La OMC y la protección del medio ambiente, excusas verdes para realidades sombrías

La OMC y la protección del medio ambiente, excusas verdes para realidades sombrías

Por Eduardo Camín*. LQSomos.

Permitir la utilización óptima de los recursos mundiales de conformidad con el objetivo de un desarrollo sostenible y procurar proteger y preservar el medio ambiente son cuestiones que revisten una importancia fundamental para la Organización Mundial del Comercio (OMC)

Estos objetivos, consagrados en el Preámbulo del Acuerdo de Marrakech, van unidos al objetivo de la Organización de reducir los obstáculos al comercio y eliminar el trato discriminatorio en las relaciones comerciales internacionales. Cabe recordar que la OMC no es un instrumento de la libertad, sino el mecanismo del ordenamiento del comercio mundial a favor de un núcleo central de países bajo la égida de un capitalismo puro y duro en una guerra permanente por su prevalencia en tanto que sistema.

Para los Miembros de la OMC, los objetivos consistentes, por un lado, en respaldar y salvaguardar un sistema multilateral de comercio abierto y no discriminatorio y, por otro, en actuar para la protección del medio ambiente y la promoción del desarrollo sostenible pueden y deben apoyarse mutuamente. La liberalización del comercio y unas condiciones comerciales estables y previsibles favorecen al medio ambiente.

De esta forma la OMC contribuye al desarrollo sostenible y a la protección del medio ambiente en gran medida fomentando la apertura del comercio de bienes y servicios para propiciar el desarrollo económico y facilitando la creación de unas condiciones estables y previsibles que favorezcan la innovación.

Esto, según la organización, contribuye a la asignación eficaz de los recursos, al crecimiento económico y al aumento de los niveles de ingresos, que, a su vez, aumentan las posibilidades de proteger el medio ambiente.

Las normas de la OMC y la protección del medio ambiente

El compromiso de los miembros de la OMC con el objetivo del desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente también se ha plasmado en las normas de la OMC y los principios fundamentales subyacentes de la no discriminación, la transparencia y la previsibilidad, que han ayudado a establecer el marco que permite a los miembros elaborar y aplicar medidas para atender las preocupaciones relativas al medio ambiente.

Además, las normas de la OMC, y en particular los Acuerdos especializados como el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio (que se refiere a los reglamentos relativos a los productos), y el Acuerdo sobre medidas sanitarias y fitosanitarias (que aborda la inocuidad de los alimentos, la salud de los animales y la preservación de los vegetales), dan margen a los miembros para procurar lograr sus objetivos ambientales y adoptar las medidas relacionadas con el comercio necesarias.

Las normas de la OMC establecen el equilibrio justo entre el derecho de los miembros a adoptar medidas de reglamentación, incluidas restricciones al comercio, para lograr objetivos de política legítimos (como pueden ser la protección de la salud y la vida de las personas y los animales o la preservación de los vegetales, y la protección de los recursos naturales) y los derechos que corresponden a los demás miembros, en virtud de las disciplinas básicas del comercio.

Por ejemplo, el Articulo XX del GATT, relativo a las excepciones generales enumera varios casos específicos en los cuales los Miembros de la OMC pueden quedar exentos del cumplimiento de las normas del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). La disposición trata, entre otras cosas, de garantizar que las medidas ambientales no se aplican de manera arbitraria ni constituyen una forma de proteccionismo encubierto.

La OMC también apoya el desarrollo sostenible y el medio ambiente mediante sus comités y órganos especializados. El Comité de Comercio y Medio Ambiente (CCMA) es una instancia institucional única. Como foro para el diálogo sobre el comercio y el medio ambiente, el Comité es una incubadora de ideas sobre cómo hacer avanzar los debates. Esto ya está rindiendo frutos.

Algunas cuestiones planteadas por primera vez en el CCMA se han convertido en negociaciones plenas — por ejemplo, las relativas a los subsidios a la pesca o a las relaciones entre la OMC y los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente (AMUMA).

En el comité que administra el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio (que se ocupa de los reglamentos, normas, pruebas y procedimientos de certificación) los gobiernos comparten información sobre las medidas que adoptan y analizan cómo determinados reglamentos ambientales pueden afectar al comercio.

El Programa de Doha y el medio ambiente

La de Doha es la primera ronda de negociaciones comerciales multilaterales donde se plantean expresamente cuestiones ambientales, y el objetivo primordial es potenciar el apoyo mutuo del comercio y el medio ambiente. Los miembros se esfuerzan por liberalizar el comercio de bienes y servicios que puedan ser beneficiosos para el medio ambiente.

También examinan la manera de asegurar la coexistencia armoniosa entre las normas de la OMC y las obligaciones comerciales específicas enunciadas en diversos acuerdos negociados a nivel multilateral para proteger el medio ambiente. Algunos aspectos de las negociaciones sobre la agricultura y las disciplinas relativas a las subvenciones a la pesca, también atañen al medio ambiente.

Excusas verdes o simple divagaciones metafísicas

Asistimos día tras día al vergonzoso espectáculo del capitalismo neoliberal, a veces distraídos en la indiferencia. Pero hay cosas que no se pueden dejar pasar, por ejemplo cuando se habla de la ronda de Doha que fue lanzada en 2001 y en realidad no se pudo cerrar nunca. La crisis actual es solo un aspecto de una crisis general que se extiende a lo largo de muchos años.

Hoy el comercio abarca todos los temas que están en la OMC desde su nacimiento, por ejemplo, derecho de propiedad intelectual, servicios, inversiones, compras de los Estados. Hay distintos tipos de temas e incluso la incorporación de agricultura que no estaba en el espacio de negociación de la posguerra en temas comerciales.

