La fenomenología del percebe político
Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Diciembre 2014
En el pleno del Congreso había morbo y excitación. En el Orden de día un único y más que espinoso asunto: las medidas a tomar por el gobierno para atajar la corrupción. En el banco azul no estaba sentada la ministra de Sanidad. Ana Mato había dimitido de su cargo. El juez Pablo Ruz la señaló con el dedo acusatorio, por haberse lucrado directamente de los fondos de la “trama Gürtel”. Esta trama es el gran remolino de mierda pestilente en el que chapotea el Partido Popular desde los tiempos valencianos de Camps.
Sin embargo, Rajoy ha mantenido a Mato como diputada y miembro del Consejo de Administración (Comité ejecutivo) del partido. Así, sigue estando aforada a efectos de su presunta delincuencia, por haber metido las uñas donde no debía. Todo por unos confetti para el cumpleaños de los niños, un “Jaguar” invisible en el garaje y otras bagatelas que suman decenas de miles de euros.
Seguimos en el Congreso. Mariano Rajoy comenzó el debate sobre las medidas anticorrupción. Y lo hizo afirmando que “España no está corrompida”.
Si se niega la mayor y es ostentoso el uso del rodillo de la mayoría absoluta para camuflar o diluir pecados de peso, es evidente que no hay nada que discutir. La simple pretensión electoralista de lavarse la cara es ridícula por unilateral. Por lo tanto, pues, la oposición parlamentaria se limitó a hacer saber a Rajoy que su gobierno “no está legitimado para llevar a cabo cualquier medida de limpieza que sea”. Cayo Lara (IU), por ejemplo, le espetó al líder derechoso que de lo que hay que hablar es de “las bandas organizadas dentro del PP”. Y así sucesivamente. El presidente aseguró que, de todos modos, las susodichas medidas contra la inexistente corrupción “las llevará a cabo su gobierno”. La primera de todas debería ser dde geografía política, es decir, resituar en Madrid la capital de España y no en Suiza, como en los últimos tiempos.
Rajoy mismo sabe que lo tiene muy crudo para perpetuarse y, eventualmente, evitar el banquillo de los acusados. Los jueces le están haciendo la Pascua y, desde las alcantarillas del partido, están emergiendo imputados sin cesar. La penúltima ha sido su favorita Mato. Los jueces es que, cuando se ponen, no respetan ni a las damas del Opus.
A Soraya Sáez de Santamaría se la ve cada vez más como la “tapada” candidata a las próximas elecciones post-Rajoy.
Aunque Mariano es gallego, como Franco era gallego y Fraga era de Lugo. Galicia es una tierra de extremos. Lo mismo en lo uno que en lo otro. Lo más corriente es el exceso. Políticos pusilánimes, dictadores inmisericordes o genios de las letras como Ramón María del Valle-Inclán, el marqués de Bradomín: feo, catóĺico y sentimental. Como tantos españoles.
Valle fue el gran creador del género del esperpento. Un retrato celtibérico que tiene plena vigencia ayer y en nuestros días.
Rajoy, según la lluvia que cae del cielo enrarecido por la tormenta de datos negativos, es un presidente pretérito a corto plazo. Es un percebe defensivo pegado a su roca de la Costa da Morte. Fue allí mismo donde labró su carrera desde la catapulta del “Prestige”: un desastre cargado de hilillos de plastilina, que otros llamaron malvadamente chapapote. Los percebes son manjares marinos que aprecian las galernas; resisten hasta el final defendiéndose con sus uñas endurecidas en los días de furia. Sin embargo, su falta de movilidad les convierte a la larga en discapacitados sin imaginación fertilizante ni innovadora.
La gente está harta de percebes incrustados en el sustrato venenoso de chapapote mentiroso “Nunca mais”. Las próximas elecciones locales están a la vuelta de la esquina y serán algo más que elecciones. El previsible batacazo de Mariano y su partido será de antología. Se lo han ganado a pulso. Y ese naufragio en la “costadamorte” nacional será el pecio muerto que lo retrotrae a sus sinuosos orígenes.
Y esa abrumadora realidad le obligará a adelantar los comicios previstos en 2015.Y ahí veremos si podemos o no podemos salir del hoyo para conquistar la perspectiva del horizonte.
Ilustración de “El Roto”