Haciendo de la necesidad, virtud: ¿fractura o limpieza?
Óscar Pantoja. LQSomos. Septiembre 2017
El Centinela de Occidente grita “¡España se rompe!”. Al redoble de ese tambor, los auténticos patriotas cierran filas ante los cuarteles, aplauden a las tropas que van a invadir Catalunya y responden con los dos únicos lemas que saben corear: “Soy español, español, español” y “A por ellos oé oé oé”.
Que canten lemas sin rima no significa que así superen los lamentables pareados que se escandan en las manifas sino que todavía no han llegado a ese estadio. Que no tengan ritmo, ídem eadem ídem. Estamos, pues, ante un doble Grado Cero: el del lenguaje y el de la motilidad, un espacio de cretinismo supremo que tiende a la anulación del significante y del cuerpo. Me río de los esfuerzos que hacen algunos seres pensantes para dejar de pensar a través de ese contradictorio método que es la meditación (antes, prerrequisito para pensar). Las masas patrioteras llegan al nirvana borrachos de Patria; su propio cuerpo, colectivo e individual, es fagocitado por el Cuerpo Benemérito; ni siquiera piensan en las armas reglamentarias, se extasían con el fétido escape de las tanquetas; sin necesidad de alucinógenos, les bastan las banderas, los tricornios y las porras de los maderos. Como decía Leiris de la mescalina, “miserable milagro”.
[Peor es cuando los patriotas se enfervorizan y se lían a cantar el pasodoble “Que viva España”. Ellos no lo saben pero entonces están engordando las cuentas corrientes de Caerts y Rozenstraten que muy ibéricos no parecen ser. De hecho, los dineros que devengarían en España los 40 millones de discos que hasta ahora polucionan el espacio acústico se van a Bélgica puesto que este espeluznante sonsonete, falsamente atribuido a Manolo Escobar, fue compuesto en 1972 por esos dos músicos belgas cuyos herederos cobran sus correspondientes derechos de autor desde hace ya 45 años].
Que esos dos emblemas del patriotismo sean tan zafios merece un estudio serio que, por ejemplo, nos informe con datos sociológicos sobre lo dicho: ¿cómo es posible que sean tan populares si ni siquiera tienen rima ni ritmo? Dejémoslo para otra ocasión pero no sin antes apuntar que los españolistas deberían gritar guturalmente como corresponde al primitivismo que exhiben -se supone que los hombres de las cavernas eran unas medio bestias que se comunicaban con gruñidos en Ughh y Grrr pues se les atribuye un desconocimiento de los sonidos agudos.
Evidentemente, que la laringe de los primitivos sólo permitiera los sonidos guturales es uno de los prejuicios más majaderos que se propalan contra nuestros antepasados pero el desastre no se acaba aquí. Olvidándonos de Puk el Hombre de Piedra, el atentado contra el sentido común es más profundo porque esos mugidos de vaca loca no sólo surgen de una caricatura anti-cavernícola sino también de una pedagogía estatal destinada al embrutecimiento de la ciudadanía. Una pedagogía que no termina en los centros de enseñanza porque es todo un programa de Formación Continua que gira alrededor del Lobo Alfa que acecha a las masas borreguiles: el Fútbol.
En este sentido, es coherente que un estudioso del deporte como Rajoy farfulle en la White House aquello de “Presidente Trún y Presidente Madero” (por el venezolano Maduro). La primera errata, no la perpetra por ordinariez demagógica o por populismo; ni lo hace por despiste en la segunda: lo hace por rebeldía frente al conocimiento y es un guiño que Trump ha entendido porque, en su juventud, el hoy Dueño del Botón Nuclear era militante de aquel anti-intelectualismo gringo que insultaba a los ilustrados llamándoles “cabezas de huevo” -en cuya cutre versión “gallega/sumario aceite de Redondela” también militaba Rajoy-. Todo ello suponiendo que Trump escuchara lo cual es más que dudoso, una vez embolsillados los 6.000 millones de US$ (cifra oficial, 12.000 según mis cuentas) que nos van a costar los F-35 que, sin necesidad alguna, les ‘hemos’ comprado gracias a los tenebrosos oficios de Morenés y Cospedal.
Cacarean que Catalunya está fracturando España. Pues no, el presente en gerundio está mal dicho porque la fractura viene de lejos y de cerca. Para no meternos en lejanas honduras históricas, ¿acaso no es fractura presupuestaria gastarse de repente en unos avioncitos gringos esa millonada que ni siquiera se ha presentado al Congreso? Con ello ser grave, todavía peor fractura es criar esas masas patrioteras orgullosas de su significante cero puesto que a su través se cría la partición en banderías, la formación de partidas de la porra y, en definitiva, la anomia social.
Muchos no comulgamos con ningún nacionalismo periférico -aunque sí con muchas de sus reivindicaciones no específicamente nacionales- pero muchísimo menos nos tragamos las ruedas de molino del exacerbado nacionalismo españolista. Por ello, tenemos claro de qué lado estamos en la fractura del Reyno. Por ello, donde unos hablan de fractura, otros hablamos de limpieza.
“¿Propone Usted una limpieza étnica?, ¡horror!”. Estimado lector/a, por cuestiones profesionales y personales, creo que conozco bastante el horror del genocidio que se esconde detrás del infame eufemismo de la ‘limpieza étnica’. Y, si Usted es español, Usted también lo conoce de cerca pues tal fue el franquismo -y, vestidito de seda, también lo es el neofranquismo-. La fractura existe pero no es nuestra sino aberración creada y explotada económicamente por otros. Obviamente, no me refiero a esa ‘limpieza’ sino a limpiar el panorama social barriendo la basura neofranquista y patriotera que fractura a los ciudadanos de bien.
La fractura que ha surgido en Catalunya, aunque venga de lejos y no sea atribuible al pueblo catalán -sólo faltaba que las víctimas fueran tildadas de victimarios-, hoy puede aprovecharse para limpiar los restos de ese naufragio hispano al que nos conduce el neofranquismo y sus hipócritas aliados socialdemócratas. Y, de paso, podemos limpiar la mugre de unos “formadores de opinión”, ex fachas y ex rojos hoy subvencionados hasta las cachas, que se escandalizan ante el mínimo síntoma de revolución.
El 2-O, infinidad de catalanes van a ser apaleados física y políticamente. Pero, haciendo de la necesidad virtud, tenemos una excelente oportunidad para, por poner unos pocos ejemplos: cepillarnos unas cuantas estatuas erigidas a los genocidas de ayer y de antes de ayer; para desempolvar las nonatas de aquellos que lo merecen; para baldear las escuelas segregadas por sexos y para raspar hasta su desaparición a las odiosas Fundaciones franquistas. En resumen, para fregar la suciedad que producen los verdaderos agentes de la fractura, sean intelectuales domesticados sean los cretinos que sólo tocan dos teclas. Pero conste que no lo hacemos por propia iniciativa sino en defensa propia; como dicen que hacen los armiños, para defendernos de la roña asfixiante. O, si la palabra ‘limpieza’ les da escalofríos y aunque su sustituta apeste a organicismo decimonónico, para higienizar estos dos países.
[El pasado miércoles 27 se cumplió el 42º aniversario de los últimos fusilamientos ‘legales’ del franquismo -hubo y hay muchos más pero privatizados por los neofranquistas-. Preferiría que las tropas invasoras de Catalunya no los recordaran para rememorar sus sangrientas infamias].
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