La protesta hace extraños compañeros de marcha
La fusión de las diferentes protestas que vivaquean por todo el territorio nacional ha hecho sonar todas las alarmas entre los regidores de Estado. Ya no se trata sólo de las movilizaciones de los “románticos” indignados, los corajudos mineros también han hecho su desafiante marcha sobre Madrid en olor de multitudes y para más inri los “privilegiados” funcionarios se han sumado de sopetón a la contestación y están suponiendo un auténtico dolor de cabeza para el sistema por sus continuas y diarias algaradas en el ojo del huracán del “kilómetro cero” y frente a ministerios y edificios gubernamentales de la administración central y autonómica. Un auténtico e inquietante sorpasso de la agitación social que tiene el valor añadido de poder paralizar administrativamente al país aún antes de consumar la huelga general por la especial imbricación de este último colectivo de trabajadores públicos en la gestión cotidinana de las tareas burocráticas que precisa el aparato estatal para existir. ¡Al carajo la obediencia debida!
En este contexto es lógico que, aunque con su ineludible retranca, se estén produciendo reubicaciones estratégicas entre los actores afectados por el conflicto, que no son sólo aquellos que desde el poder dirigen la mayor ofensiva contra los derechos y libertades conocida desde el franquismo. Precisamente están siendo las cúpulas de CCOO y UGT quienes primero han movido ficha para intentar no quedarse descolgadas del vendaval popular que se tomado la calle sin siquiera pedirles permiso. Desautorizados por la contundencia de los hechos, Toxo y Mendez han hecho gestos de unidad en la acción para borrar su pasividad cuando el gobierno socialista de Rodriguez Zapatero, en su primera embestida antisocial para complacer a los mercados, guillotinó el salario de los funcionarios en un cinco por ciento. Esa complicidad de facto de los “sindicatos de clase”, que tuvo la perversa derivada de transmitir a la opinión pública la peregrina idea de que los empleados públicos no merecían su solidaridad porque tienen asegurado su puesto de trabajo -cuando en realidad ellos son la primera línea del Estado de Bienestar que el Capital intenta demoler y las centrales dicen defender-, constituye un baldón que los dirigentes sindicales intentan ahora soslayar con su rectificación en una especie de nuevo “vayamos todos juntos y yo el primero por la senda de la movilización”. Curiosa papeleta tienen ante sí estos sindicatos cuantitativamente mayoritarios, pues la cierto y verdad es que ha sido la clase media funcionarial la primera en tirarse al monte de la insumisión mientras la clase obrera que CCOO y UGT dicen representar se llamaba andana, seguramente por el mal consejo de sus respectivas nomenklaturas. De ahí su inopinada oferta al 15-M y a los combativos y hasta hasta hoy denostados sindicatos alternativos para compartir la marcha del 19-J contra los últimos y feroces recortes del ejecutivo Partido Popular.Otra vez: ¡Gracias Por Venir!
De otro tenor, más tortuoso y revelador del seismo oculto, es la reacción que se ha producido en el seno del PSOE, abducido por los consejos manostijeras que el Rey ha transmitido al desgalichado Alfredo Pérez Rubalcaba en esa entrevista sorpresa que ambos mantuvieron por imperativo real cuando la calle bramaba contra las instituciones y malhechores representantes. Un encuentro asimétrico entre soberano y cortesano cuyo tenor literal permanece en el secreto del sumario al que debe sumarse la sorda disidencia que en las entrañas de Ferraz se está produciendo ante la torticera y errática postura del líder socialista convertido ya en “el caballero de la triste figura”. La crítica intestina se ceba en lo esteril de una actividad política argumentada mediaticamente sobre el cliché de una “oposición responsable” mientras a la hora de al verdad el grupo parlamentario socialista vota de hoz y coz junto al gobierno “adversario” para ratificar con ostentación el antidemocratico Pacto Fiscal, norma constitucional que es la madre de todas las batallas de las medidas antisociales que está perpetrando el poder contra el pueblo. En esa trágala, ambivalente y heterogénea, hay que inscribir la solemne declaración de la plana mayor de Ferraz, sincronizada con la extravagante llamada al orden de Zarzuela, anunciando que en adelante los socialistas apoyarán las movilizaciones contra los recortes. ¿A partir de ahora ondearán las banderas victoriosas del puño y la rosa en las manifestaciones contra las políticas antisociales que inauguró Zapatero y profundizo Rajoy, tras sellar en comandita la reforma express de la Constitución para importar a la Carta Magna la doctrina neoliberal de menesterosidad pública?
En este proceloso y complejo escenario se inscribe el marco en que tiene que progresar con resolución la revuelta del pueblo trabajador, sin claudicar en sus pretensiones de radical transformación política-económica y social. Acumulando fuerzas. Desoyendo a bardos de nuevo cuño y cantos de sirena oportunistas. Con la prudencia del lince, la voluntad del viejo topo y la memoria del elefante. Para culminar la ruptura democrática que sea la llave de un proceso constituyente capaz de poner fin al régimen oligárquico surgido de la transición por la abdicación de esos partidos de izquierda hoy complotados con la Monarquía del 18 de Julio contra la voluntad general.