La huelga general de la unidad y de la dignidad
La Huelga General ha sido una respuesta masiva y contundente a los proyectos liberales de reforma del mercado de trabajo y las políticas de recortes en los servicios sociales.
La huelga ha tenido un fuerte contenido laboral. Donde más se ha hecho notar ha sido en los centros de trabajo.
Pero la huelga ha ido acompañada de un impresionante movimiento ciudadano que se ha expresado en manifestaciones en la calle de dimensiones desconocidas hasta ahora en muchos lugares de la península. Todo ello revela la profundidad del descontento social existente.
La unión entre estudiantes, sindicatos, partidos de izquierda y organizaciones sociales se ha ido materializando a medida que se acercaba el día 29. Esta unión, en unos casos se ha conseguido de manera consensuada, en otros de manera espontánea. Pero el resultado final ha sido formidable. Todos éramos y somos víctimas de una misma agresión.
La unión también ha incorporando, aunque de forma un poco más caótica, a un amplio abanico de personas que durante los últimos meses han ocupado las plazas de nuestros pueblos y ciudades. Su cooperación ha permitido que la huelga tuviera unos contenidos mucho más plurales que los de las huelgas generales anteriores.
Esta mezcla formidable pone al gobierno, justo cuando sólo se acaban de cumplir cien días desde su formación, en una posición débil. La mayoría de la gente ya empieza a ser consciente del carácter maligno de sus políticas neoliberales y de su servilismo hacia la burocracia dictatorial de la Unión Europea.
La reforma laboral se merecía ampliamente una huelga como ésta y se merecerá en el futuro muchas más movilizaciones. No hay que descartar una nueva huelga general. La lucha debe continuar.