.

“Z” e “Y” no deberían criticar la actitud de X?
“X” no puede darse cuenta que sus compañerxs estuvieron con más trabajo y ofrecer su autocrítica.

Quizá sean detalles de importancias diferentes, a las cuales y de manera obvia, se les pese de diferente manera. No obstante, no deberían ser ambas abordadas e intentar acabar con actitudes irresponsables e irrespetuosas hacia unx mismx y hacia el trabajo colectivo. Para acabar, una ejemplificación más abstracta, un caso personal en un ambiente distendido, con una compañera euskalduna, sobre el Gazte Topagunea (celebrándose ahora en Elorrio) y el Hartotxu Rock (festival organizado por la Juventud de la Izquierda Abertzale donde la recaudación se destina a prisionerxs euskaldunxs):

– Es muy difícil separar el alcohol, desde cualquier edad, de cualquier celebración en Euskal Herria. Es algo innato, de tiempo inmemorial, forma parte de la idiosincrasia. Y, bien… Se ha de comprender que la entrada a ambas celebraciones, barata no es. Y ahí esta el compromiso de la juventud, que en tiempos de crisis se dejan 60 euros en la entrada y éstas se cuentan por miles.

– Sí. Pero, qué prefieres: 3000 personas que solo dejan una recaudación momentánea, ó 150 que estén dispuestas a también llegar a ser encarceladas y que trabajen de sol a sol hasta la liberación de cada persona presa.

– Ya, pero entiende que eso es inviable y es mucho pedir.

– No es mucho pedir. Militancia significa sacrificio y la dignificación de ambas palabras. Podrás recibir mucho dinero y destinarlo adecuadamente; pero quien organiza, tiene a sus espaldas la responsabilidad de que un festival no tenga como fin solo la recaudación económica; sino que salgan personas motivadas para continuar la lucha.

– Y de esto, qué piensan las familias?

– Supongo que quien semanalmente necesite 300 euros de traslado… No verá ninguna de las dos cosas con malos ojos.

– Seguro que no, pero es un tópico a tratar de una magnitud importante.

Por supuesto que hay muchos temas a tratar en forma de crítica y, de seguro que si se fomenta una rigidez en forma de pureza pragmática-ideológica, atajando muy claves cuestiones de raíz, muchas personas a quien consideramos militantes, no estarían. Pero, una organización con este tipo de actitudes en torno a la crítica, ¿perdería o ganaría?, ¿es necesaria hacer una descripción de clases de militante o caeríamos en el mismo error que al describir las clases económicas de un sistema?, ¿nos sentiríamos cómodxs abordando una cuestión moral al abordar a personas que realmente realizan un esfuerzo mayor que otras sin dejar de sentirse en una situación de confort?… y así, innumerables cuestiones que impedirían o corrobarían, cuando no ambas a la vez, por difícil que sea, abordar una definición de militancia.

Fuera/Dentro de ambientes politizados, ¿no nos ayudaría a crecer como personas y colectivo?, como familia, como clase en un instituto o universidad, como club deportivo, incluso tras cada relación sexual, tener de cinco a diez minutos de análisis y valoración de nuestro día, en un marco de respeto y con una actitud positiva en pro de la construcción de unas relaciones más sanas con nuestro entorno. Cuando tenemos un profesor o profesora, de cualquier materia, a quien admiramos y sabemos que marca y marcará un antes y después en nuestras vidas, un lazo emocional, ¿no estaríamos ayudando si antes de finalizar una clase, mostrásemos como alumnado nuestras críticas haciendo pulir la figura de nuestro profesorado?, y… por descontado, nuestras autocríticas, si es que una falta de atención no ha permitido realizar con viveza la performance profesoral o, a otrxs compañerxs, quienes no han dejado atender o han relentizado la exposición de la lección. Si seguimos en el ámbito educativo, supongo que recordamos a algún miembro del claustro que hizo perder la ilusión por una materia a toda una clase, ¿no deben de ser esas actitudes criticadas y actuar en consecuencia por el bien común?

Por supuesto, cuando hablamos de pureza militante, sabemos que las características a denominar hacia una persona y/o colectivo proclamado como Revolucionario, son tantas… Y es la real pureza, sin una descripción común y con tantas fórmulas en forma de receta farmacéutica, por la que caeríamos en confusiones y contradicciones, las cuales no nos dejarían avanzar.

Con este escrito, no intento que se aborden las contradicciones diarias de manera esquiva o, por el contrario, que nos impidan avanzar; Creo que existen y se han de abordar como baches, charcos, cerros y montañas que tenemos que subir de manera lenta hasta alcanzar la cumbre, siendo conscientes de que bajar no supone dejarse caer al vacío; sino entender que cuando lleguemos al valle, al llano, a la meseta, nos quedará seguir caminando bajo condiciones diferentes.
La táctica de la crítica reside en el respeto y en el compromiso automáticamente adquirido por el que se debe comenzar un proceso de acompañamiento hacia la persona de ayuda en la mejora, sabiendo que habrá otras montañas que subir y que “yo” también puedo ser objeto de críticas que me ayuden a subir más rápido y más ligero a la siguiente montaña; así como de frenar el impulso en otras y tomar de la mano a quien la responsabilidad adquirida como entidad dentro del marco humano hacia la construcción de una sociedad libre y sin jerarquías, requiera. De esto, sin duda, en Kurdistan saben algo.

“Una persona analítica, autocrítica y crítica es ejemplo de coherencia social y eje constructivo de sí misma y del entorno que le rodea. No criticar ni actuar tras ver una falta propia o ajena es como dejar los remos de un barco a una persona manca. Actuar en consecuencia a una crítica parte de saber separar quién te desea ayudar, pese a que pueda (y no lo es) resultar punitiva, o nos quiere dañar, utilizando sutilidad y sensiblería; por eso la necesidad de la constancia reflexiva en la pragmática y el constante entreno en la observación mediante la mirilla de la perspicacia.”

* Participante en las Brigadas Internacionales de Solidaridad con el Pueblo de Rojavâ.
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