Pero no debemos olvidar, cosa que hacen frecuentemente muchos líderes del Tercer Mundo, que es la agenda de los países más industrializados, donde se organizan coloquios, foros, reuniones, donde se adoctrinan los nuevos cuadros políticos promoviendo los temas del momento en virtud de defender el medio ambiente, las finanzas, la propiedad y las inversiones, en desmedro de los derechos de los seres humanos en concreto.

El capitalismo en su agonía, pretende hacernos creer su propio relato, pero el núcleo central del problema es analizar el alcance real de un capitalismo depredador subsumido en una profunda crisis, acrecentado además por los desequilibrios actuales y el patético rol del líder de la principal potencia mundial, que en su guerra comercial por su propia supervivencia ha llevado al planeta al escenario de un conflicto bélico en suelo europeo.

Desde el punto de vista del comercio internacional, la administración estadounidense había perdido su capacidad de liderazgo. Era algo que se palpaba, que estaba en el ambiente, que se esperaba en el seno de las grandes organizaciones y que de aquella “guerra comercial” desatada fundamentalmente contra China, por Donald Trump, que por otra parte, a los ojos de los economistas y analistas del capital aparecían como los “delirios de un loco”.

Pero no era ni más ni menos que la necesidad del principal país imperialista de superar los límites en el que se encuentra el sistema. Y si para muestra falta un botón diremos que el actual Presidente estadounidense Joe Biden, no cambió un ápice de esta realidad. Más aún, la ha profundizado.

Lo que parece delirio o locura es apenas la máscara grotesca del arlequín de un imperio decadente y senil que no puede ocultar su vocación depredadora y que está dispuesto a llevarla a un nivel no visto hasta ahora. Los conflictos que están y que vienen en el polarizado mundo actual nos muestran toda la feroz dimensión de esa vocación, y su peligrosidad.

Es muy claro que el comercio mundial está cada vez más determinado a los desvaríos ocasionados por los comportamientos monopólicos que dominan el mercado mundial. La mayor parte del comercio Internacional desde hace muchos años se realiza al interior de las corporaciones o empresas multinacionales, transnacionales o globales, por lo tanto esta “carta verde” que pretende otorgarse la OMC en sus reuniones no es real, aunque sus estatutos así lo expresen, ya que estas empresas no se caracterizan por el cuidado al medio ambiente.

La OMC no es un instrumento de la libertad como pretende configurarse, sino el mecanismo del ordenamiento del comercio mundial a favor de un núcleo central de países bajo la égida de un capitalismo puro y duro en una guerra permanente por su prevalencia en tanto que sistema.

Incluso, podemos analizar la realidad política y económica de los países en vías de desarrollo, que se guían por los preceptos de la libre movilidad de capitales , la apertura comercial irrestricta , las privatizaciones de servicios públicos estratégicos y la desregulación a través de reformas de flexibilidad del mercado laboral, todo esto bajo un contexto de un mayor control del excedente por el capital financiero, a través de los fondos de inversión , los fondos provisionales y la propia inversión directa.

Los estados nacionales más poderosos que ahora están confrontados en sus batallas comerciales asumen la tarea de organizar y administrar el comercio mundial no en la perspectiva real de un libre mercado sino para asegurar la hegemonía de sus empresas sobre los mercados nacionales y locales de las naciones emergentes claramente menos poderosas.

Por todo ello es que tanto el neoliberalismo como el progresismo abrazaron los modelos de crecimiento económico, cuyo énfasis está en los equilibrios macroeconómicos. Durante las últimas décadas se aceleró un proceso de grandes transformaciones mundiales que cambiaron radicalmente las bases sobre las cuales se asentaban las relaciones internacionales y que han tenido una profunda repercusión en la vida interna de todas las naciones.

En ese contexto, los países industrializados favorecidos por los organismos internacionales han utilizado y utilizan su poderío y las ventajas económicas y políticas derivados de la actual correlación mundial de fuerzas para continuar a imponer su “nuevo orden mundial”, el neoliberalismo, que hace a los países del tercer mundo más subordinados y dependientes de los países industrializados.

Inmersos en sus guerras comerciales, por los mercados y las materias primas es la contradicción que sigue sustentado el capitalismo. La precariedad del capitalismo sin rumbo, en su fase actual especulativa, alienta una recaída a todos los niveles de la economía mundial que se traduce en una recesión sin precedentes junto a otros impactos económicos y financieros de alcance global, pero es por sobre todas las cosas, el instrumento conceptual seudocientífico que predomina en los organismos internacionales de crédito y es además el fundamento de la política de la OMC.

Hay una crisis general en el “mundo que vivimos” hace tiempo que lo venimos diciendo, y aunque no la digamos… la sufrimos. Tal vez nos esperan muchos años en que debamos repetirlo. Una crisis en la cual el comportamiento de algunos hombres ha agravado con sus decisiones; pero que marcha subterráneamente a veces y otras se muestra a plena luz del día, a través de un periodo histórico ya dilatado.

Crisis general: económica, financiera, política, cultural. Crisis de los ideales vitales, de las razones profundas de actuar y aun de vivir. Nos preguntamos pues, ¿Qué nos traerá la posguerra? Pero para tener una idea, sólo una idea, hay que puntualizar las características presentes, las condiciones en que nos hallamos para encarar el futuro.

Lo que sí ha pasado es que se ha derrumbado la idea de que el mundo podía ser únicamente de la forma en que la globalización lo estaba definiendo, y nos encontramos que no hay civilización sino crisis de civilidad, no hay crecimiento imparable sino crisis económica, no hay futuro cierto, sino inestabilidad, con amenazas nucleares… Pero el mundo sigue andando a veces distraído en la cuasi indiferencia.

* Periodista acreditado en la ONU- Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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